Capítulo 48 {1º Parte}

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El sonido del celular me hizo despertar. A tientas busqué con la mano aquel aparato y deslicé el dedo por la pantalla para acallar la incipiente y molesta melodía de alarma.

Me acurruqué de nuevo abrazando la almohada y estirando los minutos para alargar el placer que suponía descansar cómodamente sin ningún temor a represalias. Y no era porque no las tuviera, de nuevo había tomado una decisión con respecto a mi vida, pero estos últimos meses viviendo lo mismo por lo que un día hui hizo darme cuenta que a pesar de las consecuencias no era la vida que merecía y era hora de mirar por mí, aunque ello suponga un camino de enredos y dificultades.

Sonreí al cerciorarme de la decisión que había tomado. Me desemperecé alzando los brazos en alto y me levanté para ir al cuarto de baño. Me lavé los dientes y el rostro y observé mi propio reflejo. Debía borrar la imagen que me devolvía el espejo. Debía borrar a la Luisana del pasado para resurgir la chica que era y la que quería ser: una mujer valiente, trabajadora y buena madre.

Me alisté lo suficientemente rápido para ir a mi próximo destino. No tuve que preocuparme por mis hijas. Al final, se quedaron a dormir en casa de una amiga y, tras lo de anoche, la mamá me prometió quedarse con ellas y llevarlas al colegio.

La cena de bienvenida que organizó mi madre para Camila dio para mucho. La velada fue lo suficientemente tranquila hasta que Camila me desafió con aquellas palabras. Me molestaron mucho, pero mentiría si dijese que no llevaba razón. En su tiempo fui una cobarde y tomé el camino fácil para recuperar a mis hijas, a pesar que la asociación estuviese moviendo cielo y tierra para aligerar todo el proceso de la custodia. Sin embargo, el temor de perderlas era mayor y ese miedo me hizo volver a las garras de Mariano. Estos meses fueron muy duros. Es un maltratador, un psicópata capaz de hacerme sentir la peor basura del mundo anulando toda mi personalidad y la poca dignidad que me quedaba. Estaba cansada, hastiada de la vida que había elegido por el miedo irrefrenable de separarme de mis hijas. Las palabras tan certeras y duras de Camila tan solo fuera un pequeño impulso de romper las cadenas en las que yo misma me había maniatado.

Tan solo se me ocurrió acudir a Felipe, por muy ilógico que parezca. La relación que tenía con Camila no estaba sanada y Micaela estaba disfrutando de unos momentos preciosos previos a la boda. Solo me quedaba él. Sentía que era algo injusto, pues él había sido una de las personas que más me había ayudado en todo este proceso, que me antepuso a la amistad con mi hermano y que aun así le fallé de la peor forma posible. Pero dentro mío, sabía que él era el único que me podía ayudar y no me equivoqué.

- Buenos días rubia – saludó Felipe de espaldas. Parecía que hacía el desayuno pues el olor intenso a café inundaba toda la cocina.

- Buenos días Pipe – le dije recordando el mote que yo misma le adjudiqué cuando eramos pequeños.

- ¿Pipe? Ya no recordaba que me llamabas así – se sorprendió a la vez que volteaba sosteniendo un cazo en sus manos. – Estas muy linda – me piropeó de arriba abajo. - ¿Preparando los planes para la boda del año? – intentó adivinar mis planes del día.

Sonreí. Felipe tan cumplidor.

- Maso – dije tomando una taza de café del mueble y buscando el café que recién había hecho.

- Toma – me acercó el café

- Gracias – le dije y vertí el líquido en la taza. – Voy a la oficina de Mariano y después me dedicaré a organizar la boda del año.

- ¿Quieres que te acompañe? – mostró preocupación cambiando el semblante de su rostro.

- Podrías ayudarme con la mantelería, sí – divagué intentando restarle importancia a la situación. Felipe hizo un mohín de disconformidad. – Es joda – le sonreí. – Gracias, pero quiero ir sola. Necesito hacerlo sola.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora