Capítulo 19 {1º Parte}

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Capítulo 19

(1º Parte)


Hoy decidí levantarme bien temprano. Luisana y las niñas aún no habían despertado. Con sigilo, preparé un desayuno rápido y me vestí para ir a trabajar.

Hoy había cambiado todas las sesiones a la tarde, pues había preferido dedicar toda mi mañana para el artista del momento. El artista de cuarta.

En cuanto terminé, me subí al auto y emprendí el camino al domicilio de mi paciente. Puse la música a todo volumen. Necesitaba positivismo y con una melodía suficientemente movida, me daría la energía necesaria para afrontar la mañana que no iba a dejar indiferente a Benjamín. Me había propuesto organizarle las sesiones de manera que, cada día de rehabilitación, se arrepintiese de su idea de recibir sesiones a domicilio. Me pareció de muy rastrero y poco humano la condición de no denunciar, si recibía las sesiones en su domicilio. ¿Quién se creía que era el rey de España? No querido, las cosas no se solucionan de esa manera. Y yo le iba a demostrar que su decisión era la decisión más errónea que había cometido en su vida.

Después de casi tres cuartos de hora, llegué a su domicilio. Estacioné mi auto y di al timbre del portón de aquella majestuosa casa blanca. Esperé impaciente hasta que escuché unos pasos tras la puerta. Me adecenté lo suficiente y el cuidador de Benjamín apareció tras esa puerta pesada.

- Oh... Buenos días Señorita Bordonaba – le sorprendió. El hombre parecía que llevaba bastante tiempo despierto a pesar de ser las siete y media de la mañana. – No la esperaba tan temprano. Pase, aunque el señorito aún no está despierto.

- ¿No? – negué con un atisbo falso de sorpresa. – Vaya, habrá que despertarlo.

- Si me da unos minutos, lo despierto – me pidió tan amable como siempre.

- No se preocupe, lo despierto yo – él se quedó asombrado. - ¿Por casualidad no tendrá una cacerola?

Una vez que Octavio me indicó la puerta de la habitación del muñequito diabólico, comencé a poner en marcha mi entrada triunfal. El espectáculo iba a comenzar. Con cacerola y cuchara en mano, Octavio me abrió la puerta y comencé a golpear con ímpetu los dos objetos creando un sonido ensordecedor en aquella habitación.

- Pero que ... - se sobresaltó Benjamín. Abrió los ojos desmesuradamente, pero creo que aún no llegaba a ver con claridad.

- Venga dormilón, se te pegan las sábanas – grité sin dejar de hacer ruido alrededor suyo. Me fije en la decoración de la habitación. "No tenía mal gusto", pensé. – Hoy es un nuevo día y hay muchas cosas que hacer.

Octavio permanecía en la puerta riéndose sin parar. Me ayudó a subir aquellas persianas con el mando. Mucha modernidad había en aquella casa.

- ¿Pero qué hora es? – miró al reloj que reposaba en su mesa auxiliar a la cama. - ¡Las ocho menos cuarto! – exclamó enojado. – Pero nena ¿estas tarada o qué? – se enojó aun sin poder abrir bien los ojos.

- Eh, un respeto – le señalé acusatoriamente. Cogí un vaso de agua que había al lado del reloj y se lo tiré en la cara. – Seguro que ahora estás más fresco. – le sonreí de mala gana

- Pero qué... - escupió parte del agua que había tragado. - ¿Puedes parar de hacer ruido?

- Hasta que no te levantes no...

- ¿Sabes que voy a denunciar al centro por este trato tan deplorable? – me amenazó.

- Error – dije dando un golpe fuerte a la cacerola. – Porque vos aceptaste un contrato con el Doctor Suárez y el contrato expone la relación única y exclusiva del paciente y el fisioterapeuta, en este caso, yo... - me encogí de hombros - Por lo que, sintiéndolo mucho, solo puedes denunciarme a mí. Y teniendo en cuenta que firmaste estando de acuerdo de todos los procesos que se iba a realizar en las sesiones a domicilio y su flexibilización... Ten este despertar como parte del proceso de tu rehabilitación – sonreí victoriosa. Él gruñó.

"Pobrecito, el artista no se salió con la suya", me dije a mí misma.

- ¿Eso es cierto? – le preguntó a Octavio mientras yo seguía haciendo ese ruido que tanto le gustaba a mi paciente. - ¿Yo firmé ese contrato?

- Si Señor, usted lo firmó ayer con el Doctor Suárez. Tiene los papeles abajo – le confirmó el cuidador.

Yo continuaba mi quehacer de hacerle el despertar imposible con la cacerola en mano.

- ¿Puedes dejar de hacer ruido? – gruñó el perrito caprichoso, a la vez que se tapaba los oídos con ambas manos. – Me va a doler la cabeza. Para – me ordenó

- ¿Qué? No te escucho – le grité por encima del ruido que hacía.

- He dicho que pares – me ordenó con maldad.

- ¿Cómo se dice? – le pedí. – Te creía más educado Rojas.

Golpeó la cama malhumorado. Intentó secarse con las sábanas las gotas que aún derramaban su cara mojada. Estaba realmente enfadado. Mi fuero interior quería desinflarse como globito bonito que era, pero debía ser fuerte. "Camila debes mantener tu estado de ebullición", me animé mentalmente

- Por favor – susurró tapándose la cara. El ego masculino era muy poderoso... Pero más era el femenino.

- No te escucho – grité por encima del ruido. – No entendí nada

Resopló y con una aparente serenidad dijo, alto y claro, las palabras mágicas.

- ¿Puedes dejar de hacer ruido, por favor?

Yo asentí triunfal y dejé los objetos encima de su cama.

- Te espero abajo para desayunar. No tardes – le pedí y sin más me marché de la habitación.

"Bienvenido a tus sesiones de rehabilitación, querido Benjamín"




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Hola a todo el mundo. 

Un nuevo capítulo de Vivir o Morir. Este capítulo lo he dividido en tres partes porque no merecía la pena hacer un capítulo cuando todo los acontecimientos se sucedían en el mismo día. Espero que os guste

Muchas gracias por el apoyo y bienvenidos a todos los lectores nuevos. 

Un besazo enorme y cuidaros. 

MUACK 

❤❤❤❤

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora