21.

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Nada más abrir los ojos sentí como mi cabeza parecía que iba a reventar. Mierda, la resaca. Gemí levemente de dolor, tapando mi cara con la almohada mientras intentaba recordar que pasó ayer.

Vale, Mateo y yo discutimos o más bien discutí yo con él. Después, un taxi me llevó hasta un boliche y comencé a beber como una loca. Y hasta ahí recuerdo.

Suspiré y mi cabeza comenzó a doler otra vez. Entonces, sentí demasiado peso en la cama y algo en mi espalda. Supongo que era algunas de mis cosas o quizás Mateo, que vino a por mí al final aunque no lo recuerde.

Me moví lentamente, sintiendo como las sábanas rozaban toda mi piel. ¿Estaba desnuda? Confundida y cegada por luz del sol comencé a girarme hasta poder ver que era lo que tenía detrás.

Oh no...no puede ser...reconocería ese corte de pelo donde sea. Me moví hacia atrás sin fijarme bien donde estaba el borde de la cama, cayendo al suelo hasta que me quité las sábanas de encima. Mierda, mierda y más mierda.

Me asomé a ver si estaba despierto y lo único que vi es que se había girado, quedando en frente de mí. Le vi dormido y sólo me hizo sentirme peor. Ignoré el dolor de cabeza y me levanté rápido, agarrando mis cosas sin hacer ruido y yendo fuera de la habitación a vestirme con lo primero que vi.

Bajé a la cocina y ya allá busqué mi teléfono, necesitaba llamar a Martina. El dolor de cabeza se hizo más presente y me tomé una pastilla mientras pensaba que hacer. Entonces, una idea apareció en mi resacosa cabeza.

Agarré mis cosas y escondí lo que había por la casa que me pudiera identificar, saliendo al final de esta. Si despertaba quizás estaba tan borracho como yo y no se acordaba, así podría olvidar que esto pasó.

Llamé a un taxi y le pagué con el poco dinero que había guardado en el bolsillo del pantalón antes de irme. Llegué a mi destino y me bajé, corriendo hacia la puerta y llamando como loca.

- ¡¿Quién mierda estaba llaman...?! ¿Lucía?

Le miré y no pude evitar lanzarme a sus brazos, abrazándole con fuerza mientras intentaba ocultar las lágrimas que aparecían en mis ojos recordando lo que había hecho. Tomás se separó de mí y puso mi cara entre sus manos, mirándome preocupado.

- ¿Qué ha pasado?

- ¿Puedo pasar?

Asintió lentamente y le sonreí como agradecimiento. Me dejó pasar y fuimos juntos hasta su sofá, agarrándome ahí las manos para apoyarme aunque no supiera que me pasaba.

- ¿Qué hacés a...?

- He engañado a Mateo.

- ¿Qué?- asentí y no aguanté mi llanto. Me abrazó con fuerza como respuesta, acariciando mi espalda.- Está bien, Lucía, no pasa nada...tranquila.

- Sí, sí pasa. He engañado a mi novio, he engañado al pibe del que estoy enamorada.

- Pero, ¿Cómo pasó?

- No lo sé...no me acuerdo.

- Lucía...

- Dejé a Mateo en el boliche y quería beber, así que decidí irme a otro boliche sola y emborracharme allá y...no me acuerdo de más, no sé como pasó.

- ¿Pelearon?

- Sí, porque fui una pelotuda que se puso celosa.

- Está bien, Lucía, tranquila.

- No, Tomás, si no me hubiera enfadado con él me estaría despertando en mi cama, sola o con él, pero no con...- mis lágrimas volvieron a hacerse presente y me volvió a abrazar.- ¿Qué he hecho, Tomás? Lo jodí todo...

- ¿Estaba en tu casa?

- Sí...le vi y huí.

- ¿Pero él te vio?

- No, no...estaba dormido.

- ¿Y era guapo?- sonrió y fruncí el ceño.

- ¡Tomás!

- Vale, vale...perdón.- rió levemente y me volvió a abrazar.- Todo estará bien, aunque lo hayas engañado con alguien feo.

- No es feo es...- me separé de él y me miró confundido, con el ceño fruncido, esperando una respuesta.- Era Mauro.

- ¡¿Qué?! ¡¿Mauro?! ¡¿Nuestro Mauro?!

Asentí lentamente, volviendo a sentir como mi corazón se rompía en pedazos y él no pudo hacer otra cosa que abrazarme sin creerse aún lo que le acababa de decir. Estuvimos así uno segundos hasta que decidió levantarse, ponerse una camiseta ya que sólo tenía puesto el pantalón y hacerme un mate para estar mejor.

- ¿Sigue allá?

- No lo sé, escondí todo lo que podía relacionar conmigo y me fui esperando que al despertar no sepa que fue conmigo.

- Rezá entonces.- sonrió con dulzura y resoplé.- Todo estará bien, Lucía, él no tiene por qué saberlo.

- ¿Pero y si lo descubre?

- Estabas borracha.

- Yo me enfadé con él porque estaba sí y muy cercano con una piba.

- Me lo ponés difícil eh.

- No, yo me pongo a mí las cosas difíciles.- le di un trago al mate y apoyé mi espalda en el sofá, cansada.

- ¿Martina lo sabe?

- No encontré mi teléfono y temía que se despertara, así que no, porque para que lo supiera tendría que haber ido a casa de Mateo.

- Ya...vaya quilombo.

- Y yo que pensé que todo volvería a estar bien, que lo había olvidado que...

- Lucía, ya está, pasó y no se puede cambiar.- agarró mi mano y la acarició con su pulgar.- Ahora tenés que buscar una solución.

- ¿Solución a qué?

- Vos elegís, o le contás a Mateo o se lo ocultás y hacés lo posible para que no se encuentre nunca con Mauro.

- No quiero contárselo, no puedo, no me lo perdonará.

- Entonces tendrás que ocultarlo.- volvió a resoplar y de repente sus cejas se levantaron, sorprendido.- Lucía, ¿Has pensado que puede estar yendo a tu casa a pedirte perdón por lo de ayer?

- ¿Mateo?- asintió con rapidez y me invadió un sentimiento de preocupación mezclado con miedo.- Mierda.

Dejé el mate y me levanté, al igual que él. Agarró las llaves de su coche y nos subimos a él, llevándome lo más rápido posible a mi casa. Al llegar salimos con la misma velocidad, sin pararnos ni para cerrar las puertas del auto. 

Metí la llave en la cerradura con nerviosismo pero por fin la giré y abrí la puerta. Sin pensármelo subí arriba a ver si aún seguía acá y mientras Tomás se quedaba abajo.

Entré en la habitación y la cama estaba revuelta, pero vacía. Suspiré aliviada y volví a bajar, yendo a la cocina, donde estaba Tomás. Al entrar me lo encontré con un nota en sus manos, leyéndola, y mi celular en la encimera, delante de él.

- ¿Qué es?- me miró y me extendió la nota.

Gracias por lo de ayer, no me acordaba de cómo era tenerte conmigo.

PD: Decile a tu novio que no me vuelva a despertar llamando a tu celular. 

- Duko.

- Mierda.

- Creo que se acuerda de vos y bastante.- dijo Tomás mirándome, sabiendo que a partir de ahora los dos sabíamos algo que nadie más podía saber. Nadie.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora