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- ¡Lucía!
- ¡Bajo!
Salí corriendo de la habitación para sonreírle mientras bajaba las escaleras. Cuando abrió la boca para hablarme, agarré su mano, abrí la puerta y salimos de la casa.
- Las llaves.
- Es de Marcianos eh.
- Yo sé manejar, vos no.
Puso los ojos en blanco y me tiró las llaves. Las agarré al vuelo y subimos al auto que Marcianos había dejado acá esta mañana cuando trajo a Mauro de la fiesta de ayer, donde yo no fui porque tenía que laburar.
- ¿A dónde?
- No sé, vos manejas.- levanté una ceja y él sonrió, levantando sus hombros.
- ¿Querés manejar vos? Porque el auto se va a estrellar entonces.
- Gracias eh.
- De nada, lindo.- le guiñé el ojo y él rió levemente.
Como no dijo nada, arranqué y comencé a manejar por la ciudad viendo algún sitio donde cenar porque de nuevo, no había nada en la heladera y no queríamos pedir nada.
- No sé porque no vas a las fiestas conmigo.- dijo de repente.
- ¿A qué viene eso ahora?
- Dale, ayer pudiste venir.
- Tenía que laburar.
- Demasiado hacés ya por esos pibes.
- Hago lo que tengo que hacer.- le miré de reojo hacerse un porro. Preferí ignorarlo.
- Podrías venir a la próxima.
- Si no tengo ningún problema, iré.
- Lucía.
- ¿Qué? Esa es tu vida, vos sos capaz de aguantar días de joda pero yo no tanto. Tengo que laburar, Mauro y al final estoy cansada, ¿Sí? No pasa nada por no acompañarte.
- ¿No pasa nada?
- ¿Debería pasar algo?
- ¿Y si conozco a otra?- entonces sí que le miré por unos segundos, confundida.
- Si querés engañarme, hazlo.
- ¿Así?
- Sí, dale, pero luego no vengas a buscar una cuarta oportunidad porque no.- sonrió y volvió a mirar su porro.
- No te voy a engañar.
- Lo sé.
- ¿Entonces?- me volvió a mirar sonriendo.
- Como sé que no lo harás, confío en vos y no pasa nada porque te diviertas por ahí.
- Yo quiero divertirme con vos.
- Si no hubieras dicho nada, me estaría divirtiendo ahora mismo.
Chasqueó su lengua y subió la música de la radio. No habíamos discutido aún, hacía tres días que volvió y desde entonces no tocamos en ningún momento que éramos, aunque parecía que por fin se podría decir que éramos una pareja formal.
Frené cuando él me lo dijo y aparqué donde pude antes de salir a la vez del auto.
- Casi le das al auto de delante.- dijo esperándome para andar juntos.
- Mentira.
- Lo que digas.
Sonrió pasando su brazo por mis hombros y caminamos juntos hasta donde él me llevó.
Nos sentamos en una mesa libre y pedimos para cenar. Nada original, los dos milanesa.
Comimos entre risas y jodas, como si nada, olvidándonos de lo anterior porque no fue nada en realidad. Salimos de allá cuando terminamos y subimos de vuelta al auto de Marcianos.
- ¿Y ahora?
- ¿Ahora qué?
- ¿Vamos por ahí?
- ¿De fiesta?- subió los hombros y yo sonreí.- Tenés un problema con eso eh.
- Vos sos mi problema.
- ¿Así?
- Sí, pero sos como la droga. Aunque me hagas daño te quiero igual.- reí negando con la cabeza.
- Si era un cumplido, mejor entrena para eso.
Él también rió antes de que yo arrancase de vuelta y comenzara a manejar de vuelta a la casa, porque no, no íbamos a ir a otro lugar.
En mitad del camino, con la música alta y él fumando sacando el humo por la ventanilla bajada, sonó mi celular.
- Mauro.
Le avisé para que fuera él quien lo agarrase y viera quien era. No iba a hacerlo yo, estaba manejando.
- ¿Quién es? Martina. Pero Lucia está manejando. Ya fue, ya lo pongo.
Le miré de reojo como daba a algo en la pantalla y de repente oía a Martina.
- Lucía.
- ¿Qué?
- Tus viejos están acá.
- ¿Acá dónde?
- En casa, tu casa.
- ¿Qué?
- Sí, tenés que venir.
- Estoy con Mau...
- Me importa una mierda con quién estás, ¿Entendés? Tu viejo no para de pregunta por vos, ¡Hasta llamó a Mateo!
- Uh dios, dale, ya voy...
Y Mauro terminó la llamada, dejando el teléfono donde estaba antes para luego darle una calada a su porro y mirarme.
- ¿Por qué llamaron a Mateo?
- Porque no tienen tu número ni saben de vos.
- ¿Saben por qué terminaron?
- No, nada de eso.
- Pensé que fuiste a ve...
- Fui, empezaron a preguntar y corté la conversación. Fin.
Asintió lentamente y siguió fumando mientras yo cambiaba de camino para ir a mi casa, no la suya. Aparqué lejos de allá, no podía llevar a Mauro.
- Esperá acá.
Me miró sin decir nada y yo salí del auto, yendo hacia la casa. Llamé a la puerta y a los segundos me abrieron.
- ¿Qué pasa?- pregunté al ver a mis viejos en el salón.
- ¿Dónde estabas?
- Salí a cenar fuera.
- ¿Y por qué no cenaste con Martina?- la miré y ella sonrió.
- Vinieron justo cuando estaba cenando.
- ¿Fuiste a cenar con alguien?
- Puede.
- ¿Con quién? Mateo no fue.
- Uh, papá, dejá de romper las bolas.
- Yo sólo me preocupo por vos. Después de lo de...
- Sí, ya, ¿Sólo vinieron a eso?
- Veníamos a cenar con vos.
- ¿Y cenaron?
- Con ella, pero no con...
- La próxima vez avisen, ¿Sí?
- Queríamos darte una sorpresa.
- Oye, ¿Y Thiago?
- Con...
Un claxon sonó fuera y mi viejo sonrió al ver por la ventana. Confundida e intrigada, también miré.
No puede estar pasando esto.
En segundos, Martina le había abierto la puerta y yo abrazaba a Thiago mirándole.
- Mateo le cuidó mientras veníamos.
- Como me llamaron pensando que estabas conmigo pensé en traerlo, ya que no estabas...
- Y bueno, podemos dejaros a solas si hace falta.- mi viejo sonrió y yo les miré a todos confundida.
- No hace falta, está todo bien.
- Lucía.
Puse los ojos en blanco y me despedí de Thiago con un abrazo antes de salir de nuevo de la casa. Detrás, iba él.
- No hace falta ser así, Lucía.
- Soy como quiero.
- Está bien, no estás de humor.
- Mateo, terminamos, no hace falta seguir siendo amigo de él.
- No soy su amigo.- paré en seco y me giré a mirarle.
- ¿A no? Pues no para de hablar de vos, parece que sos vos su hijo.
- Se acostumbró a mí, ya está.
- Pues intentá que se desacostumbre antes.
- Traé vos a tu novio.
- No seas pelotudo, Mateo.
- Dale, seguro que ya tenés.
- Me voy.- me giré sobre mí y comencé a andar.
- ¿A dónde?- preguntó mientras me alejaba.
- A donde estoy ahora, la casa de Mauro.
Dije sin mirarle, sólo caminando a dónde él me esperaba. Cuando llegué allá, él abrió la puerta y salió. Se había puesto la capucha de su buzo negro y seguía fumando, saliendo con el porro entre sus labios.
- ¿Todo bien?- miró hacia atrás, a mí casa. Supongo que aún seguía Mateo allá.
- Todo bien.
Me miró, asintió y yo intenté disimular mi enojo. Pero me conocía demasiado bien.
- Lucía.
- Estoy bien, ¿Sí? Vámonos.
Sin decir nada más, subió al auto y yo arranqué lo antes posible para salir de allá. Cuando pasamos por mi casa, justo habían salido mis viejos y supongo que le estaban preguntando a Mateo por mí cuando me vieron.
Me vieron, le vieron, ¿No? ¿Vieron a Mauro? ¿Saben que está acá? Y lo peor, ¿Saben que estoy con él?

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora