Capítulo 51

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- ¡Dichosos los ojos que te ven!

Micaela alzó los brazos exageradamente a la par que indicaba al paciente que atendía que continuara el ejercicio.

Había decidido ir a la clínica a saludar a todos mis antiguos compañeros. Desde que llegué, no tuve oportunidad de verlos. Además, me sentía en la obligación de disculparme con el Doctor Suárez porque se vio involucrado en un escándalo que ni le venía a cuento. Pero antes quise pasar y saludar a mi amiga Micaela. Desde el encuentro con Benjamín, no le había visto y a ella también le debía más de una explicación.

- Arderás en el infierno por perra – me maldijo. - ¡Pero amo que se hayan arreglado!

La morena me abrazó con efusividad y reí ante la naturalidad de mi amiga.

- A ver... - me separé de ella. – Arreglado, arreglado... Creo que no está. Más bien, no sé en qué punto nos encontramos.

Su mandíbula se desencajó al escucharme.

- Voy a hacer como que no lo he escuchado... - se frotó los ojos. – Camila, ¿necesitas un cartel con neones que te diga lo evidente? Me tienes hasta el último pelo con tus inseguridades. – me señaló enojada. – Se aman, han follado como animales durante dos días... Porque a mí no me mientes y sé que tu desaparición es porque el "Adonis" alias "Sr. Grey" se ha encargado de ponerte a cuatro patas y...

- ¡No seas grosera Micaela! – le tapé la boca con urgencia.

- Pues no niegues lo evidente – susurró. – Me duele la cabeza de escuchar cómo se revuelcan en su mierda sin haber mierda de por medio.

- Sos vos la que va arder en el infierno si seguís hablando así – esquivé sus reprimendas. – Parece mentira que te cases por la Iglesia.

- Mi Dios me entiende y me comprende... A vos es imposible entenderte ni comprenderte. – se cruzó de brazos.

Suspiré y adopté su misma postura. La verdad que parecíamos dos niñas pequeñas peleándose por taradeces sin sentido.

- Vale, admito que las cosas con Benja son diferentes. – me encogí de hombros. – Pero es cierto que no le hemos puesto nombre a esto que está pasando entre nosotros. – admití.

- Hoy en día no hace falta ponerle nombre querida. – le restó importancia. – Ahora bien, ya sé que a mi amiga no le tragó la tierra durante estos días y que está más feliz que una perdiz, además de bien follada – le recriminé con la mirada y ella juntó sus manos a modo de disculpa - ¿A qué se debe tu presencia por acá?

- Venía a hablar con el Doctor Suárez y mostrarle mis disculpas por todo lo que pasó.

Micaela arrugó la frente.

- ¿Y eso no lo hiciste ya?

- Sí, por teléfono, pero creo que lo que pasó es suficientemente importante y se merece una disculpa en persona. – entrelacé mis manos nerviosas.

- ¿Necesitas un látigo para martirizarte? Creo que tengo uno en el segundo cajón de mi mesita auxiliar... - divagó. - ¡Ah no que eso lo utilizo con mi Coquis para otros fines más perversos!- rió y yo abrí los ojos sorprendidas. La palabra pudor no tenía cabida en el diccionario para Micaela. -  Camila, ¡acaba con esa actitud! - me regañó volviendo al tema en cuestión. – De verdad, que eres masoquista con eso de sufrir

- Pero me siento en la obligación...

- ¡Pero si no lo hiciste! ¡Te lo hicieron a vos! Abrí los ojos Camila

- Lo sé, pero...

- ¡Te me vas de mi vista! – me señaló la puerta – Ya me has dado el día.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora