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- Mauro.
- ¿Qué?
- ¿Y si llamo a Martina?
- ¿Para ir a la cena? No es de la familia.
- Vos tampoco.
- Pero casi.
- No sé, ellos la quieren y cuánto más gente mejor.
- ¿Thiago estará?
- Supongo, no sé.
- Hace tiempo que no veo a nadie de tu familia.
- Por obvias razones, pelotudo.
Se giró a verme y sonrió antes de seguir viendo su celular. Sonreí también y volví a subir las escaleras para ir al baño por fin y ducharme.
Estaba a unas horas de ir a la cena, pero quería estar lista pronto porque, aunque sólo era una simple cena en la casa de mis viejos, quería que se me viera bien. Que entendieran quién me hacía de verdad feliz.
Me había cansado de esconder algo que no debería ser un secreto. Ya se lo escondí a Mateo y así acabó. Así que, sabiendo que tarde o temprano lo sabrían, había decidido llevarle y dejar de mentir por fin.
Salí de la ducha enrollada en una toalla, al igual que mi pelo. Me sequé y después hice lo mismo con mi pelo, dejándolo suelto.
Suspiré mirándome en el espejo mientras me ponía el crop top de jersey de punto amarillo oscuro que llevaría junto a unos simples jeans de cintura alta y una campera de cuero negra como las botas de plataforma que llevaría.
Salí del baño cuando me terminé de maquillar lo poco que siempre hacía y fui al salón, donde él seguía en el sofá, pero en vez de sentado estaba tumbado.
- ¿Ya? Pero si no...
- Quiero estar bien, que todo vaya bien.
Me sonrió, posiblemente divirtiéndose al verme tan estresada por algo tan simple como ir a tu casa de siempre a cenar pero tan complicado cómo llevar a tu pareja contigo y que además esta sea odiada por toda tu familia por una pelotudez del pasado.
Me senté al final, dejando sus pies descalzos en mis piernas y sacando mi teléfono como él para estar cada uno a la suyo, mirándonos de reojo pero sin decirnos nada.
Las horas pasaban lentas, torturándome por los nervios, pero al fin él se levantó para desaparecer unos minutos.
- Ché, ¿Al final irás?
- Sí, iré.
- Ya me dijo tu hermana que irías, ¿Pero con él?
- Sí, sí, iremos juntos.
- Vaya, ¿Lista para la guerra amiga mía?- suspiré oyendo a Martina.
- No lo sé, pero al menos será con él.
- Cuando terminen me llamás, ¿Sí? Pase lo que pase.
- Sí, vos tranquila, chao.
- Chao.
Terminé la llamada inesperada de mi mejor amiga y al levantar mi mirada él ya estaba listo. Por supuesto, con sus cadenas, sus anillos de siempre, unos simples pantalones negros con una chomba roja de Lacoste. Sonreí y me levanté del sofá para ir hacia él.
- Pensé que te la había robado con tu chain de Roque.
- Pelotuda.- susurró mientras le repeinaba mejor con su mirada en mis labios mientras mis ojos estaban en su pelo.
- Dale, vamos a llegar tarde al final.
- Espera
- ¿Qué?
Sonrió y me besó cuando ya había dejado de acariciar su pelo. Sonreí entre el beso y me abracé a él pasando mis brazos alrededor de su cuello. Cuando noté que comenzaba a caminar hacia atrás, hacia las escaleras, me separé de él.
- Mauro, ahora no.
- Está bien, está bien, era por si querías quitar tensiones.
Rió y yo le di un golpe leve en el hombro, poniendo mis ojos en blanco mientras me daba la vuelta y abría la puerta para salir.
Como siempre, nos tocaba andar porque yo aún no tenía auto y él no quería manejar teniéndome a mí, así que tampoco pensaba comprarse uno.
Con las manos agarradas, riendo e intentando relajarme, llegamos por fin a la casa. Esta vez no miré la suya, no hacía falta porque tenía al que quería justo a mi lado, sonriendo como un bobo e ignorando el peligro que corría en la casa de mis viejos.
- Parece que Paula llegó pronto.- dije viendo el coche de su novio aparcado unos coches más a la derecha.
- Uh Paula.- me sonrió y yo fruncí el ceño, haciéndole reír.- Es joda.
Negué con la cabeza y él besó mi mejilla antes de morderla cuando ya estábamos delante de la puerta. Sonreí y le aparté para llamar por fin.
Respiré profundamente oyendo los pasos en el interior hasta que la puerta se abrió. Su novio nos miró y sonrió.
- María está en la cocina, tu viejo aún no vino de laburar y Paula está con Thiago en el salón.- dijo mientras nos dejaba pasar
Miré la puerta de la cocina cerrada y suspiré pensando que aún no tendría que enfrentar a mí viejo. Mientras, Mauro pasó como si fuese su casa, yendo al salón.
- ¡Mauro!
Me di la vuelta y vi como Thiago se levantaba del sofá, dejaba de ver Toy Story e iba corriendo a abrazar a Mauro, que reía viendo a mi hermano pequeño.
- Hola.- sonreí levemente a mi hermana y ella me imitó el gesto.
- ¡Lucía! ¿Por qué no me dijiste que venía él?
- Se me olvidó, enano.
Dije abrazando a mí hermano una vez soltó a Mauro, que se saludaba con Paula, la cual le miraba con poca confianza. Aún así, sabía que aceptaba la relación aunque fuese raro vernos a los tres en la misma sala sin gritarnos.
- ¿Quién llegó?
Preguntó alguien detrás de mí después de que se oyera una puerta. Al girarme a la vez que Mauro, vi a mi madre mirándonos sorprendida mientras Thiago corría a la cocina a ver qué se hacia allá.
- Lucía...
- Hola, mamá.
- ¿Qué hace él acá?- preguntó sin quitarle la mirada de encima y él desvió sus ojos a mí.
- ¿No querían conocer a mi pareja? Acá está.
- ¿Él?
- Sí, ma, Mauro.
Sus ojos por fin dejaron de vigilarle para tenerme ahora en su punto de mira. Se acercó a mí, me agarró de la mano y tiró de mí a la cocina, echando a Thiago.
- ¿Él? ¿Otra vez?
- La última oportunidad, ma.
- No me importa, te hizo daño, dos veces y ahora no habrá ningún Mateo que arregle tu pobre corazón.
- Nunca lo hizo, nunca pude olvidarle.
- Lucía...- se apoyó en la encimera y chasqueó su lengua.- Tu padre se va a enfadar.
- Lo sé y no me importa, quiero estar con él y ya fue, soy mayor, tengo mi propia casa y mi propia vida. No pueden prohibirme estar con alguien teniendo la edad que tengo.
Repetí el discurso que me dio Paula mientras me miraba fijamente, en silencio, pensando. Suspiró y se despegó de la encimera para caminar a abrazarme.
- ¿Te hace feliz?- preguntó sin soltarme y sonreí.
- Mucho, el que más.
- Entonces mientras no dejes de estarlo ni hagas ninguna boludez, todo bien.
Se separó y me sonrió, acariciando mi mejilla antes de darme un beso en ella y salir de la cocina juntas, yo aún sorprendida aunque supiese que ella era más comprensiva. Al llegar todos dirigieron su mirada a nosotras.
- Si volvés a joderlo, te corto las bo...
- Creo que lo entendió.- dijo Paula rápido, haciendo reír a su novio.
- No lo haré.- respondió Mauro sonriendo a mi madre, que asintió.
Sonreí y me acerqué a él mientras ella se alejaba, dándole un corto beso antes de agarrar su mano y llevarle al sofá a ver el final de la película con Thiago mientras la otra pareja se iba a ayudar a mi madre.
- Ché, pibes, todo listo acá.
- Dale, Thiago, ya terminó.
- Pero los créditos...
- Si te levantas te compro lo que quieras.
Dijo rápido Mauro y Thiago se levantó rápido, corriendo a la cocina. Le miré y sonrió como un nene.
- Lo hizo, ¿No?
- Más te vale comprarle lo que sea que te pida.
- Sabés que lo haré.
Sonrió y yo asentí, ignorando como chantajeaba a mí hermano pequeño para volver a besarle ahora que no había nadie.
De repente, la puerta sonó y cuando nos separamos vimos a mi padre entrar con cara de cansado. Aunque la cara le cambió cuando le vio a él.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora