13.

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- Che, ¿Qué me queda mejor?

- Lo primero que te pusiste.

- ¿Es joda? ¿Y por qué no lo dijiste antes?

- Tenía que compararlo con lo demás.- respondió Mateo con una sonrisa burlona.- Dale, vos sos linda con cualquier ropa.

- Eso no ayuda, pelotudo.

- Perdón, se me olvidó que no me querés.

- Te quiero, pero también quiero que me ayudes.

- ¿Querés que vaya con vos?

- No, está todo bien, no te preocupes.

- Si pasa algo, llamás y listo, ¿Sí?

- Sí, ya lo sé, me voy a duchar.

- Chao, te quiero.

- Chao, bebé.

Sonrió y terminé la llamada por Skype. Podría haberle pedido que viniera a mi casa, ya que él estaba en la suya, pero me era más cómodo así.

Me duché y vestí como decidimos y luego me arreglé. Me dejé el pelo suelto, me maquillé y terminé por ponerme los tacones que llevaría hoy. Después, volví a llamar a Mateo.

- Creo que me enamoré.

- ¿Ahora? Yo pensé que ya lo estabas.

- En realidad me enamoré cuando entré en tu habitación en el hotel de París y te encontré dormida, abrazada a la almohada, babeando, con el pelo revuelto y en bragas. Linda imagen.

- Lo sé, igual que vos durmiendo en el suelo de tu habitación porque te caíste en mitad de la noche y te dio paja volver a subir a la cama.

- Sólo fue una vez, ¿Sí?

- Sí, en España, porque en Portugal te encontré durmiendo en el balcón del hotel.

- Tenés buena memoria vos eh.

- Una de mis cualidades.- le guiñé el ojo, sonriendo, y comenzó a reír.

Seguimos hablando hasta que Martina me mandó un mensaje diciendo que ya estaban viniendo a por mí, así que colgué a Mateo después de una larga y cursi despedida y revisé si lo tenía todo antes de salir.

- Hola.

Les saludé al entrar en su coche y me puse el cinturón de seguridad mientras Tomás nos llevaba al boliche donde iríamos hoy, el cual yo no conocía.

- Es nuevo.- dijo Martina cuando salimos.

- ¿Así?

- Lo abrieron mientras viajabas.

Asentí y comenzamos a andar, entrando al club. Ellos dos fueron a la zona VIP, pero yo preferí quedarme afuera en la pista de baile. Agarré el primer vaso de la noche y fui con él a bailar rodeada de gente que no conocía. Por cada trago, el agobio bajaba y comenzaba a sentirme mejor.

Los pibes borrachos de alrededor intentaron aprovecharse de la situación y acercarse mientras bailaba, pero yo me alejaba sin formar ningún quilombo, yendo y viniendo de la barra del bar.

- Che, al fin te veo.

- ¡Neo! ¡Neonito!

- ¿Te pasa algo?- preguntó con una sonrisa divertida mientras me alejaba de toda la gente.

- Creo que me pasé.

- ¿Crees? Dale, vamos a los sillones de la zona VIP.

- No.

- ¿Cómo que no? No seas boluda, Lucía.

- No quiero ir.

- ¿Por qué?

- No sé, no quiero, listo. Vamos a bailar.- tiré hacia atrás pero tenía más fuerza.

- Lucía, ¿Qué pasa?

- Nada.

Suspiró y cambio la dirección. Me rellenó el vaso e hizo lo mismo con el suyo, luego me llevó fuera del boliceh. Me soltó por fin y después de un trago dejó el vaso en el suelo y comenzó a hacerse un porro.

- Dale, ahora contame.

- ¿Qué querés que te cuente?

- Lucía.- me miró serio mientras prendía el porro.

- Está bien.- resoplé y me senté en el suelo mientras le daba un trago al vaso.- No quiero verle.

- ¿A quién?- le miré con el ceño fruncido y levantó las cejas.- Pero si Tomás dijo que no había problema.

- Ya pero...decirlo es fácil.

- Vos lo dijiste.

- Sí, cuando no lo tenía a metros de mí.- suspiró y se agachó para quedarse a mi altura.- No siento nada por él pero creo que no estoy lista para tenerlo cerca, como si nada hubiera pasado. No puedo mirarle sin recordar lo que pasó.

- Lo que pasó no se puede cambiar, Lucía. Nadie te dice que sean amigos, sólo compartirán la misma sala por una noche, después si querés no vengas cuando esté él, pero...esto no te deja vivir como querés, ¿O no querés estar con los pibes?

- Obvio que sí, por eso le dije a Tomás.

- Entonces dale, que nadie te quite las ganas de joda.

Sonreí levemente y asentí. Me ayudó a levantarme y volvimos al club, pero esta vez fuimos a la zona VIP. Me agarró de la mano para darme confianza y me llevó hasta donde los demás.

- Ya la encontré.

Gritó Neo sobre la música, tomando la atención de todos. Martina me abrazó al verme y saludé a todos. Hasta que, después de que parase de reír, su mirada se clavó en mí. Asentí seria, como saludo, y él bebió de su vaso sin quitarme los ojos de encima.

Entonces, repetí su gesto y luego me fui con Martina a bailar, olvidándome de sus ojos, de su mirada fija y desafiante, de su indiferencia. Olvidándome de mi nombre, de mi pasado y bailando como si fuera mi última noche.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora