37.

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El auto frenó delante de la puerta de mi casa y yo me giré a verle. Le sonreí y sin decir nada, mientras me quitaba el cinturón, le besé lentamente.
- ¿Qué harás esta noche?
- Ya te dije, voy al cine con los pibes.
- Que paja, yo me quedaré en casa seguramente.
- Vos siempre te quedas en casa.- él sonrió y yo fruncí el ceño.- Nunca viniste de fiesta con nosotros.
- Nunca se dio la oportunidad.
- En la próxima, ¿Sí?
Asentí sonriendo y él sonrió una vez más antes de besarme sin soltar el volante con una de sus manos, ya que la otra había pasado del cambio de marcha a mi pierna.
Sonreí entre los besos, pero no los corté. De eso se encargaron unos golpes en el cristal del auto.
- ¿Qué mierda hacés?- pregunté molesta al verla asomada a la ventana, sonriendo como una loca.
- Dale, salí y dejá ya a tu noviecito.
- Parece que te reclaman.
- Andate a la mier...
- Epa, calma, sólo dio unos golpes al cristal.- fulminé con la mirada a Mateo por defenderla y resoplé, agotada.
- Está bien, ya salgo.
- Gracias.- ella sonrió, yo me giré y besé de nuevo, pero por un corto tiempo, a Mateo.
- Chao.
- Chao.
Sonrió y yo abrí la puerta, saliendo. Ya afuera, ignorando a Martina, le despedí con la mano y él, sin quitar su sonrisa, se marchó.
- ¿Qué mierda querías?
- Dale, no hay tiempo para pelotudeces.
Agarró mi muñeca sin hacer mucha fuerza y tiró de ella hasta llevarme de vuelta a casa.
Yo quería dejar el maletín del trabajo en el salón, pero ella siguió tirando de mí hasta mi habitación, así que lo tiré a la cama.
- ¿Qué...?
- Mirá, elegí algo y ya luego vemos, chao.
Ella sonrió y salió corriendo de mi habitación, dejándome sola mirando mi armario abierto por ella. Creo que se había vuelto loca.
- ¡Martina!
- ¡¿Qué?!- la oí gritar desde su habitación.
- ¡¿Para qué me visto?!
- ¡Para divertirte, nena!
Puse los ojos en blanco y cansada me levanté a buscar cualquier cosa, tampoco tenía muchas ganas de seguir sus juegos de cuando no tenía que trabajar y se aburría.
Tiré lo que elegí a la cama junto al maletín y luego yo me dejé caer en el colchón, cerrando los ojos para respirar profundamente y descansar. Pero de nuevo, ella interrumpió mi momento abriendo de un golpe la puerta.
- ¿Qué es esto? ¿Esto elegiste?
- ¿Qué pasa ahora?- pregunté cansada sin abrir mis ojos. Lo siguiente que sentí era como me sentaba tirando de mis manos, obligándome a mirarla.
- Es una fiesta, nena, no una reunión de amigos en una casa.
- ¿Una fiesta?
- Vamos a un boliche.
- ¿Qué? ¿Quién? ¿Por qué? ¿Cuándo se decidió esto?
- Cuando te dije que había que ir de fiesta hace dos días y lo siguiente que hiciste fue irte a vivir durante eso dos días a casa de tu novio, olvidándote de tu mejor amiga.
- Vaya, ¿Todo eso hice?
- Sí, pelotuda, así que no me importa si estás cansada. Levántate, buscá algo decente para un buen boliche y luego te duchas y te arreglas.
- ¿Con quién vamos?
- Las dos solas.
Dijo rápido antes de salir corriendo de mi habitación. Resoplé cansada pero sabía que si íbamos las dos solas ella se emborracharía rápido y si con suerte no desaparecía, volveríamos pronto, así que me levanté a hacerle el favor.
Elegí lo que mejor vi y me fui directa a la ducha tal y como me mandó. Salí, me sequé y me vestí con un crop top rojo, unos jeans negros ajustados a mi cintura por un cinturón del mismo color y una campera blanca simple por el frío. Me sequé el pelo, lo dejé suelto para que me diera más calor allá fuera y me puse las primeras botas que vi y encajaban con todo lo que llevaba. Terminé por maquillarme sin muchas ganas, simplemente lo necesario, y salí del baño ya lista.
Bajé y me encontré con Martina en la puerta, mirando su teléfono y ya arreglada.
- ¿Cómo lo hiciste?
- Porque ya me duché de antes y no me hacía falta mucho.- sonrió y guardó su teléfono.- Dale, vámonos.
Resoplé agarrando una riñonera negra donde guardé mis cosas y me la colgué saliendo de la casa. Y justo en frente de nuestra puerta había un taxi. Miré a Martina y ella sonrió.
- Lo llamé yo.
Me agarró de la mano y tiró de mí hasta el auto. Saludamos al taxista y ella le dijo la dirección del boliche mientras yo miraba desde la ventana mi casa, deseando volver, meterme en la cama y ver alguna película allá.
Minutos después, el taxi se paró y Martina le pagó, bajándonos. Nos quedó justo en el final de la cola para entrar al boliche. Genial, ahora a esperar.
- Vení.
Me agarró de la mano y Martina comenzó a andar hacia delante de la cola bajo mi mirada confundida. Al llegar a la entrada le dijo algo en el oído al guarda, este sonrió y la dejó pasar y con ella, iba yo detrás.
Nada más entrar, el calor se hizo presente en mi cuerpo mientras Martina seguía tirando de mí hacia la barra.
Al llegar, mi sentido olfativo se había acostumbrado a el olor de todas las sustancias que había en este boliche, así que me encontraba lo suficientemente bien para pedir yo sola lo que quería.
- Espérate acá.
- No, Martina, no me dejes...
Pero, ella se marchó y me dejó sola en la barra bebiendo sin ganas y mirando toda la sala con atención, intentando ignorar la música sin éxito.
- Vení.
De repente, entre la gente volvió a aparecer para agarrarme del brazo y volver a guiarme, así que dejé de hacer fuerza y me dejé llevar por ella una vez más.
De repente me encontraba en la zona VIP, yendo hacia el grupo de Mauro que reía mientras bebían, bailaban y fumaban como solían hacer.
- Dijiste que solas.- respondí rápido al verles.
- Sí, bueno...a Mateo le dije que iba de fiesta con vosotros.
- Te odio, te odio, te odio.- repetía mientras estábamos por llegar y ya nos miraban.- Hola.
- Mirá quién vino.
Neo me abrazó al verme y lo mismo hicieron otros como Alejo o Khea mientras que Mauro prefirió sólo sonreírme antes de fumarse su porro.
- Martina...- la miré y ella sonrió apoyando su mano en su hombro.
- Sólo amigos, tranquila.- Tomás me sonrió y bebió de su vaso sin quitar su mirada de mí.
Me quería matar, me acababan de hacer una encerrona cuando yo le dije a mi novio que a estas horas estaría seguramente dormida en mi cama sin alcohol ni otras cosas a mí alrededor.
- ¿Estás bien?- levanté mi mirada del vaso hasta encontrarme con Mauro, que me miraba con algo de preocupación aunque parecía tranquilo.
- Quiero vomitar.
Dije de repente y levantó sus cejas. Asintió lentamente, bebió de un trago todo lo que había en su vaso y se lo dio a Alejo, diciéndole algo en su oído antes de agarrarme de la mano y alejarme de allá.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora