35.

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- Buen día.
Levanté mi mirada de la comida y sonreí a mi mejor amiga y compañera de piso. Lo que recibí como respuesta fue la mirada de una asesina.
- No hagas joda de lo de ayer.
- ¿Qué pasó ayer?
- No lo sé, ese es el problema.
- ¿Hasta dónde recordás?
- Me llamó Alejo, me dijo que había una fiesta en su casa y Tomás no estaba. Fui y sí estaba, así que me empecé a emborrachar en vez de irme de allá y lo último que recuerdo es tirar una botella, reír y ver a Mauro acercarse a mí.
- ¿Nada más?- me limpié con la servilleta y ella negó mientras se tomaba una pastilla para el dolor de cabeza.
- ¿Pasó algo?
- Te acostaste con Tomás.
- ¡¿Qué?! Uh no, mi cabeza.- se tocó la cabeza con una de sus manos y resopló echándose con la otra mano el pelo hacia atrás.
- A ver, cuando llegué del trabajo vos no estabas, estaba mi mamá que me dejó a cargo a Thiago, que se quedó a dormir y esta mañana lo llevé al colegio y ya se encargaron de él mis viejos. Ayer, vino también Tomás a verme y nos quedamos los tres acá, pero ya por la noche nos preocupamos por vos y llamé a Mateo por si sabía algo, respondiéndome que le mentiste diciendo que te ibas a una joda en una fecha que.
- Lo siento por eso, pero el pelotudo me llamó, se me escapó que iba a una fiesta y tuve que inventar algo rápido porque sino venía corriendo hacia acá a retenerme.
- Tuvo que haberlo hecho, porque yo te busqué hasta llegar a casa de Alejo y allá Mauro me llevó hasta vos. Estabas escondida bajo las sábanas que tapaban a tu ex de cintura para abajo. Re linda la escena, la verdad, todo muy romántico.
- Ay no...¿Qué hice?
- No lo sé, pero por suerte te sacamos de allá y te traje de vuelta, cayendote del auto de Tomás cuando saliste de él.
- Que pelotuda que soy.
- Según vos ayer, es difícil decirle que no, así que...vos sabrás que hacer con tu vida.
Sonreí a mi mejor amiga y llevé mi plato al lavabo, mojandolo antes de irme al salón.
Había dormido toda la mañana mientras yo me fui a trabajar una vez dejé a mi hermano pequeño en su colegio, pero para mí se despertó mejor de lo que pensaba, aunque parecía un fantasma vagando por la casa.
- ¿Y Mauro?
- ¿Qué pasa con él?- desvié mi mirada del televisor a Martina, que estaba de pie mientras yo estaba sentada en el sofá.
- Me dijo algo, pero no recuerdo el qué.
- Llamale entonces, yo no sé nada de eso.
- Ya bueno, como dijiste que te ayudó a buscarme.
- No fue nada, le presioné un poco y ya.
- Demasiado lista para él.- dijo riendo levemente mientras desaparecía de la escena.
- Si vos supieras...
Susurré volviendo a mirar a la televisión, cambiando de canal mientras me dejaba engullir por los cojines.
Estaba aburrida. Mateo trabajaba todo el día, Tomás hoy también al igual que los demás y Martina estaba intentando averiguar qué pasó entre ella cayendo una botella y acabar en la cama con Tomás, llamando a todos los que conocía de aquella fiesta.
- Bueno, ¿Para cuándo la siguiente fiesta?- preguntó sentándose en el sillón.
- ¿Vos estás de joda?
- Vamos, será divertido, mañana a cualquier boliche.
- Tenés resaca y querés más fiesta, definitivamente tengo a la mejor amiga del mundo.- ella rió y se sentó como un indio.
- Llamé a todos y ya sé más o menos qué pasó.
- Menos a uno.
- No voy a llamar a ese gil, se creerá importante si lo hago.
- Bien por vos.
La sonreí y seguí mirando la televisión con el mismo interés que antes de que llegara. Mientras, ella no paraba de teclear en su teléfono.
De repente, el timbre sonó y ella me miró confundida. Aún así, sabía que no se iba a levantar a ver, así que yo tuve que hacer el esfuerzo de hacerlo.
Caminé arrastrando mis pies hasta la puerta y la abrí sin ganas y sin ver quién era antes de hacerlo.
- ¿Está Martina?
- ¿Y vos qué hacés acá?- le miré de arriba abajo y mi mirada se clavó en su porro.- Ah no, con eso no entrás acá si lo que querés es eso.
Resopló, me miró sin ganas de hacerme caso pero finalmente lo tiró al suelo y lo pisó. Mientras, yo me fijaba como en la lejanía nos miraban su compañía de siempre, apoyados en su auto como unos auténticos gangsters.
- ¿Está o no?
- Según, esperá acá.
Le sonreí y me giré para volver al salón, dejándolo allá. Volví al salón y sonreí de nuevo, pero esta vez a Martina.
- Tenés visita.
- ¿Quién?
- El único al que no llamaste viene a darte explicaciones en personas, al parecer.
Desvió su mirada de la televisión y se levantó enfadada del sillón. Aún así sabía que no iba a gritar porque su cabeza sino dolería como mil demonios.
Me giré sobre mí una vez más y lo siguiente que vi fue a Martina subir las escaleras con Tomás, agarrándole de la muñeca y tirando de él hacia dentro. Aún así, volví a la puerta para ver cómo dos de ellos se acercaban acá.
- Hola - sonreí a Neo, apoyada en el marco de la puerta.- ¿Qué hacen acá?
- Tomás y sus pelotudeces.- respondió él riendo y le dio una calada a su cigarro.
- ¿Qué tal?- desvié mi mirada de mí amigo a Mauro y sonreí levemente.
- Bien, cuidando siempre a alguien.
- Deberías ser enfermera.- dijo entre pequeñas carcajadas Neo.- Che, ¿Puedo pasar? Necesito ir al baño ya.
- Dale, pero el cigarro fuera.
- ¿En serio?
- Mi casa, mis normas, sino a mear a un árbol.
Sonrió y lo tiró al suelo junto al porro de Tomás. Mientras, yo le dejaba pasar a la vez que a Mauro, que guardaba su porro en la riñonera después de escuchar lo que dije.
- Linda casa.- dijo mirándola como si nunca hubiera estado acá.
- Re gracioso vos eh.- me crucé de brazos caminando detrás de él al salón.- ¿Qué tal la fiesta de ayer?
- Bien, vos estuviste, ¿Recordás?
- Si a eso le llamas ir a una fiesta.
- Bueno, si hablaras conmigo más de lo que es obligatorio, irías a mejores jodas, con mejores sitios en los boliches.
- No necesito todo eso, pero gracias.
- Uh, maduraste eh.- se sentó en el sillón y me sonrió.
- Cada uno lo hace a su tiempo.
- Yo soy maduro eh, sólo me gusta divertirme.
- Si vos decís.
Sonreí y me senté en el otro sillón. Él pasó sus manos por las piernas nervioso a la vez que miraba la sala y yo mantenía mi mirada fija en él, notando todo lo que cambió.
El pelo corto, teñido como de costumbre aunque a mí siempre me gustó de su color natural. Los tatuajes y su forma de vestir era siempre igual, pero parecía que todo en el cambiaba cada vez que le miraba.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora