93.

573 37 1
                                    

- Mauro...
- Mm...
- El brazo...
Resopló y se dio la vuelta, dejando de abrazarme con la fuerza que lo estaba haciendo hace unos segundos.
Respiré relajada y me senté en la cama, mirándole dormir dándome la espalda.
Sonreí levemente y me acerqué a él para besar su mejilla antes de salir de la cama e ir a la cocina a empezar el día con un pequeño desayuno antes de irme a vestir para ir a laburar. Por suerte, esta tarde estaba libre y sólo tendría que ir por la mañana.
Terminé de desayunar y volví a la habitación para cambiarme mientras él seguía durmiendo. Después, fui al baño a terminar de prepararme.
Ayer hablé con Martina sobre la casa. Después de que Mauro susurrase eso pensando que ya estaba dormida, comencé a pensar seriamente la idea viendo que estábamos bien.
Martina me animó, claro, así ella podría llevarse a cualquiera sin miedo a encontrarme por allá y después aguantar mis preguntas.
Lo estuvimos arreglando todo y hoy le diría a Mauro lo que había pensado. Sabiendo que siempre me pidió vivir con él, seguramente no le importaría y se alegraría de que por fin le dijera que sí.
Aún así, siempre había un pequeño porcentaje de que no le gustase y eso me hacía tomármelo con más calma de si estuviera totalmente segura. Al fin y al cabo, llevábamos poco juntos.
Salí del baño a la vez que él de la habitación. Tenía sus ojos medio cerrados, la remera y el pantalón con el que había dormido completamente arrugados y su pelo despeinado. Le sonreí y esperé a que viniese hacia mí para abrazarnos, después, fuimos juntos abajo.
- Yo me voy ya.
- Yo sólo venía a comer.- sonrió aún dormido y yo reí levemente.
- Te veo luego, nene.
- Chao, beba, no te enamores de otro de camino.
- No lo haré.
Reí levemente de nuevo y me puse mi campera antes de salir de la casa e ir a la espera del colectivo.
Minutos después, ya estaba entrando en el edificio donde laburaba y saludando a los que me encontraba mientras me dirigía a mi lugar.
Me senté y comencé con lo mismo de siempre, lo de todos los días, hasta que una notificación llegó a mi teléfono. Lo miré y sonreí al instante.
Mauro🖤🔥
Te extraño☹️
Quise contestarle pero oí al jefe salir de su despacho y tuve que guardar el teléfono al instante.
Le di un par de documentos y la hora a la que se iría de viaje, que era la causa de por qué hoy no vendría por la tarde.
Después, seguí ordenando todo lo que me llegaba y contestando llamadas que no eran para mí hasta que el tiempo me quiso dar un regalo y fue más rápido de lo que pensé, terminando rápido de laburar.
Llamé a un taxi y lo esperé mientras veía si había algún mensaje de Mauro. Seguramente se habría dormido después de decirme aquello.
Llegué, pagué al conductor y fui a la puerta para abrir con la llave que me dio y que con suerte se podría convertir en la mía de verdad por fin.
- ¿Mauro?
- Buen día.
- Es mediodía.- dije intentando no reírme mientras me veía salir de la cocina.
- Ya sabés que para mí el día es la noche.
Se acercó a besarme antes de seguir su camino a la sala. Yo fui a dejar mis cosas en la habitación y después me uní a él.
- Perdón por no responder antes, el jefe llegó y no pude.
- Sabía que me extrañabas igual así que no importa.- sonrió viéndome sentar a su lado en el sofá, con la comida china que había pedido antes de que yo llegara.
- Bueno, igualmente te dolería poco, porque seguro que después te dormiste.
- Me conoces demasiado, comienzo a tener miedo.
Reí y él sonrió mirándome. Después, seguimos comiendo hasta acabar y estar los dos tumbados, cada uno en un lado del sofá con nuestras piernas entrelazadas.
- Luego vamos a casa de Tomás.
- ¿Otra joda?
- Hoy sale Ella es una G, pelotuda.
- Se me olvidó.- sonreí por encima de mi teléfono y resopló, negando con la cabeza.- Dale, a ti también se te olvidan las cosas.
- Tenés algo en la habitación, tarada.
Levanté una ceja al oír aquello, ¿Que podría tener? Me levanté y dejé el celular allá para ir a ver de qué hablaba.
Terminé por abrir la puerta de la habitación cuando me la encontré igual, pero con la cama desordenada y sobre ella lo que parecía un ordenador nuevo.
Lo miré confundida y me acerqué a este para abrirlo, viendo a Mauro apoyarse en el marco de la puerta.
- ¿Y esto?
- Bueno, para que veas que acá a la única persona que se le olvidan las cosas es a vos.- sonrió y se fue a mi lado para sentarse, quedando los dos mirando a la pantalla.- El tuyo se rompió en tu casa hace mucho, ¿Te acordás?
- Sí, uno de los dos le dio con el pie mientras dormíamos.
- Al siguiente día saliste de tu habitación gracias a mí.- apoyó su cabeza en mi hombro y me giré para mirarle, encontrándome con su sonrisa.
- Sos el mejor.
Dije mirando sus labios antes de que él sonriese aún más para acabar por besarnos.
El resto del día antes de irnos a la casa de Tomás, estuvimos tranquilos cada uno mirando su celular o hablando de cualquier cosa.
Después, me fui a cambiar el buzo que llevaba por una remera grande de las suyas y algún pantalón negro roto de los míos, acabando por hacerme un moño y ponerme una campera suya. Ahora que estaba acá, le robaba todas las prendas que podía y me aprovechaba de que él pensara que me veía demasiado bien con sus cosas como para quejarse.
Así que terminé por ponerme unas zapatillas simples con plataforma y maquillarme levemente antes de subirme con él en un taxi e ir a la casa de Tomás con su brazo alrededor de mis hombros y yo con mi cabeza apoyada en el suyo.
Mientras íbamos al edificio donde estaban después de pagar al conductor, le iba haciendo un cigarro a la vez que él hablaba por el celular con su viejo.
Segundos después de llamar a la puerta, Martina nos abrió. Saludó a Mauro y él pasó primero, encendiéndose el cigarro que le hice.
- ¿Se lo dijiste ya?
- Lo haré esta noche si no está muy ido.
Rió levemente y cerró la puerta tras de mí. Juntas, nos unimos a los demás y Neo me pasó el fernet que tenía en la mano.
Tal como me dijo Mauro en el taxi, faltaba media hora para que saliese el vídeo, así que mientras yo estaba sentada en sus piernas bebiendo una cerveza, acostumbrándome al olor de la marihuana y el tabaco en la casa llena de gente.
Hablé con Khea, con Alejo, Cazzu e incluso con Tomás, con el cual más que hablar solíamos insultarnos el uno al otro. Pero, viendo que solo era cuestión de tiempo que a Martina se le olvidase el tema de amigos con derecho y que Mauro era su amigo, decidí tener mejor relación con él.
Después, en la televisión de la casa pusieron el vídeo cuando salió estrenado. Aunque era de los dos, no podía quitar mis ojos de él, claro.
Ya había escuchado el tema, hasta él me dijo que me lo dedicaba a mí cuando le pregunté haciéndome la molesta de mentira a quién se refería. Aún así, había partes que o no reconocía o simplemente no había oído.
Cuando terminó, todos se alegraron por los dos pero rápido siguieron con otros temas de conversación hasta que comenzaron a irse.
De vuelta a casa, fue Martina quien nos llevó en su auto por no andar o quedarnos esperarnos a que apareciese el taxi de siempre. Realmente necesitaba un auto.
- ¿Te gustó?- preguntó cuando ya estábamos en la cama, yo terminando de prepararme para dormir y él mirándome.
- ¿El vídeo?
- No, la casa de Tomás.- dijo con ironía.
- Me gustó, Tomás estaba re fachero.- frunció el ceño y reí, dejando todo para irme a su lado, poniendo mi mano en su pecho mientras él tenía las suyas debajo de su nuca.- De vos no puedo decir nada porque siempre lo estás, gil.
- Sí, sí...
Reí levemente y al ver como se hacía el ofendido, decidí abrazarle sin importar nada.
- Mauro.
- ¿Qué?- pareció rendirse y quitó una de sus manos para apagar la luz y después abrazarme por la cintura, aún yo con mi cabeza en su pecho y también abrazándole.
- ¿Qué pasa si me quedó acá?
- Ya estás acá.
- Con vos, gil.
- ¿Y con quién va a ser sino?
- Uh dios, a vivir, Mauro, a vivir.
Levanté la cabeza para verle levemente el brillo de los ojos que se le hacía por las luces de la calle que pasaban por la ventana.
- ¿Es en serio?
- Siempre hablo en serio.- sonrió y levantó sus hombros.
- Si es lo que vos querés.
- Yo quiero estar con vos.- su mirada, que se había ido al techo, volvió a mí, como su sonrisa.
- Entonces no hay más que hablar.
Sonreí también antes de besarle acabar por dormimos abrazados. De nuevo, el mundo parecía confirmarme que a su lado todo estaba bien.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora