Capítulo 39

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- ¿Preparada?

Luisana permanecía en el asiento del copiloto de mi auto. Había parado el motor y salí del coche, aunque ella se mantuvo estática en su asiento.

Entendía su situación, o al menos lo intentaba. No era fácil ver a sus hijas cada dos o tres días y, sobre todo, que convivieran con el tipo que tantas palizas le dio. Mariano es un ser despreciable que había conseguido su propósito: desestabilizar a Luisana.

No había ni un solo día en el que se cuestionase si lo que había hecho era un error. Tanto la asociación como yo, le queríamos hacer entender que todo lo que había hecho era lo correcto y que la situación mejoraría, yo me encargaría de ello.

No había ni una sola noche en la que me quedara en la oficina de casa hasta altas horas de la madrugada intentando encontrar la pieza que diera la vuelta a la situación para volverse a nuestro favor.

Sabía que estaba a punto de encontrar algo en contra de ese tipo. Algo turbio y extraño rodeaba al negocio que regentaba y sabía que tan solo estaba a un solo paso de encontrarlo.

Luisana debía aguantar esta situación, estaba a punto de recuperar a las niñas. Solo necesitaba un poco más de tiempo.

- Puedo decir que te encuentras mal y cancelamos la visita de hoy – agaché mi cabeza para mirarla desde afuera apoyando mis manos en el techo del auto.

- No, estoy bien – desabrochó el cinturón de seguridad y salió del auto.

Con el mando a distancia, cerré el auto y andamos hacia el parque de juegos donde siempre nos citábamos. En un bar, frente al parque, Mariano tomaba una cerveza mientras que las niñas jugaban en el parque con otros niños.

Pasamos al lado de dos agentes de policía, los mismos que se personaban cada vez que Luisana podía visitar a sus hijas. Hizo un leve movimiento de cabeza a modo de saludo y nos dirigimos hacia las niñas.

Cuando estuvimos lo suficientemente cerca, las niñas echaron a correr hacia su madre. Luisana se arrodilló en el suelo arenoso y abrió sus brazos para recibirlas. Ambas se agarraron a su madre y Luisana, como era habitual cada vez que había un encuentro, comenzaba a llorar. Cada vez era más doloroso verla así. Mantuve las distancias para darle su privacidad sin perder de vista a Mariano que las miraba desde lejos y con una sonrisa maquiavélica. Cada vez me parecía más repugnante y cada vez me era más difícil no reprimir mis deseos de matarlo a golpes.

Las niñas comenzaron a hablar con su madre contándoles todo lo que había hecho durante esos días mientras que Luisana se limitaba a observarlas con ojos llorosos.

Mariano se levantó de su asiento dirigiéndose a ellas. Me era complicado no tensarme cada vez que lo veía cerca de ella.

Inhalé del cigarrillo que recién había prendido sin apartar mi vista de aquel hombre. Noté como mi celular, guardado en el bolsillo derecho de mi pantalón, vibraba. Maldije a quien fuera el que llamase en ese instante.

- ¿Quién es? – dije molesto.

- Epa, Felipe que humor tenemos hoy...

La voz de Benjamín hizo que mis músculos se destensaran un poco.

- ¿Cuándo piensan llegar? El contrato de cuidar a tu familia caducaba hoy y no te veo aparecer – chisté dando otra calada al cigarro.

- Nos vamos a quedar unos días más – me informó.

El tono de su voz era diferente. Notaba energía y felicidad por parte de mi amigo. Me temo que la petisa tenía algo que ver en eso.

- ¿Nos vamos a quedar? – repetí intentando imitar su tono de voz - ¿Me he perdido algo?

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora