Capítulo 16

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Capítulo 16

El camino hacia mi casa con esas dos niñas se me hizo eterno. Eran dos diablillos. No paraban quietas. Una de ellas parecía ser más brusca y pícara y molestaba insistentemente a su hermana. Puse la radio a todo volumen con el propósito de ahogar los chillidos y quejas de ambas, pero fue en vano.

Llegué a casa y estacioné el auto frente al bloque de pisos. Animé a las chicas a bajar del auto y nos adentramos en el edificio. En el ascensor, escuchaba pacientemente como de nuevo las dos pequeñas discutían. Frotaba mis ojos en un amago de obtener la calma. Creo que me estaba arrepintiendo de la decisión que había tomado.

Metí la llave en el cerrojo y abrí la puerta de mi casa. Las niñas miraron extrañadas y no se atrevían a entrar. Era un lugar desconocido para ellas y estaban acompañadas de una mujer desconocida. Tenían suficientes motivos para no confiar. Les insté en entrar, pero ellas no se movieron del rellano. Tenían claro que no lo iban a hacer.

La aparición de Luisana junto con Carmen, la presidenta de la asociación, relajó las tensiones y las niñas no dudaron en entrar en mi casa para abrazar a su madre. Luisana se arrodilló para recibirlas y las besó totalmente emocionada.

Carmen se acercó a mí para ver la escena desde mi perspectiva. Ambas sonreímos. A pesar de los malos ratos, estos momentos eran nuestras dosis de fuerza para continuar y luchar por la igualdad. Carmen se despidió de mí con un tierno abrazo y se marchó.

- Os voy a dejar a solas - les dije. - Tienes que explicarles muchas cosas. - le indiqué a Luisana. Ella me sonrió agradecida.

Entre en mi habitación y me desnudé para ponerme el pijama. Me tumbé en la cama y miré al techo.

El día había resultado un auténtico caos y todo empezó con la resaca a primera hora de la mañana. Soportar los mareos y náuseas durante toda la mañana había sido todo un reto. Pero no fue suficiente. Cuando vi a Felipe con Benjamín me quise morir. La noche anterior me había comportado como una estúpida y solo pensar que Benjamín lo supiera... Podía acabar con mi imagen dura y profesional.

Aunque reflexionándolo, ¿por qué me importaba tanto el que diría Benjamín? Ese hombre me resultaba extremadamente extraño y más aún después de lo de esta tarde. Benjamín era el hermano de Luisana. ¿Casualidades? No lo creo. El mundo es lo suficientemente grande y, sin embargo, desde que le conocí, todos los caminos me conducían hacia él. Y debía admitir que una parte de mí comenzaba a intrigarse en aquel hombre. Se me antojaba como un misterio que quería y ansiaba por resolver. Si, lo ansiaba. Y lo ansiaba desde aquel momento, en la tarde de hoy, que su mirada encontró la mía. Me desestabilizó y produjo en mí una oleada de emociones difíciles de descifrar. No era casualidad que su camino y el mío se encontraran constantemente. Llamame mística, pero creía en el destino. Todo sucedía por un motivo y así la vida me lo había enseñado.

Los gritos de las pequeñas me sacaron de mis propios pensamientos. Me levanté de un salto y me acomodé mi melena. Suspiré antes de entrar en el campo de batalla.

- ¿Quieren cenar? - aparecí en el living. El living se conectaba directamente con la cocina y solamente se separaban por una barra americana. Abrí la heladera buscando algo qué comer, pero mi búsqueda fue en vano. Olvidé de comprar y los alimentos que tenía no era apetecibles para unas niñas de tres años. Me mordí los labios nerviosa. - Oye, ¿os apetece que pida pizza?

Me encogí de hombros y obtuve como respuesta un sí rotundo de las niñas. Una vez que nos trajeron las pizzas, comimos las cuatro juntas en el living viendo dibujos animados. "Quién me lo diría...", pensé. Una hora después, las pequeñas se quedaron dormidas en el regazo de su madre. La ayudé a llevarlas a la habitación de invitados, donde dormirían las tres, y después volvimos de nuevo al living.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora