Capítulo 19 {2º Parte}

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Capítulo 19 (Parte 2)

Si había algo característico en mí era mis despertares, y no por ser precisamente buenos. Al contrario, mi humor era de perros en las primeras horas de la mañana. Necesitaba un tiempo para despertarme, relajarme y retomar el nuevo día con buena actitud. Pero esta mañana ocurrió justamente lo contrario.

Apareció la señoritinga Bordonaba con aires de suficiencia y comenzó a aporrear una cacerola a diestro y siniestro en mi habitación. La tarada me despertó a las ocho menos cuarto de la mañana y casi me da un ataque al corazón.

¿Pero esa chica estaba loca?

¿Dónde había quedado aquella mujer calmada y dulce de la consulta? ¿Dónde? Porque insisto en buscarla y no la encuentro.

¿Será bipolar? Tiene toda la pinta. Bajo esa máscara de voz dulce y aterciopelada, se escondía el demonio en persona. Su deje sarcástico me sacaba de quicio. ¡Se había atrevido a tirarme un vaso de agua a la cara! Pero, ¿quién se creía que era esta mujer?

Estaba enojada. Enojada porque tuvo que aceptar mis condiciones. Tuvo que aceptar a que no denunciase a cambio que ella viniera a casa para realizar la rehabilitación. Y si, debo admitir que fue un trueque. Pero no era mal intencionado. ¡Por una vez, Benjamín no iba con malas intenciones! Solo quería un acercamiento con ella y más cuando tuvimos esa discusión en el Centro de Rehabilitación. La verdad que me puso muy tontito cuando se mostró tan enojada y justiciera. Tenía carácter la petisa... Pero después de lo de hoy, estaba seguro que se trataba del mismísimo demonio. Se estaba vengando y yo a ese juego sabía jugar y muy bien.

Me vestí con ayuda de Octavio, otro personaje en este cuento de nunca acabar. Intentaba no reírse delante mío mientras me vestía. ¿Estarían compinchados? ¡No me extrañaría!

Después de bajar las escaleras de casa, nos dirigimos a la cocina. Me quedé perplejo. Camila se encontraba al lado de la cocinera, Rosana, probando no sé qué cosa extraña que esperaba que no fuera para mí.

- Buenos días Señorito Rojas – saludó Rosana con su tradicional amabilidad. Yo asentí con la cabeza.

- ¿Y mi desayuno? – dije cuando Octavio me colocó cerca de la mesa para desayunar.

- ¿Qué desayuno? ¿Esto? – Camila alzó el cesto de toda la bollería que acostumbraba a desayunar últimamente. El rostro de Rosana reflejaba miedo. El mismo miedo mezclado con el horror que me produjo ver cuando Camila arrojó todo el contenido de la cesta al cubo de basura.

- Pero, ¿qué haces loca? – exclamé. Di puñetazos en la mesa. "Esto era una pesadilla, no puede ser", sollocé en mis adentros.

- Debemos cuidar de tu dieta Rojas. – comenzó a explicar Camila dirigiéndose de nuevo a Rosana y hacer funcionar la batidora. – Llevas muchas semanas en esa silla y los rollitos pueden aparecer de la noche a la mañana.

- ¿Perdona? ¿Vos crees que en este abdomen hay rollitos? – pregunté de manera seductora a la vez que me levantaba mi camiseta y mostraba mi torso.

Por un momento, atisbé algo de enrojecimiento en las mejillas de Camila. "¿Con qué tu punto débil es ese?", pensé y reí para mis adentros.

- Como te dije – carraspeó ella – Hay que cambiar tu alimentación, así que te presento tus nuevos hábitos alimenticios. – se acercó a mí y puso encima de la mesa un gran vaso de cristal que contenía un líquido verdoso de muy mal gusto.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora