Capítulo 42 {1º Parte}

931 67 44
                                    

Pensar que se repetía otro día muy similar al anterior, se me hacía pesado y nada apetecible.

Nadie creería que, estando en un lugar tan impresionante como Miami, quisiera volver a Buenos Aires. No es que me gustara el lugar, no era eso, pero quería compartir todos los momentos posibles con Benjamín y más después de haber dado un paso más en nuestra relación.

Mentiríamos si dijésemos que no hay algo entre nosotros. Obviamente claro que lo hay y estaba feliz. Me sentía plena con él. Me cuidaba, me protegía y me trataba bien. Pero creí que las cosas, a partir de aquella noche en la playa, iban a ser diferentes. 

Me equivoqué.

Benjamín pasa todo el día laburando y asistiendo a todos sus compromisos. Entiendo que es su trabajo y debo acostumbrarme a ello, pero mentiría si no admitiese que me siento sola. No es que fuese una persona dependiente, en absoluto. Siempre he estado sola y he vivido sola, no he necesitado a nadie – puede que por que la vida me acostumbró a ser así -. Pero con Benja es diferente, quiero disfrutar cada minuto y cada segundo con él. No sé por qué tenía esas ansias, pero solo sé que lo necesito y me atormentaba cada rato que no estaba con él.

Me acomodé en la amplia cama de mi suite. Si, decidí no esperarlo en su suite como lo hacía en estos últimos días. Me sentía idiota esperarlo cada noche, aunque después tuviésemos nuestro momento de intimidad, pero me jodió que ni se inmutase cuando en el auto lo encaré pidiéndole más atención. Me dio bronca y preferí volver.

Nacho me acompañó durante lo que quedó de día. El chico aguantó mi enojo y mi malestar. Se había convertido en mi confidente y un buen amigo. Esperaba mantener el contacto con él en Buenos Aires. Me hacía bien. Me hacía sentir más cerca de mi hermano. Me recordaba tanto a él...

Estiracé mis extremidades y abrí los ojos con pesar.

Otro día más y pintaba que iba a ser igual que el de ayer.

Bostecé y me quedé ida mirando el techo blanquecino de la habitación.

Un rico aroma inundó mis fosas nasales, hinchando mis pulmones. Me gustaba. Me reincorporé y la imagen que tenía delante era tan sorprendente que tuve que pestañear varias veces para creerlo.

La habitación estaba repleta de flores. Parecía que estaba en medio de un campo floral, rodeada de esas flores tan románticas y delicadas. Las conocía, conocía ese tipo de flor porque las recordaba de mi niñez. Mi padre siempre le regalaba un ramo de Liliums a mi madre cuando quería disculparse por algún bardo o discusión tonta que hubieran tenido. Mi papá era un romanticón de cuidado, el hombre perfecto para una mujer perfecta como lo fue mi mamá.

Era imposible que Benjamín supiera ese detalle. Nadie lo sabe, es más ese recuerdo estaba inconscientemente borrado de mi memoria y Benja lo había desenterrado.

Me levanté despacio y comencé a sortear los pequeños jarrones donde reposaban las flores blancas y rosas, tan elegantes y sofisticadas. Me acerqué a uno de ellos ya que me llamó la atención un pequeño sobre verde menta.

Lo abrí y leí en voz alta.

- Lo siento. – leí - ¿Qué has hecho conmigo Señor Rojas que no puedo enojarme con vos?

Acerqué el papel a mi pecho y suspiré como una tonta.

Un pequeño carraspeo hizo que volteara con cuidado para mirar de donde provenía. Benjamín estaba parado en la entrada de mi habitación con una sonrisa y sus manos nerviosas ocultas en los bolsillos de su pantalón.

- Disculpame por irrumpir en tu habitación de esta manera – se encogió de hombros. – Pero fui un tarado ayer y no soporto que estemos enojados.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora