Capítulo 27

773 70 6
                                    

Habían pasado tres semanas.

Tres semanas que mantuve mi mente ocupada. 

Tres semanas que me mantuve alejada de Benjamín Rojas. 

Dejé de darle rehabilitación. 

Decidí poner distancia de por medio. No me encontraba bien y sabía que no sería capaz de encararle cada día. Porque me sentía culpable. Culpable porque le dí pistas erróneas. Culpable porque lo induje a beber. Culpable por sentirme celosa. No tenía la fuerza suficiente de mirarle a los ojos sin pensar cada minuto que estuvo a punto de morir. Todo lo que pasó esa noche fue por mí, yo fui uno de los motivos principales. 

 Ahora la rehabilitación de Benjamín la realizaban Micaela y Martina. Hacían turnos para poder atender a los pacientes de la clínica como a Benjamín en su domicilio. Según Micaela, Benjamín iba evolucionando a pasos agigantados. Contra todo pronóstico, su evolución era rápida y su motricidad era cada vez más activa. Micaela no solía contarme mucho, solo lo estrictamente necesario como le pedí. Nadie me contaba nada, ni tan siquiera Luisana. Necesitaba estar lejos de él porque la culpa me carcomía. 

En esas tres semanas me dediqué a mí. Me dediqué a ayudar en la asociación Valientes, le busqué un trabajo a Luisana en una tienda de moda muy chic según ella... Me permití unas vacaciones adelantadas y viajé por una semana con el doctor Suárez para realizar una clase magistral de las últimas técnicas de rehabilitación en una prestigiosa universidad de Nueva York.

Necesitaba ese tiempo para mí y disfrutar de mi trabajo. Lo único que me hacía bien en esos momentos. Mantenía mi mente ocupada y no pensaba más allá de lo estrictamente necesario.

Volví a Buenos Aires apenas dos días y Micaela rogaba por verme. Hoy decidí volver a mi vida anterior y qué mejor que tomar un tentempié en la casa de mi mejor amiga.

- Camila te ves espectacular – me piropeó Mica en cuanto abrió la puerta de su departamento. Me abrazó con cariño. – Pasa, he hecho un poco de mate.

Su apartamento estaba lleno de cajas de cartón. Yo miré extrañada

- ¿Piensas mudarte?

Micaela apareció por el salón con una bandeja y sonrió ante mi pregunta.

- Coco me ha pedido que me vaya a vivir con él. – me contó emocionada.

- ¡Vaya! – me sorprendí. – Entonces las cosas van muy en serio – ella asintió. – Me alegro mucho Mica.

- Gracias Cami – dijo dando palmitas. – Me quiere, me trata tan bien... Hasta sabe contenerme cuando me dan mis ataques de histeria

Yo la miré divertida.

- Si puede soportar tu histeria, es el hombre correcto – declaré

Ella rió.

- ¿Y tú cómo estás? – se preocupó adoptando un tono de voz más serio.

- Bien – me encogí de hombros. – Fue espectacular enseñar a aquellos chicos. – sonreí. – Sus caritas eran de ilusión y ganas de aprender. Creo que he descubierto una nueva vocación...

- ¿En serio? Creí que te encantaba lo que hacías – dijo Micaela.

- Y me encanta, pero me siento muy útil enseñando a los que llegaran ser el futuro de nuestra profesión – sonreí. – Soy buena en lo mío y si puedo ayudar a los demás a ser igual de buenos que yo... Todo irá mucho mejor, ¿no crees? – le pregunté ilusionada.

Ella me contemplaba orgullosa.

- Camila sos tan especial – me dijo. – Gracias por hacerme un huequito en ese coranzoncito que tenés. 

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora