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Hace dos días acabé por instalarme en su casa por fin, aunque a mis viejos no les gustó la idea porque no sabían donde vivía y no querían saberlo. En cambio, Candela aparecía más por acá y retomamos el tiempo que por todo lo que había pasado perdimos.
Aún así, mañana se iría porque de nuevo tenía conciertos y al final yo me quedaría acá de nuevo, esperando.
Por suerte, no era la primera vez y y tenía demasiada experiencia en que la fama estuviera entre nosotros, al fin y al cabo yo estuve a su lado cuando la gente le comenzó a conocer y cuando ya lo era, hasta ahora que es internacional estoy acá. Todo lo malo que pudo haber pasado ya se hizo, así que sólo serían dos semanas sin él pero más tiempo con los demás.
Sabía que Martina iba a estar desaparecida, ya que Tomás no iría a su lado, así que el tiempo sola lo pasaría con los demás y seguramente acabaría por pedir a alguno que se duerma conmigo. Aunque esta sea ahora también mi casa y ya me la conozca, seguía temiendo a la oscuridad cuando estaba sola.
- Lucía.
Me giré a mirarle y sonreí. Por un momento se me había olvidado que estaba jugando con Thiago a adivinar las películas.
- Eh...- miré como iba de una pared a otra moviendo una manta alrededor de su cuello.- ¿Spiderman?
- ¿Spiderman tiene capa?
- Bueno, superman.- frunció el ceño y resoplé. Era demasiado mala.- Dale, dame otra escena.
Segundos después, acabé por rendirme viendo cómo saltaba de un lado a otro para imitar a Batman.
- Lucía, ¿Sabes algo de Paula?- preguntó mi vieja, entrando a la sala e ignorando como Thiago hacia volteretas en el sofá.
- ¿Debería?
- Bueno, a lo mejor ella no sabe de qué te fuiste a vivir con él.
- No le importará, está demasiado concentrada en sus "estudios"- hice comillas a la vez que subía y bajaba las cejas rápido, haciendo que mi vieja pusiera sus ojos en blanco.- Lo siento, ma, no me dejaste otra.
Reí viendo cómo se iba, ignorándome. Después, salí yo a imitar lo que sí era Spiderman pero para mi hermano era un simple sapo. Esto era demasiado para mí.
Acabé por llevarle a cualquier parque y jugar allá al fútbol ahora que Mauro estaba en el estudio, pero cuando se hizo tarde me llevé de vuelta y me despedí de ellos para irme a la que era ahora mi casa.
Entré y todo estaba en silencio, por no decir que ninguna luz estaba encendida. Suspiré, estaba demasiado hambrienta para llamar a Mauro y oír como me decía que se había quedado más tiempo del que me dijo.
Dejé todo arriba y después volví a bajar mirando lo teléfono, con solo un objetivo. Agarré el pomo de la puerta de la cocina y al abrirla, seguí hacia delante yendo a la refrigeradora.
De repente, unas manos me agarraron justo por la cintura, haciendo que mi cuerpo se tense a la vez que le oía gritar, haciéndome a mí gritar. Solté el celular instintivamente y cuando me giré lista para pelear me encontré con él.
Se reía mientras se intentaba apoyar en la pared, mirando hacia el suelo aunque sus ojos estaban cerrados. Fruncí el ceño y me crucé de brazos esperando a que terminase.
- Perdón, pero te oí y tuve que hacerlo.- dijo calmando su risa.
- La concha de tu madre, Mauro, casi me matas del susto, se me cayó en celular, gil.
- Fue una joda.- se recompuso rápido al ver que yo no me reía.
- Andate a la mier...
- Dale, Lucía, no seas así.
Me agarró del brazo cuando quise salir de la cocina una vez agarré mi teléfono, que por suerte no se rompió. Con el susto se me quitaron las ganas de comer.
- Déjame.
- Era una joda.
- Siempre me hacés eso y luego acabo enfadándome.
- Porque me gusta.
- ¿El qué?
- Tu cara de bronca.- sonrió pero yo volví a fruncir el ceño, incluso cuando ya me soltó y me podía haber ido.- Dale, perdón.
- Pelotudo.
Sonrió viendo cómo me iba, pero rápido volvió a seguirme hasta quedarse delante de mí.
- Mañana me voy.
- ¿Y?
- Que no quiero que te enojes conmigo.
- Voy a ir a bañarme y cuando salga quiero que te hayas ido al estudio otra vez, pelotudo.
Ahora fue él quien frunció el ceño mientras me veía subir las escaleras. Oí como chasqueaba su lengua y luego iba detrás de mí, así que cuando entré en el baño cerré la puerta para evitarle.
- Dale, Lucía.- tocó la puerta mientras yo dejaba el teléfono en el lavabo.- ¿Es en serio? ¿Te vas a enfadar por una joda?
Puse los ojos en blanco y abrí la puerta un poco para enseñarle el dedo. Pero no fue hasta cuándo oí su risa que abrí totalmente la puerta.
- ¿De qué te reís gil?
- Sos como una nena.
- Ahora soy una nena, ¿No?
- Siempre lo sos.- sonrió y fruncí de nuevo el ceño, cruzándome de brazos hasta que agarró mis manos y los separó.- Perdón, ¿Sí? No volveré a asustarte, al menos no cuando pienses que estás sola.
- Sos un pelotudo.
- Pero me quieres.
- Por desgracia.
Sonrió antes de soltar una de mis manos para colocar la suya libre en mi mejilla antes de besarme. Y a la vez, pasaba su pulgar por la mejilla acariciándola levemente.
No podía enfadarme con él, no cuando se iba mañana y sólo por una joda.
Me separé por falta de aire, me miró y cuando me sonrió puse mis ojos en blanco antes de soltar su otra mano para poner las mías en su nuca y ser yo ahora quién le besase.
Él puso sus manos en mi cintura y me llevó hasta la pared del baño sin parar de besarnos, comenzando a bajarlas para meter una de ellas debajo de la ropa a la vez que la otra iba a atrás.
Subí mis piernas a su cintura para entregarlas ahí, pegándonos más si era posible.
No nos separábamos ni para respirar, toda la tensión del susto se fue con las caricias que dejaba por todo mi cuerpo.
Rápido y aún con la espalda apoyada en la pared, se deshizo de mi remera antes de llevarme al lavabo para apoyarme allá, aunque eso no evitaba que sus manos siguieran en mi cuerpo.
Él desabrochaba mi pantalón mientras yo bajaba los suyos, olvidándome de todo como siempre pasaba al tenerle así.
Cuando comenzó a bajar mis pantalones, pasó de mis labios al cuello para besarlo y morderlo hasta que por fin los tiró al suelo junto a los suyos y mi remera.
Se separó de mí, me sonrió mirando con deseo mis labios y yo también sonreí al verle así de cerca y de esa forma.
Cuando nos volvimos a besar fue cuando nos dimos un tiempo de tan sólo caricias antes de que por fin le quitará su remera y él tomara el mando para quitarme la ropa interior menos el sujetador.
Sus manos pasaron por todo mi cuerpo lentamente hasta que yo bajé las mías por su espalda, intentando esconder los suspiros y pequeños gemidos que sus caricias me provocaban.
Me deshice de sus boxer y se separó de mí para mirarnos casi sin control en nosotros mismos, sin poder esperarnos a la había. En la mirada del otro se podía ver como todo el amor se había convertido en lujuria descontrolada que estallaría cuando él acabó con la poca distancia entre nosotros, besándome a la vez que se hacía un hueco entre mis piernas.
La pequeña habitación se llenó de grandes gemidos, suspiros y algún que otro incontrolable grito por mi parte mientras que él mordía mi cuello y me apretaba con fuerza contra su cuerpo.
Poco a poco el ambiente era más caliente y se hacía difícil respirar. Él apoyó su frente entre el hombro y el cuello y yo mientras tenía la cabeza echada hacia atrás para intentar conseguir algo del oxígeno que me faltaba. De fondo, oí como mi teléfono caía al suelo pero está vez no iba a preocuparme por él.
Poco a poco su fuerza se notaba más y yo hundía mis dedos en su pelo aguantando lo que minutos después vendría.
Las piernas comenzaron a temblar me mientras se me hacía imposible respirar, sintiendo como clavaba sus dedos en mis caderas a la vez que resoplaba en mi hombro, llegando a morderlo.
- Mauro...
Suspiré mientras mi cuerpo se relajaba a la vez que él dejaba ver de nuevo su cara. Gotas de sudor caían por su frente y tenía una gran sonrisa mientras intentaba recuperar el aliento.
- Creo que ya no tengo hambre.
Dijo entre suspiros y yo reí antes de volver a besarnos, esta vez más relajados. Me devolvió la ropa y bajé del lavabo para vestirme a su lado, guardando por fin el celular.
Después de aquello, tal y como él dijo, nos fuimos a la habitación sin tener hambre y acabamos por dormimos a los segundos de tumbarnos en la cama.
A la mañana siguiente, cuando la luz del día se hizo insoportable, él ya no estaba.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora