Capítulo 38. {1º Parte}

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Primera Parte

El aroma del café hizo revolver mi estómago.

Abrí los ojos con pesadez y los primeros rayos de luz golpearon mi visión de manera brusca. Aturdida me reincorporé en la cama y bostecé con pesar. En ese instante, un dolor intenso se instaló en mi cabeza obligándome a posar mis dedos en mis sienes con el objetivo de masajear aquella zona para que cesara esas punzadas de dolor.

¿Qué pasó anoche?

Solo recuerdo tomar unas copas con Nacho y entablar una conversación con el barman del bar y ya. Hasta ahí no recuerdo nada más.

Me levanté tambaleante y me apoyé en la esquina de la cama al experimentar un ligero mareo a causa del dolor de cabeza. Siempre me decía no beber demasiado, pero nunca escarmentaba. Tenía una buena resaca.

Pasé por delante del espejo y, a pesar de ver de reojo mi reflejo, lo poco que pude vislumbrar me hizo volver a él. ¿Qué hacía en albornoz? Mi pelo estaba totalmente enmarañado y despeinado. Miré hacia un lado y vi dos botellas de champán en la cómoda de la habitación.

¡Qué triste! Tomando sola, pensé.


El sonido de la ducha, que antes no había escuchado, llamó mi atención. Me equivocaba pensado que estaba sola.

- Ay, no Camila – me llevé las manos a la boca. - ¿Qué has hecho?

Me acerqué de puntillas hasta la puerta cerrada del baño.

- Por favor, que no sea Nacho – imploré mirando hacia arriba. – No me perdonaría tal incesto.

El sonido del agua correr cesó y abrí de a poco la puerta.

- ¡Mierda Benjamín! – exclamé tapándome los ojos. De nuevo, desnudo.

- Epa, buenos días – me saludó

- Tápate por el amor de Dios – le ordené tanteando el lugar donde se situaban las toallas de baño y ofreciéndole una de ellas. Cuando sentí que la agarró, le di unos segundos y destapé mis ojos. Estaba irresistiblemente guapo con el pelo mojado. - ¿Qué haces en mi habitación?

El rió pasando sus manos por su cabello rubio.

- Dirás, ¿Qué haces vos en MI habitación?


Enarqué una ceja sin entender su pregunta.

¡Ay no Camilita, otra más de las tuyas no!

Salí de la habitación y recorrí el living hasta llegar a la puerta principal de la suite. Abrí la puerta y me asomé desde dentro fijándome a los números de grafías doradas que se situaban en la parte superior de la blanca puerta.

- 105 – leí en voz alto. - ¡Mierda! – maldije al ver frente de mí la puerta 104: mi habitación.

La cerré de nuevo, pero esta vez nerviosa. Me volteé y Benjamín me esperaba divertido tras de mí. Rasqué mi nuca sin saber qué decir.

- El mismo susto me llevé yo cuando te escuché en mi habitación anoche – habló con sorna. – Si querías compartir cama conmigo, solo debías decirlo. – se cruzó de brazos.

- No seas tan engreído. – le avisé. – Fue los efectos del alcohol.

- Ya... Si tan solo fuese eso – se rió. Giró sobre sus pies y se marchó hacia la pequeña cocina. – Acaban de traer café, ¿quieres?

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora