Capítulo 22 {1º Parte}

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Capítulo 22

Primera parte

Hoy me había permitido el lujo de levantarme más tarde de lo habitual.

El día anterior había sido todo un caos y a la noche me agarró un fuerte dolor de cabeza, supongo que por el nivel de estrés que tuve. Durante la noche, reflexioné en la conversación que tuve con Jazmín. No me parecía mal ni un solo consejo que me dijo. Siempre había medido mis actos para mostrar mi formalidad y profesionalidad, pero la relación con Benjamín era complicada y no bastaba. Tenía razón, debía dejarme llevar.

Por eso, esta mañana me levanté más tarde lo habitual y preferí llegar a mi hora. Cuando me levanté, me dirigí al baño. Me lavaba la cara cuando un pequeño detalle abordó mi cabeza.

Reinaba el silencio.

Me dirigí con sigilo a la habitación de invitados y abrí la puerta cuidadosamente. Luisana y las niñas no estaban. Enarqué las cejas extrañadas y, por un instante, pensé en Mariano, su marido.

¿Nos habría encontrado?, pensé en voz alta.

Me apresuré a mi habitación y agarré el móvil. Tecleé lo más rápido posible y esperé mientras escuchaba los tonos de llamada. De nuevo, me dirigí a la habitación de Luisana y abrí su armario. La ropa de las niñas y ellas aún estaban.

La ansiedad de nuevo se apoderó de mí. Corrí a mi habitación y me vestí rápidamente. Agarré la mochila y metí en ella los papeles de la sesión de hoy de Benjamín.

- ¿Aló? – la voz de Felipe resonó en el auricular de mi celular.

- Felipe qué bien que me cogiste...- suspiré aliviada. – Luisana desapareció.

- ¿Cómo que desapareció? – alzó la voz nervioso.

- Sí, recién me levanté y extrañé que hubiera tanto silencio en mi casa. Me acerqué a su habitación y no estaba. Tampoco estaban las niñas.

- ¿No te dejó ninguna nota?

- No y la he llamado, pero no responde. – dije angustiada. - ¿Qué hago Felipe?

- Dejámelo a mí. – me pidió. – La encontraré

- Por favor, en cuanto sepas algo avísame. – le pedí. – Me temo lo peor

Después de colgar el llamado de Felipe, me apresuré para salir de casa y dirigirme a la casa de Benjamín. Inspiré cogiendo fuerzas, las iba a necesitar en el día de hoy.

En cuanto llegué al complejo, Octavio abrió la puerta con una sonrisa y me invitó a pasar.

- Buenos días, ¿qué tal el día? – se interesó

- Bien, gracias. – agradecí - ¿Y Benjamín?

- Está con Rosana en la cocina, terminando de desayunar – me explicó. - ¿Venis o lo esperas en el gimnasio?

- Te acompaño.

Seguí al hombre hasta la cocina. Benjamín estaba junto a Rosana planificando lo que parecía ser la comida de ese día. Él bromeaba con la mujer que parecía algo sonrojada. Sonreí ante la naturalidad de aquella escena.

- Hola – saludé desde la entrada de la cocina.

Ambos me miraron y supe apreciar cómo Benjamín borraba su sonrisa.

- ¿Has desayunado? – me preguntó dubitativo.

- Si – mentí.

Octavio nos miraba a ambos, pues la tensión se palpaba en el ambiente.

- Yo ayudo a Rosana mientras que vos haces las sesiones – le habló Octavio a Benjamín

El asintió con la cabeza para después volver a posar sus ojos en los míos. Me removí inquieta como cada vez que entablábamos ese contacto visual. Me acerqué con cautela hacia él y nos dirigimos al gimnasio.

Comenzamos con la sesión de hoy y le realicé los ejercicios que tenía programados. Nuestra conversación se basó en un intercambio de palabras lo suficientemente educadas y relacionadas con la rehabilitación. La incomodidad entre ambos era latente.

Para finalizar la sesión, saqué de mi mochila un aparato curvo. Lo situé en la rodilla derecha, en primer lugar.

- Da un poquito de calor, pero no te quemará – le informé activando el utensilio.

Permanecí junto a él en la colchoneta, sentándome justo a su lado y apoyando mi espalda en la pared. Ambos mirábamos a un punto fijo.

- Camila

- Benjamín

Ambos decidimos hablar a la vez y reímos como un par de tarados.

- Habla vos, perdona – se disculpó Benjamín esta vez mirándome

- Siento lo de ayer – comencé a decir. – La cacerolada y lo del desayuno. Yo no soy así. Me comporté como una pendeja con ese juego tan absurdo. Lo siento.

- No pasa nada. Me lo merecía por gil – le restó importancia. – Aunque parezca mentira, la pasé bien con vos - rió

- Tu cara no decía lo mismo – lo miré.

- Puede ser, - se encogió de hombros. - tampoco estoy acostumbrado a mujeres como vos.

Achiqué los ojos ante aquella confesión. ¿Mujeres como yo?, pensé. Enarqué las cejas. ¡De nuevo con ese tema! Este chico no podía pensar en otra cosa que no sea tranzar. Era un estúpido. Mi enojo se instaló en mi rostro.

- No me malinterpretes – me pidió al ver mi actitud. – No estoy acostumbrado a que me enfrenten y me digan cuatro verdades a la cara.

- Ya – relajé el cuerpo, aunque no muy convencida. – De todos modos, estuve mal.

- Yo igual también te di pie – reconoció. – Lo siento por amenazaros a todos en la clínica. Llevas razón. Todo esto son consecuencias de un error que cometí y debo bancarmelo. Siempre desvío "balones afuera" para no enfrentarme a ellos y ya va siendo hora que los asuma como vos dijiste.

Yo lo miré atónita. ¿Me estaba dando la razón?

- Y perdón por lo que te dije ayer. – continuó refiriéndose a nuestro acercamiento. – No debí hacerlo, no nos conocemos lo suficiente para tratarte de ese modo. – admitió. – Pero... Necesito que sepas que yo nunca te haría daño. Sería incapaz de hacer daño a una mujer.

Me agarró la mano con la intención de mantener mi atención. Sin embargo, no fui capaz de mirarlo a los ojos. Mi atención se posaba en su mano. Aquella mano que estaba en contacto con la mía. Me sentía muy bien junto a él y me resultaba bastante placentero.

- ¿Y si borramos todo lo sucedido y comenzamos de nuevo? – planteó Benjamín al verme absorta mirando su mano. Mi incredulidad le hizo reír. – Si, empecemos de cero. – me animó - Hola, me llamo Benjamín Rojas. – me saludó - Soy un cantante bocazas y lisiado que merece que lo machaquen intensamente en las sesiones de rehabilitación por boludo. – bromeó ofreciendo su mano.

Yo reí ante su ocurrencia.

- Encantada Benjamín – le seguí el juego. – Yo soy Camila Bordonaba. Soy una fisioterapeuta bipolar que se compromete a machacarte diariamente en tus sesiones de rehabilitación.

Él soltó una carcajada.

Comenzábamos desde cero. 



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¡Hola a todo el mundo!

Espero que hayan pasado un gran fin de semana y espero que os haya gustado este nuevo capítulo. ¡Que empiezan desde cero!🎉🎉🎉🎉 A ver lo que les dura...😂 ¿Que tal el capítulo? ¿Os ha gustado?

Muchísimas gracias por el apoyo y todas vuestras opiniones y sensaciones. Me encanta leeros 

Continuamos el miércoles con otro capítulo. 

Nos leemos

Un besazo enorme y cuidaros.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora