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- Y el muy pelotudo me dice que soy yo la que se van con los pibes.- Martina caminaba de un lado a otro alterada.- Mirá, no le di una piña porque tenía que irme a trabajar con resaca  no estaba para sus boludeces, pero cuando llegué a casa por la noche le ignoré como si fuera mi peor enemigo y mirá lo que le importó, que me ignoró también y hasta se fue y no durmió en casa.

Levanté mi mirada de la taza casi vacía y la encontré tapándose la cara con las manos, sollozando mientras susurraba cosas que no era capaz de descifrar. Me levanté de la silla y fui a abrazarla, dejando que soltase sus lágrimas en mi hombro.

- Me engañó, soy segura que me engañó, se cansó de mí y listo, e fue con otra.

-  Ya está Martina, calmate y todo se verá distinto.

- ¿Qué se verá distinto, Lucía?- se separó de mí.- No me quiere, ya no me quiere más.

- Eso no es cierto.

- ¡Pero si sólo le faltó llevársela al baño del boliche!

- Estaba fumado y ebrio, Martina, no pensaba con claridad.

- Los borrachos son los que dicen la verdad.

- Y los pelotudos y acá estamos.- sonrió levemente por unos segundos pero luego volvió a llorar.- Dale, seguro que se arregla, sólo tienen que hablar.

- ¿Hablar qué?

- Contar que os pasa, a los dos, y buscar una solución.

Dejó de llorar y me sonrió, abrazándome ahora ella. 

No sé en que momento habíamos llegado a esto. Estábamos casi llegando a la casa de mis viejos, la cual estaba vacía, y le dije que me iba a comprar una casa para mí y que si todo iba bien con Mateo, se mudaría conmigo para por fin tener nuestro espacio. Quizás fue eso lo que le recordó a él.

- ¿Y dónde te mudarás?- preguntó cambiando de tema.

- Estuve mirando por ahí, pero tampoco encuentro algo que me emocione de verdad.

- Yo te puedo ayudar.

- Obvio que sí.- la sonreí y me terminé el poco café que me quedaba.

- Bueno...yo creo que me voy ya.

- Dale, te acompaño a casa.

- Se supone que estamos acá porque te acompañaba yo a vos.

- Bueno, pero ahora te quiero acompañar yo.

Sonreí y ella me miró confundida, aún así aceptó y volvimos a la calle para ahora acompañarla a ella. Pasamos por delante de un parque y comencé a oír mi nombre a gritos. Me paré en el sitio y busqué quién era, aunque ya me hacía una idea.

- ¡Lucía!- me giré y me abrazó.- Hola, Martina.

- Hola, enano.

Ella sonrió y él la abrazó con fuerza. Saludé a mis viejos y les dije a donde iba, entonces me dejaron a cargo de Thiago y ellos huyeron de nosotros dos. Pelotudos.

Agarré la mano de Thiago y fuimos a casa de Martina mientras oíamos las anécdotas de Thiago. Al llegar nos encontramos con los pibes de frente.

Estaba delante de la puerta, recién salían de la casa por lo que veo. Ysy hablaba con un pibe mientras tenía a Ana pegada a él, exactamente agarrada de su culo, aunque no parecía incomodarle. Otros estaban haciendo boludeces, dándonos a entender que algunos ya iban fumados. Neo iba con una morena y atrás de él iba Mauro, besándose con una rubia, aunque parecía que se la iba a comer allá mismo. Y a su lado Tomás, con su brazo alrededor de los hombros de otra piba. Ay dios.

- ¡Che, pibes, miren quien se uno a la fiesta!- gritó Ysy mientras mi celular comenzaba a sonar.

- ¿Sí?- agarré con fuerza a Thiago y contesté al teléfono.

- Soy Mateo, ¿Qué...dónde estás?

- En casa de Martina, la fui a acompañar.

- Ah, ¿Querés que vaya a por vos? Estoy cerca, recién calí del psicólogo.

- No, mejor no.

- Lucía.

- Están acá los pibes.

- Lo sé, los oigo, por eso te dije.

- Mateo...

- Decile que sí.- me dijo Martina, desviando su mirada de ellos a mí.- Dale, decile que sí, me voy con ustedes.

- ¿Segura?- asintió y suspiré.- Mateo, dale, vení.

- Llego ya, chau.

- Chau.

Terminé la llamada y guardé el teléfono. Thiago parecía algo confundido, jamás había visto tanto drogadicto junto y yo casi ni me acordaba como se sentía ser la más sana del grupo. Les miré, exactamente a él, y me sonrió ante de volver a besarse con esa pibe. Rodé los ojos y Tomás comenzó a reíre, parece que este iba más que fumdo.

- ¡Vengan para acá, unanse a la fiesta!

- Tomás.- Martina le miró con furia, pero a él no le importó.

- ¿Qué? ¿Tenés algo que decirme?

-  ¿Y vos?

- Nada que decir, todo se vio.- sonrió apretando a la otra chica contra él. Oh, oh...

- Creo que me voy a ir...

Dijo Martina, irándome, aguantando sus lágrimas y sus ganas de llorar. Fruncí el ceño y toda la sangre de mis venas se convirtió en odio. Solté la mano de Thiago y se la di a Martina antes de comenzar a ir hacia ellos con furia. Agunos, como Mauro, me miraaban con sorpresa, otros me miraban con miedo.

Nada más llegar a Tomás, mi mano se estampó contra su mejilla, descolocándolo por completo y haciendo que se soltara de la chica. Lo agarré del cuello de la camisa y lo acerqué a mí, fijando mis ojos en los suyos.

- Te avisé, te lo dije, te amenacé con que si la hacías daño no te irías como si nada. Sos un pelotudo, drogadicto de mierda que no es capaz de mantenerse sobrio ni dos segundos así hacenos un favor y andate a costar, gil, a ver si sí comenzás a madurar y dejás de joder a la gente con tus boludeces de pelotudo.- su cara pasó de sorpresa a una mezcla de miedo y enfado.- Y dejala en paz, que así podrá encontrar a alguien mejor que vos, aunque eso no es muy difícil.

De repente oí el claxon y al girar mi cabeza me encontré con Mateo en su coche, mirándome sorprendido por la escena. Volví a mirar a Tomás y le solté con rabia, mirándole de la misma forma a los demás.

- Ojalá volver atrás y jamás haberles conocido.

- Lucía.- Mateo salió serio del auto.

Una última mirada matadora y me fui, acercándome a Thiago antes para amtenerlo cerca mío mientras Martina se entraba corriendo al auto, al igual que Mateo.

- ¿Qué mierda hacés con esos?- preguntó Mateo enfadado, aún sin irnos de allá.

- Arrancá, dale, ya te contaré.

Me miró con el ceño fruncido pero me hizo caso, dejándoles atrás.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora