Capítulo 10

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Hoy es lunes de Vivir o Morir.

Gracias por vuestro apoyo y por la espera de los findes. Intentaré avanzar un poco durante esta semana ya que en el finde no pude escribir nada porque estaba malilla... Pero como ya estoy mejor voy a intentar avanzar en la escritura para regalaros este viernes un capítulo.

Un besazo enorme y espero que os guste.

❤❤❤❤❤❤❤

Capítulo 10

- Prométeme que mañana vendrás conmigo a la rehabilitación - le pedí a mi amigo Felipe.

Esa mañana había vuelto de la rehabilitación totalmente dolorido. Los ejercicios que programó Camila para mí fueron muy duros y el gran esfuerzo que comportaban, suponía un cansancio extremo para mi cuerpo. Ella comentaba entre risas que era un exagerado y yo le mostraba mi mejor sonrisa.

- Benjamín tan solo es el principio... - me advirtió ella a la vez que movía mi pierna de arriba y abajo. - Y no te la voy a poner fácil.

- Me portaré bien entonces... - sonreí de manera seductora.

Y es que era cierto que lo único que me salvaba de aquella tortura era ella. Desde que la conocí por primera vez, mi mente no paraba de pensar en ella. Incluso la noche pasada soñé con ella. Esa chica me tenía hasta las manos. Su dulce sonrisa se me antojaba cautivadora y su voz era una suave y delicada melodía para mis oídos. Aunque, a decir verdad, esa mañana Camila no estaba tan receptiva como el día anterior. Yo le resté importancia porque un mal día lo tiene cualquiera. Y a ella le perdonaba todo.

Felipe no paraba de decir que era un boludo, que la conocía de dos días. Admitía que no me reconocía. Y sí. Acepto que me dio fuerte. Pero, ¿y qué? Esa chica tenía algo. No sabía bien el qué. A lo mejor porque era muy diferente a las chicas que solía transar. No era la típica Barbie, más bien era el mismísimo ejemplo de la sencillez. Supongo que lo que más me atrajo fue, sorprendentemente, su mirada. Sus ojos transmitían algo que no sabía describir, pero suponía una atracción muy fuerte por descubrir.

- Esta bien, mañana te acompaño. Así dejamos al pobre Octavio que descanse de vos. - accedió mi amigo

- Dirás que YO descanse de él... No sabes lo que es aguantarle todo el día. Las veinticuatro horas del día - le dije derrotado en el sofá

- Bueno... Vos sos un poco complicado. - se sinceró y yo le miré de lado. - No me mires así. No sé por qué te comportas así con él, no te ha hecho nada ni lo conoces para juzgarlo de ese modo.

Me quedé pensativo. No sé si era el momento y la persona correcta de hablar sobre ello, pero desde que vi por primera vez a Octavio todos mis esquemas cayeron. No paraba de darle vueltas al sueño que tuve con esas siluetas y la coincidencia de soñar con Octavio antes de conocerlo. Cuestionaba que fuera un sueño como tal, pero me avergonzaba el pensar que eso hubiera ocurrido verdaderamente.

- ¿Te cuento algo? - susurré para ganar más intimidad. Mi amigo asintió. - Jura que no le contarás a nadie.

- Palabrita.

- Es algo que me está dando vueltas en la cabeza y no consigo encontrar una explicación coherente.

- Dale Benja, deja la incertidumbre para otra ocasión - me apremió.

- Soñé con él - mi amigo comenzó a reír exageradamente. Yo miré a ambos lados asustado. - Pará que te va a escuchar tarado. - le regañé

- ¿Soñaste con tu cuidador? ¿No sabía que te gustaba...? ¡Que calladito lo tenías! - bromeó.

- Eh, no me hace gracia. Déjame explicarte - le pedí. - Fue cuando estaba en coma. Tuve unos sueños muy extraños. Era como si estuviera allá arriba - señalé al techo.

- Ajam - dijo Felipe mirando hacia el techo del living. - ¿En la primera planta de tu casa?

- Definitivamente eres estúpido. - me desesperé. - ¡En el cielo! Y tres personas me juzgaba por la mierda de pibe que era y Octavio me salvó... Al principio, creí que era un sueño, pero cuando lo vi con mi vieja acá... - hice una pausa - Me ha hecho dudar y no sé bien qué pensar...

- ¿Es una joda? - sonrió Felipe. - Te quieres reír de mi o algo.

- ¿Crees que tengo cara de joder? - pregunté

- Benjamín, el accidente te dejó hecho mierda - negó con la cabeza - ¿Crees tus propias palabras?

- Si... ¿No es casualidad que el tipo que me salvo de allá, esté acá ahora cuidándome?

- Benjamín estuviste en un coma profundo. Fue un sueño y pura casualidad. Quizás tu mente asoció a Octavio con la imagen borrosa de tu sueño...

- La imagen de Octavio era nítida en mi sueño. - recalqué.

- Vale - aceptó él a regañadientes. - Pues el pobre por salvarte del demonio, ahora le tocará hacer penitencia con vos.

- ¡Qué gracioso! - le miré de mala gana.

Fue un error contarle nada. Estaba bastante enfadado. Sabía que nadie iba a creerme. Es que era de película. ¡Una puta locura!

- Cambiando de tema. - dijo Felipe - Esta noche salgo con Coco a tomar unas birras. ¿Venís?

- No. - negué en rotundo. - Ya sabes que las cosas andan mal entre Coco y yo.

- ¿Y? Es el momento perfecto para limar asperezas y solucionar las cosas.

- ¿Cómo? ¿Con mi imagen en silla de ruedas? ¿Será lo suficientemente penoso para perdonar todas las cagadas que me mandé? - mi voz quebró

- Benja... Es Coco. Nuestro amigo. Somos los mosqueteros. - recordó con una sonrisa. - No le hace falta una silla de ruedas ni tan siquiera tu accidente para arreglar las cosas. Él también quiere solucionar todo lo que pasó.

- No - negué de nuevo. - Además, nadie puede verme así. Llegan los paparazzis a verme y mi carrera se va al garete

- ¿Quieres dejar de ser tan cínico, por favor? - me pidió sin apenas paciencia. - ¿Qué más da el qué dirán? Benjamín deja de lado tu trabajo y tu imagen.

Debía admitir que la imagen de la silla de ruedas era más bien una excusa. Era cierto que me importaba, pero también tenía los medios suficientes para zafar de la prensa. Pero me daba un miedo atroz el reencontrarme con Coco. Coco era otro de mis grandes errores antes de esta segunda vida. Pero no estaba preparado para enfrentarme a ello. Aún no.

- Más adelante. - le pedí. Felipe observó mi gesto y supo que era mejor dejarlo estar.

- Te voy a decir una cosa, para terminar... - puntualizó. - Creo que ligarías más así.- señaló la sillas de rueda - No sé, te da un toque misterioso que da morbo - rió

- Ah bueno, después era yo... - reí ante la ocurrencia de mi amigo. Sabía perfectamente cómo animarme.

Felipe rió y miró la hora en su reloj.

- Tengo que marcharme. - dijo. - Mañana nos vemos y conozco a Camilita, la futura Señora Rojas... Pobrecita, si te da bolilla es que no sabe dónde se mete.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora