25.

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Sonreí al espejo, hacia tiempo que no me veía así.

Han pasado tres días desde que me fui de Buenos Aires a Córdoba con mi hermana y su novio como solución a mis males. Hoy, por fin volvía a mi ciudad sabiendo por Neo que Mauro estaba desaparecido, así que no lo volvería ver en mucho tiempo.

- ¿Lista?

- Lista.

Sonreí al novio de Paula, mi hermana pequeña, y salí de la que era la habitación de invitados donde he estado durmiendo. Al bajar, ella nos esperaba en la puerta, sonriéndonos a los dos y saludando a su novio con un beso cuando llegamos hasta ella.

- Vamos, las cosas ya están en el auto.

Asentí sonriendo y salimos uno a uno de la casa para entrarnos en su coche, donde su novio conducirá hasta llegar a Buenos Aires y allá pasaran la noche para irse a la mañana siguiente. Iba a ser un viaje muy largo.

Paramos horas después para comprar algo en una gasolinera y comer en el coche antes de volver a la carretera, escuchando música, hablando y jugando a juegos que no desviaran mucho la atención del conductor. Y volvimos a parar mientras anochecía para descansar cuando ya estábamos cerca de la ciudad. 

- ¿Qué te espera al volver?- preguntó él y levanté la mirada del teléfono.

- No sé, amigos, novio...

- ¿Volverás con él?- preguntó Paula, que sabía lo que había pasado.

- Estos días lejos me han ayudado, aunque hayan sido pocos.

- Mejor pocos que más, ¿No?

- Si hubieran sido más se queda a vivir allá, como hice yo.- respondió Paula riendo, haciendo a su novio reír y a mi sonreír.

- Bueno, al menos todo se asentó y...y se lo que quiero.

- O mejor dicho, a quién quieres.

Asentí y él sonrió yendo hacia el lugar de conductor. Nos volvimos a subir al coche y emprendimos de nuevo el corto camino que nos quedaba hasta casa. Tenía decidido que iría a ver a mis padres antes de ir a mi casa con ellos dos, que dormirían allá para evitar demasiadas preguntas de mis viejos.

Por fin, mientras se oscurecía el cielo, llegamos a la ciudad iluminada por las farolas. Mientras nos preparábamos para salir, nos acercábamos a nuestra casa y con ello también a la de Mateo.

- Por fin.

Aparcó justo en frente y salimos sin hacernos esperar. Agarré mis valijas y fuimos los tres juntos hacia la casa, llamando para después esperar a quién nos abriera. Minutos después, mi hermano pequeño apareció con una sonrisa.

- ¡Lucía! ¡Paula!

Sonreí y nos abrazamos los tres, dejando después que saludara a su novio mientras entrábamos en la búsqueda de nuestros viejos, que finalmente estaban en el salón, levantándose de sus asientos para ir a saludarnos.

- Lucía, hija, ¿Estás mejor?

- Sí, ma.

- Espero que lo arregles con Mateo, es un lindo pibe.

- Lo es.

Sonreí a mi viejo. Ellos sabían de mis problemas con Mateo, pero no sabían quién los había provocado, ya que sabía que no sería de su agrado saber de Mauro. Nos sentamos los seis a cenar y conversar de nuestros días en Córdoba, sobre todo la pareja, ya que yo sólo estuve días y para alejarme de todo.

- ¿Y ahora qué harán?

- Nosotros mañana nos vamos.

- ¿Dormirán acá?

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora