19.

737 40 1
                                    

- Cariño, ya sabés que me encanta que esté por acá Mateo, pero por favor, ¿Puede parar de dormir todas las noches acá?- reí levemente, pero mi viejo se quedó serio.

- Tranquilo, pronto nos vamos.

- Genial, porque me hincha las...¿Cómo que se van?

- Sí, encontré una casa perfecta para mí y así pues no tendrán que molestarse por nosotros ya.

- ¿Pero vivirán juntos? ¿Y cuándo decidiste todo esto?

- Hace tiempo, pa, pero no viviremos juntos. Será mi casa y él dormirá a veces allá, así no tenemos que ir de casa en casa ni molestaros ni a vosotros ni a sus abuelos.

- Bueno...es una gran idea, ¿Pero tenés plata?

- Todo lo que ahorré después del viaje a Europa y de lo que me sobró.

- Vaya...lo tenés bien organizado.

- Ya no soy una nena.

Afirmé levantándome de la silla de la cocina y me acerqué a él sonriéndole antes de besar su mejilla e irme. Subí a mi habitación, agarré mis cosas y me despedí de mis viejos, agarrando la mano de Thiago.

Fuimos hasta la parada del colectivo juntos y después le acompañé hasta la entrada de su colegio. Finalmente, llamé a un taxi y este me llevó hasta mi trabajo. Algún día me compraré un coche y no tendré que ir pasando por todos los taxis y colectivos de esta ciudad.

Saludé a mis compañeros y me senté en mi lugar, sacando lo necesario para después comenzar a trabajar durante toda la mañana. Horas después, me despedí y salí del edificio, encontrándome con Mateo y su auto.

- Hola.

- ¿Tus viejos ya se cansaron de mí?- preguntó sonriendo ante de que nos diéramos un corto beso.

- Algo así, pero ya saben de la casa a donde voy.

- ¿La vieron?

- No, no..sólo le dije a mi viejo.

- Lucía, en dos días ya empieza tu contrato, tenés que estar ya allá.

- Lo sé, lo sé...por eso he pensando un buen plan para hoy.

- ¿Cuál?

- Vos me ayudarás a empacar todo, ¿A qué es divertido?

- Divertidísimo.

Dijo con una sonrisa falsa, haciéndome reír. El auto comenzó a moverse hasta aparcar de nuevo entre nuestras dos casas, aunque la mía pronto sólo será la de mis padres.

Nos despedimos con un abrazo y cada uno se fue a sus casas. Saludé a mi familia y me senté con ellos a comer mientras les contaba como era la nueva casa y que me tenía que ir en dos días. Thiago, que disimulaba bastante mal su pena, se ofreció a ayudarme con la habitación y mis cosas con la escusa de que así tendría más espacio para sus cosas y no le importaba mi mudanza. Pero hasta él sabía que me iba a extrañar.  

Subí a mi habitación y comencé a guardar un par de cosas para después tumbarme en mi cama y verme dos capítulos de la serie que estaba viendo. Horas después, la puerta sonó y fui a abrir con Thiago detrás de mí.

- ¿Martina?

- Mateo me contó que iba a ayudarte y como ahora vivimos en la misma casa, no me costó nada venir acá.

- Y parece que no eres la única que viene a ayudar.

Thiago sonrió ante la mirada divertida de Mateo y abracé a Martina, dejándoles después entrar para subir los cuatro juntos y, con música de fondo y a todo volumen, comenzamos a sacar cajas y llenarlas con mis cosas.

- Che, mirá.- Martina sacó la mano del fondo de uno de los cajones de mi escritorio y en ella tenía un marco de fotos lleno de polvo y con el cristal roto.- Esperá, que lo limpio.

Con un trozo de tela que utilizábamos para limpiar el polvo, sacó todo lo sucio y sonrió con nostalgia al ver la foto. Después la giró, aunque sabía que a mí no me haría sentir lo mismo que a ella.

Era una foto mía, de adolescente. Tenía el pelo más largo que ahora y más liso, quizás más cuidado. Mis ojos estaban cerrados y sonreía enseñando el aparato que tenía en mis dientes, aunque tampoco se notaba mucho porque era transparente.

Y ahí estaba él, a mi lado, con su brazo alrededor de mis hombros y agarrando con su mano la mía. Aún tenía el pelo negro y más largo que ahora, no tenía ningún tatuaje y en general tenía menos aspecto de pasar por una vida de "rockstar". Sacaba la lengua a la cámara manteniendo la cara seria, pero aún así se podía notar la diversión en algunas facciones.

Mateo la miró indiferente y Thiago comenzó a reírse de mis dientes, mientras que yo sólo me mantenía en silencio, observándola con cuidado. Fue al comienzo de nuestra relación, antes de todo. Antes del Quinto Escalón, antes de que se interesara de verdad por el rap...

En mi rostro apareció una pequeña sonrisa recordando todo los momentos que pasamos juntos. Cuando me hacía reír con sus boludeces de nene pequeño, las cuales ya no soporto. O cuando no paraba de mirarme cuando salíamos de joda, pero no con celos, sino con orgullo sabiendo que hacía feliz a su piba. Cuando me gritaba solo para llamarme o me besaba sin necesidad  luego de pedir perdón. Todo antes era más simple, más perfecto. Ahora sólo somos las ruinas de lo que una vez fue un gran monumento.

Martina me sonrió para apoyarme cuando se dio cuenta de que mi rostro comenzaba a cambiar recordando todo el desastre que fuimos al final de nuestros días juntos. Dejó la foto en el escritorio, quitando los trozos de cristal roto y siguiendo con la mudanza.

- Estoy cansando.- dijo Thiago.

- Voto por ir a cenar fuera.

- Me gusta esa idea.- afirmó Martina apoyando la idea de Mateo.- ¿Venís?

- Sí, dale, vamos.

Sonreí y Mateo se acercó a mí, pasando su brazo alrededor de mi cintura y dándome un pequeño beso en la cabeza. Los cuatro bajamos y dejé una nota para mis viejos diciéndoles a donde íbamos.

Fuimos a un restaurante cercano y entre risas y anécdotas cenamos para después despedirnos y Thiago y irnos a nuestra casa. Saludamos a nuestros viejos al llegar y luego subimos  nuestras respectivas habitaciones.

Me cambié de ropa y, cansada, dejé todas las cajas en una de las esquinas de mi habitación, la cual estaba casi vacía. La miré poco a poco y sonreí recordando todo lo que viví acá dentro. Las noches con Mateo, las tardes con Martina y nuestra ropa, las mañanas con Thiago despertándome o jugando a las cartas cuando no hay clases. O mi primer beso con Mauro...o aquella vez que le escondí de mis viejos durante todo el día hasta que se pudo ir.

Bajé mi mirada sintiendo como la tristeza me invadía a causa de la nostalgia. Miré el escritorio y me acerqué a él, agarrando con delicadeza el marco de la foto. Volví a sonreír y una de las lágrimas que tenía acumulada en mis ojos cayó por mi mejilla hasta caer al suelo. Fui hasta una de las cajas y la abrí, metiendo después la foto.

Cerré la caja y me acosté, cerrando los ojos y recordando lentamente todo lo que viví a su lado.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora