22.

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Oí la puerta desde la lejanía y me tapé aún más con las sábanas, tapando mi cara contra el colchón. Han pasado tres días desde aquello y llevo todo este tiempo intentando ignorar a Mateo. No contesto sus mensajes ni llamadas, sólo me oculto acá todo el día, huyendo del trabajo antes de que mi turno termine por si se le ocurre presentarse.

De nuevo suena la puerta y esta vez decido destaparme. Quizás no es él. Camino lentamente hasta la puerta y sin hacer ruido, llegando unos segundos después. Miré quien era antes de abrir por el pequeño agujero de la puerta, encontrándome con Martina y Tomás. Abrí despacio y Tomás me sonrió mientras que Martina mantenía su cara seria.

- ¿Dónde mierda estabas todo este tiempo? Desapareciste.

- No me apetecía salir.- mentí abriendo por completo la puerta y ella cruzó los brazos.

- ¿Podemos entrar?- preguntó Tomás.

Asentí y me corrí a un lado, dejándoles espacio para pasar de uno en uno. Siguieron caminando hasta el salón y ya allá Tomás se sentó en el sofá mientras que Martina seguía de pie, seria y con sus brazos cruzados, mirándome fijamente.

- Bueeno, ahora contá la verdad.

- Es la verdad.

- ¿Ni siquiera querés ver a Mateo? El pobre está destrozado, piensa que dejaste de quererle y que aquella discusión fuera del boliche la otra noche significa que han terminado.- miré a Tomás y suspiré.

- No estoy enfadada con él, tampoco hemos terminado. Creo.

- ¿Crees? Bueno entonces que hacés acá, sin ir a verle, ni siquiera contestas sus mensajes.

- Lo sé, lo sé... es que tampoco quiero hablar con él, con nadie exactamente.

- Pero, ¿Por qué? ¿Pasó algo? ¿Estás bien?

- ¿Alguien quiere un mate? Porque yo quiero un mate.- dijo Tomás, cortando la conversación y sonriendo nervioso porque sabía que me pasaba en realidad.

- Callate gil, ahora estamos con esto y luego tomarás tu mate, ¿Acaso no te importa ella? Desde que hemos llegado la única que ha hablado soy yo, vos solo estás en silencio y sin prestar atención.

-Si me importa es sólo que...- suspiró y se colocó mejor en el sofá.- La veo bien, creo que está bien y...y si no quiere hablar con nadie es su decisión.

- ¿En serio? ¿Me estás hablando en serio?

- Martina, a veces la gente necesita espacio, tiempo a solas y quizás es lo que quiere Lucía, ¿No pensaste en eso? No tiene por qué a ver otra razón, ¿Verdad Lucía?

Martina me miró esperando que dijera que no, seguramente, pero yo asentí despacio y sin esperarme que mi mejor amigo me sacara de este apuro. Ella resopló, se echó un par de mechones que le caían por la cara hacia atrás y finalmente se sentó con cansancio.

- Que quieren que les diga, yo no me lo creo.

- ¿El qué exactamente?- preguntó con una sonrisa Tomás y Martina le miró seria.

- Todo esto. Si ella quiere espacio sólo tiene que pedirlo pero, ¿Con Mateo? Dale, es un buen pibe. La cuida, la quiere, le regala cosas, se pasa todo el tiempo libre que tiene con ella...no sé porque querría tener tiempo a solas cuando lo puede pasar con tremendo bombón.

- Así como lo decís tengo ganas de encontrarme un Mateo para mí.- dijo Tomás tocándose el pecho y haciendo como si estuviera enamorado, haciéndome reír levemente.

- Eh, sin jodas, esto es serio.

- Vale, vale...bueno que diga ella entonces, yo ya más no puedo hacer.

- Yo...

Sonreí con nerviosismo y fui hacia la cocina. No había mejor tiempo que este para prepararle ese mate a Tomás, dejándoles solos en el salón discutiendo sobre mis razones que ni yo misma sabía. Bueno, si las sabía, porque sólo es una razón y se llama Mauro.

Terminé de hacerlo y volví al salón intentando disimular mi nerviosismo con una sonrisa. Le di el mate a Tomás y me senté por fin en el sillón, suspirando un poco más aliviada al sentir la comodididad del mueble.

- Bueno, contame ya.

- Quiero tener un tiempo solas. Quizás una semana. Hace tiempo que no lo tengo y ahora que estoy viviendo sola en una casa creo que sería un buen momento. Si te pregunta Mateo no, no estoy enfadada con él ni ha pasado nada fuera de lo normal de lo que deba preocuparse, simplemente necesito estar tiempo conmigo y así cuando vuelva con él estaré mejor. Nada más.

- Vaya...- Martina parecía sorprendida al oírme decir todo eso rápido e inesperadamente y Tomás me sonreía.

- ¿Qué esparabas que dijera? ¿Que estoy enfadada con él o que le engañé y ahora no quiero verle?- Tomás abrió los ojos y Marina me miró confundida. Mierda Lucía.- ¡Porque eso sería una locura! Tu misma dijiste que era buen pibe, ¿Por qué pasaría eso?

- Bueno creo que deberíamos irnos.- dijo Tomás reaccionando rápido.

- ¿Y tu mate?

- Se lo puede llevar.

- Me lo puedo llevar.

Tomás sonrió y los dos nos levantamos con rapidez. Martina lo hizo poco después, mirándonos confundida y quizás notando nuestro nerviosismo que para ella no tenía ninguna razón de aparecer. Fuimos rápido a la entrada y con la misma velocidad y efusividad  causada por los mismos nervios me despedí de ellos dos, cerrando la puerta para por fin respirar aliviada.

Odiaba mentir pero era necesario, no me podía permitir que más gente lo supiera, era mejor que Tomás, Mauro y yo fuéramos los únicos que lo supiéramos y nada de mis amigos o los otros pibes, los cuales supongo que no sabrán nada...Mierda.




No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora