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Me desperté y lo primero que vi fue su cara. Dormía a mi lado, abrazándome aún con la ropa de ayer.
Sonreí recordando el beso de ayer y cómo luego nos sonreímos y sin más, se levantó para luego tumbarse conmigo y dormir. Nada más.
No quería levantarme para irme a laburar, aunque fuese viernes. No quería dejarle acá porque en general no quería separarme y lo único que deseaba era quedarme a vivir en este momento donde no había que pensar en nada porque nada era lo que pasaba.
Pero, después de unos minutos viéndole dormir mientras hacía círculos en su brazo con los dedos de mi mano, la alarma de mi teléfono sonó y sus ojos se abrieron con confusión para luego hacer una pequeña expresión de dolor.
- Hola.
Le sonreí levemente y él enfocó su mirada para segundos después, sonreírme de vuelta. Se veía demasiado bien con su pelo desordenado.
Hice un amago de levantarme para apagar la alarma, pero cuando me fui a girar él me abrazó con más fuerza y al desviar mi mirada hacia él aprovechó para pillarme despistada en un corto beso.
No hice nada para evitarlo, al fin y al cabo Tomás tenía razón y siempre lo quería.
Cuando nos separamos él se quedó boca arriba y me soltó, rascándose la frente con sus ojos achinados enfocando el techo.
Me senté en la cama intentando no decir nada que fastidiara el misterio de nosotros y miré el teléfono.
Apagué la alarma, vi el último mensaje que me envió Tomás a la noche, miré la hora y finalmente la fecha para luego dirigir mi mirada a él.
Ya no estaba tumbado, ahora estaba de pie pasando sus manos por su pelo, de espaldas a mí.
- Mauro.
Paró y se giró a verme con su típica cara de recién despertado. Intenté olvidarme de todo lo que me generaba verle así y cerca de mí y me enfoqué en la fecha.
- Hoy te ibas.
- ¿A dónde?- preguntó con su voz ronca.
- A hacer conciertos por...
- Oh, ya, se me olvidó por un momento.
Se levantó de la cama y caminó bajo mi mirada. Algo me decía que él haría como si nada mientras yo sería la única pelotuda que daría vueltas a lo nuestro como hacía siempre. Algo me decía que se iría de la habitación como si nada.
Pero, sólo rodeó la cama para ir a mi lado y sentarse conmigo. Miró el teléfono y le dejé ver la hora para verle resoplar.
- Dale, me voy pronto.
Se levantó y a la vez agarraba mi mano para levantarme con él. Parecía que el alcohol de ayer no le afectaba hoy.
Caminó conmigo detrás, sin soltarme hasta llegar a la cocina para dejarme hacerme mi desayuno. Aunque, los que siempre me acompañaban eran sus ojos a dónde fuera que iba.
Luego, se sentó en el sofá y esperó a que yo apareciera como todas las mañanas. Me senté a su lado, sin decir nada, tan sólo crucé mis piernas como un indio y miraba la sala en silencio hasta que todos mis nervios se volvieron locos cuando su mano se posó como si nada en mi pierna.
Le miré de reojo y él sonrió, negando con la cabeza para luego mirarme.
- ¿Qué?
- ¿Qué de que?
- Conozco esa mirada.
- ¿Entonces para qué preguntas?- pregunté mirándole directamente y sonrió.
- Por si tenías las agallas de decírmelo.- me desafió con su mirada como si nada.
- ¿Qué somos?
- Lo que quieras que seamos.
- Yo quiero responder también eso.
- Pero yo lo hice antes, así que te toca decidir a vos.
- Siempre tengo que decidir yo.
- Dale, no voy a llorar, te lo prometo.
Fruncí el ceño y él rió desviando su mirada para evitar mi mirada matadora.
¿Quería ser algo suyo? No lo sé, era difícil lo nuestro. Quizás una tercera oportunidad era demasiado o era lo justo. Quizás teníamos que pasar por todo lo anterior para llegar a este punto medio.
¿Quería no serlo? También, era Mauro, uno de los pibes más famosos de Argentina. Era una locura estar con él porque él estaba loco y me daba miedo una relación que podía volverse inestable en cualquier momento y sólo me haría perder el tiempo.
Pero no podía olvidarle ni a él ni todo lo que venía de él cuando se trataba de extrañar a alguien.
- ¿Vos querés ser algo?
- Yo hago lo que mandes, ya lo sabés.
- Ya, pero...
- ¿Mateo?
- Nosotros, más bien.
- ¿Por todo lo que hemos vivido?- asentí y él levantó los hombros.- ¿Y no querés volver a subirte en la atracción Lombardo?
Puse los ojos en blanco y él rió antes de clavar fijamente su mirada en mí.
- Tengo dudas, sólo eso.
- Bueno, igual esto ayuda.
Levanté una ceja confundida y de nuevo fue él quien quiso besarme, acercándose rápido para que sus labios se movieran lento junto a los míos antes de separarse y clavar sus ojos en los míos con más fuerza que antes.
- ¿Ayudé?
- Te odio.
- No era eso lo que quería oír, pero me conformo.
De nuevo puse los ojos en blanco y él sonrió. A no, odiaba esa sonrisa estúpida de "soy el mejor".
Fruncí el ceño, le miré con la misma intensidad que él a mí y se sorprendió cuando me vio tomar iniciativa y ser yo ahora la que le besase como si nada.
Aunque al final, entre los besos que le daba, sonreía como un bobo que se dejaba como si le hubieran dado lo que quería desde un principio de la conversación.
Sus manos pasaron a mí espalda y de esta bajaron para forzarme suavemente a sentarme encima de él y seguir con nuestros besos así.
Ignoraba el olor a sudor y alcohol que su ropa desprendía porque sólo me importaba él en ese momento. Nada más.
Pero, parecía que a nadie le importábamos nosotros y alguien llamó a la puerta para hacer a Mauro separarse de mí y mirar con enojo hacia la entrada.
- Si no contesto no hay nadie.- dijo sonriendome y negué con la cabeza antes de seguir con lo de antes.
Pero, volvieron a llamar y ya molesto, me apartó despacio para levantarse y ver que detrás de la puerta estaban los que faltaban de modo diablo y Oro dembow esperándole.
- Hola, Lucía.
- Hola.
- ¿Qué quieren?
- Nos vamos.
- Y sigue vestido igual que ayer.- Neo sonrió sentándose a mí lado como si nada. Yo volví a agarrar el bol de cereales que dejé en la mesa hace un tiempo.
- ¿Nos vamos ya?
Oro dembow asintió mientras Ysy miraba su celular como si nada y Neo se hacia un porro a mi lado. Mauro me miró y aún más molesto fue a la habitación para en poco tiempo volver con otra ropa y en general otro aspecto.
- Dale, ya está.
En su mano había una valija pequeña donde guardaba la ropa. Durante esta semana intentaba ignorarla mientras se llenaba.
¿Ahora yo que hacía?
- Bueno, dale, llegamos tarde ya.
Ysy salió como si nada, Neo les miró y se levantó sin dejar de armarse el porro. Me dio una última mirada y se fue sonriendo delante de Oro dembow, que acompañaba a Mauro a la salida.
Me levanté y fui detrás de todos ellos hasta la puerta, donde paré para apoyarme en el marco de la puerta y ver cómo dejaban la valija en un auto que conducía el manager de Mauro. Mientras, terminaba de desayunar.
- Esperar.
Mauro me miró cuando abrió la puerta y vino hacia mí para sonreírme antes de besarme delante de sus amigos como si nada.
De lejos oía a Neo reír como loco con Ysy, que repetía "lo sabía, wacho, lo sabía" sin parar.
- Dale, llegan tarde.
- Espero que no mucho.
Me guiñó un ojo con todo el doble sentido en su frase, refiriéndose a nuestra relación, y se fue después de dedicarme una de sus sonrisas vacilonas.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora