Capítulo 26

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¿Qué es lo que mide el reloj?

Alguien dijo en una ocasión que es mucho más fácil hacer preguntas que contestarlas. Seguramente esa persona llegó a esa conclusión cuando le preguntaron qué era lo que mide un reloj.

Aparentemente, la respuesta es obvia.

Mide el tiempo.

Sencillamente es el tiempo. Una respuesta invisible e inmaterial.

Pero... ¿Qué es el tiempo?

Solamente sabemos que nuestra vida pende de él y que nuestro caminar es guiado por él, pero no sabemos qué es, ni dónde, ni cómo, ni cuándo se originó. Es absurdo pensar que estamos ligados a unas manecillas que nos dicta cada segundo de nuestra propia vida. ¿En qué momento el tiempo nos esclavizó y comenzó a medir la mente de la persona?

El tiempo nos absorbe, nos carcome y no perdona. Sus efectos son palpables tanto en el exterior como en el interior de la persona, pero solo es en el interior donde realmente deja marcas que ni la más alta tecnología médica puede difuminar.

A mí el tiempo me absorbió y me dejó enclaustrado en una vorágine de desgracias que no podía escapar. Pensé que había superado todo mi pasado y que comenzaba a ser una persona diferente, pero me equivoqué. Me equivoqué porque seguía siendo débil. Seguía sintiéndome inseguro. Esa inseguridad se apoderó de mí y el tiempo hizo acto de presencia y recordé lo que era. Una fuerza invisible me condujo a lo que era y ahora el tiempo se cobraba sus servicios conmigo.

El sonido de mi ritmo cardíaco era estable. Una máscara de oxígeno ayudaba la labor que debían desempeñar mis pulmones. Mi cuerpo estaba entumecido y apenas tenía fuerzas para hablar.

Abrí los ojos tan rápido como la pesadez de mis párpados me permitió.

Mi madre sostenía mi mano y apoyaba su cabeza en ella mientras que musitaba una pequeña oración. Mi hermana permanecía junto a ella. Sus ojos hinchados eran fiel reflejo de su preocupación. Acariciaba la espalda de mi madre de manera autómata como si realmente no permaneciera en esa habitación.

Moví mis dedos y mi madre alzó la cabeza. Sus ojos se inundaron de lágrimas y tapó su boca con la intención de callar su propio llanto. Mi hermana volvió a su realidad y fue ella quien se acercó a mí y acarició mi pelo.

- Estás bien – quiso auto convencerse. Yo asentí y ella besó mi frente. Una de sus lágrimas cayó en mi mejilla.

- No llores... por favor – musité sin apenas voz. 

Me dolía en el alma verlas así.

- Te vamos a ayudar – lloró. – Te lo prometo. No vas a estar solo

De nuevo, Luisana besó mi frente. Mi madre abrazó a mi hermana sin soltar mi mano.

- Somos una familia ¿no? – les pregunté con miedo a su posible respuesta. Ellas asintieron emocionadas.

El sonido de la puerta llamó nuestra atención.

Apareció.

Camila apareció en la habitación.

Mi corazón se partió al verla. Su rostro estaba apagado y caminaba por inercia, pero sin un ápice de motivación. Sus ojos oscuros estaban vacíos de vida.

No esperaba que estuviera consciente y cuando se cercioró de ello pude notar como sus labios se curvaban dibujando, lo que podía imaginar, una sonrisa. Aparentemente, no sabía qué hacer.

Mi madre le instó que se acercara a nosotros y nos acompañase.

- ¿Cómo te encuentras? – preguntó con un hilo de vos. No se atrevía a mirarme a los ojos.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora