43.

735 39 1
                                    

- Lucía.
- ¿Qué?- pregunté sin dejar de mirar la televisión.
- ¿Venís conmigo esta noche al boliche?
- Ya te dije que...
- Ya, te dan ansiedad o lo que sea. Pero vas conmigo.
- Mateo, me dio con mi mejor amiga me puede dar con cualquiera.
- Pero yo soy tu novio.
- ¿Y?
- Que soy distinto.
Desvíe mi mirada para verle sonriendome, enseñando todos sus dientes y estirando completamente su cara. Reí levemente, negué con la cabeza y seguí mirando la televisión.
- Dale, será divertido.
- Pero...
- Pero nada, me dijiste que algún día te vendrías con los pibes y yo de joda.
- Ya bueno, cambié de idea.
- Pues la volvés a cambiar porque ya les dije que ibas.
- La concha de tu...
- Esa boca.
Sonrió con diversión y se levantó del sofá, quitando mis piernas de las suyas. Resoplé girando sobre mí para tapar mi cara en el cojín y pensar mientras mi novio andaba por su casa sin saber a dónde iba.
Si iba podía encontrarme a Mauro, sino iba seguramente Mateo se molestaría aunque a los dos días ya lo habría olvidado completamente. Le dije que cuando saliera la ocasión iríamos de fiesta juntos, pero si íbamos hoy podíamos encontrarnos con él y entonces sería cuando me querría morir.
Pero igualmente, me puedo encontrar con Mauro en cualquier lado. Ya pasó varias veces. Así que... quizás no tenga nada que perder.
Volví a resoplar y sin estar muy segura, me levanté del sofá, apagué la televisión y subí a la habitación de Mateo. Allá abrí la puerta y me lo encontré sin camiseta buscando ropa en su armario.
- Epa, mejor me voy.- dije al verle así.
Rió sin girarse a verme hasta que encontró lo que quería. Entonces, pasó por mi lado, me dio un corto beso y se fue a duchar. Era de noche, seguramente sus amigos le preguntaron por mí y entonces me lo contó, porque estaba segura de que él entendía la mentira de que me daban ansiedad las fiestas ahora. ¿Quién se podía creer eso?
Fui a su armario, lo abrí y saqué de él una de sus remeras largas para luego buscar entre la ropa que yo me quedaba al visitarle y dormir acá. Decidí ponerme con la remera que era de un equipo de fútbol francés unos pantalones cortos negros y unas medias rotas con estos. Posiblemente pasaría frío, así que busqué también una campera que ponerme y lo llevé todo al baño donde él se estaba duchando.
- ¡Ya llegué!- grité sobre la música que tenía puesta en su teléfono.
- ¿Venís al final?
- No hay otra cosa para hacer.
Sonrió y yo hice lo mismo, metiéndome a la ducha con él y así me ahorraba el viaje a la casa de mis viejos. Salimos a la vez, él enrollando la toalla por la cintura y yo por debajo de los hombros.
Cada uno se arreglaba como podía, ya que era difícil estar juntos allá dentro pero ninguno parecía tomar la iniciativa de irse.
Terminé por vestirme, me puse unas botas negras de plataforma y me dejé el pelo suelto. Me maquillé lo mínimo y conseguí salir antes de él.
Fui al salón de vuelta, agarré mi celular, me hice un par de fotos y seguí mirando la televisión aunque sin tantas ganas como antes. A los pocos minutos, él ya estaba bajando por las escaleras mientras movía las llaves del auto entre sus dedos.
Me levanté, agarré mis cosas, las guardé todas en un bolso pequeño y salí detrás de él. Entramos en su auto y nos llevó a una casa.
- Mirá, el pelotudo no mentía.
- ¿En qué no mentía?
- En que vos venías.
Respondió uno de sus amigos que subía al auto por un lado mientras otro lo hacía por el contrario. Les saludé a los dos y Mateo aceleró, subiendo también el volumen de la radio.
Llegamos a un boliche bastante rápidos, aunque luego tuvimos que esperar a que llegaran todos sus amigos para entrar.
Cada uno se dispersó poco a poco, pero luego volvían rápido, no sé si era por nosotros o porque estábamos en la barra y venían a por más alcohol. Yo intentaba contenerme, no quería hacer alguna pelotudez y además, estaba siempre mirando a ver si le veía.
- ¿Todo bien? ¿Estás bien?- me preguntó, por encima de la música, Mateo.
- Todo bien, vamos a bailar.
Le sonreí y él hizo lo mismo. Nos despedimos de los pibes que se habían quedado allá con nosotros y nos metimos donde estaban todos bailando pegados.
Sonaba Bad Bunny, no era música lenta pero los dos estábamos tan pegados que podía notar su respiración en mi piel como si no tuviéramos ropa. Bebía mientras movía mi cintura y apoyaba mi brazo en su hombro. Él también se movía y se pegaba más a mí mientras bebía hasta que estaba lo suficientemente cansado del alcohol para pasar a mis labios.
En uno de esos momentos le abracé sin parar de movernos, enredando su pelo en los dedos de la mano que tenía libre mientras besaba su cuello. Abrí mis ojos un segundo, pero mi mirada se clavó en el lugar indicado.
Él estaba riendo con el que parecía Obi y a su lado también estaban los demás. Estaban lejos, más elevados que nosotros.
No sabía si entonces era mejor quedarnos allá y que la gente nos escondiera o alejarme de él y volver a la barra para que no se fije en donde estaba. Ahora mismo sólo tenía clara una cosa, que quería esconderme de donde sus ojos no pudieran verme. Aunque, pensándolo bien, estaba con Mateo, por lo tanto no creo que viniera a verme como hacía cuando nos encontrábamos en algún boliche o fiesta.
Así que, me rendí de escapar y volví con Mateo para bailar aún más pegados, sudando más que nunca y bebiendo todo lo que mi vaso y el suyo tenían.
- Vamos, tengo sed.- dijo en mi oído mientras yo pegaba mi espalda a él y bailábamos así, él con sus manos en mi cintura.
- ¿Ya?
- Dale, luego volvemos.
Me giré para verle y me sonrió, agarrando mi mano. Nada le detendría ya y al segundo estaba llevándome a la barra con los demás.
Les saludamos de vuelta y pedimos más alcohol. Miré hacia atrás, apoyada en la barra mientras oía a uno de sus amigos hablarme de una mina que conoció en la entrada de la zona VIP. Entonces, pasó lo que no quería.
Bebía tranquilamente de su vaso con una sonrisa y Tomás le dijo algo que le hizo reír tanto que tuvo que apartarse el vaso para no ahogarse con lo que llevaba. Limpiándose lo que le goteaba del mentón con la muñeca, se giró y su mirada se encontró con la mía después de un recorrido por todo el boliche. Alzó las cejas, dio un golpe suave a Tomás y este miró hacia acá para luego reír viendo como su amigo no apartaba sus ojos de mí, quieto, como yo.
- ¿Me estás escuchando?- preguntó su amigo y me giré a verle.
- Eh, sí... sí obvio.
- ¿De qué hablaba?
- Hablabas de que...em...hablabas de que te gusta mucho una piba que conociste por la zona VIP, ¿No?
- Eso fue hace unos segundos, ahora te estaba contando una anécdota.- dijo entre risas y dio un trago a su bebida mientras se giraba a buscar a Mateo.- ¡Mateo, tu novia está en otra onda!
- Serás vos, que no parás de hablar.
Los dos se rieron y yo volví a mirar donde él estaba. Estaba, porque ya no. Busqué por la zona y no encontraba a nadie, sólo a Alejo riendo y bailando con unas minas. Pero, ni Tomás ni Mauro estaban.
Tragué saliva y noté mi garganta seca. Me bajé del taburete bebiendo de mi vaso hasta terminarlo y tambaleé al notar el suelo en mis pies. Mateo se dio cuenta y vino hacia mí.
- ¿Todo bien?
- El alcohol.- sonreí nerviosa y le busqué rápido para ver si estaba por acá.
- ¿Segura? Pareces...
- Tengo que...
- ¿Qué?
El alcohol subió de repente junto a los nervios de que al pelotudo se le ocurriera venir hacia acá y la mirada preocupada de Mateo me agobiaba más. Entonces, entre la gente aparecieron los dos, hablando Tomás y fumando Mauro.
Miré a Mateo y aunque intenté mantenerme calmada acabé por huir de allá, escapando una vez más de los problemas como podía.
Me adentré entre la gente bajo sus miradas confundidas y noté como detrás de mí iba Mateo intentando seguirme. Pero no quería que lo hiciera porque en estos momentos sabía que podía contárselo y entonces sabía que todo se acabaría, así que corrí más rápido a la salida del boliche y una vez allá me fui al parking para evitar que se me viera tan bien.
Acabé por sentarme en el lateral de un coche negro aleatorio que había. No tenía las llaves del de Mateo y tampoco dinero para un taxi y si andaba ahora, acabaría por tropezarme. Así que preferí relajarme allá.
Apoyé mi cabeza en la chapa y solté todo el aire lentamente por la boca mientras echaba mi cabeza hacia atrás, mirando al oscuro cielo.
Sentí mi teléfono vibrar en mi bolso, pero lo ignoré, no como a mis pensamientos, que pasaban rápidos y provocaban las náuseas que intentaba controlar.
Oía pasos sin parar y me despreocupé de ellos porque sabía que ninguno era Mateo, ya que le había dejado atrás.
- Sabía que estabas por acá.- oí a mis espaldas

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora