Capítulo 54

826 67 25
                                    


Capítulo 54

- ¡No, no y no! – gritó como un chiquilín Benjamín.

- ¡Callate! – le pedí a la desesperada. Me crucé de brazos sin moverme de la cama mientras el rubio se limitaba a caminar de un lado hacia otro. - ¡Vas a despertar a tu hermana!

Me miró con el ceño fruncido y se sentó a los pies de la cama dándome la espalda. Gateé sobre la cama hasta llegar a él. Lo abracé por detrás y pude escucharlo resoplar.

- Le vendrá muy bien, ya verás – le dije dándole cortos besos en el cuello. – La comida con tu madre y Octavio saldrá bien, te lo aseguro.

Me miró de lado.

Cuando digo que Benjamín es cabezota, es cabezota de verdad y, además, a niveles insospechados. Es un cabeza dura. Podría darse golpes contra la pared que rompería la pared antes que su cabeza. Su actitud colmaba mi paciencia.

- No veo necesario almorzar en casa y soportar las carantoñas entre mi madre y mi "cuidador" – apretó los dientes. – Es más, ya no necesito un cuidador... Que no juegue con fuego, que lo echo a patadas.

- Benjamín, deja las chiquilinadas eh – dije con un tono autoritario. Mi paciencia llegó a su fin. – Esta casa sin Octavio no va a marchar porque si es por vos... - él me miró enfadado. – Además, Mora es una mujer madura que puede hacer lo que se le cante.

- Pero...

- Ni peros ni manzanas – lo callé. – No vamos a comenzar con la misma retahíla del respeto hacia la memoria de tu padre... ¡Espabila!

Benjamín me observó asombrado.

Esta conversación la habíamos tenido en infinidad de ocasiones y siempre terminaba igual, inconclusa y ambos enfadados. Estaba cansada de la inmadurez de Benjamín en este tema y no soportaba más su autoritarismo frente a su madre.

- ¿Saben que se escuchan vuestros gritos desde el otro lado de la casa? – apareció Luisana somnolienta.

Le di unas palmaditas en la espalda en señal de "Te lo avisé". Él bufó molesto y se cruzó de brazos dándonos de nuevo la espalda.

- Gracias a Dios que Octavio no está acá – continuó Luisana. Me divertía la imagen de Luisana con su melena rubia alborotada y sus ojos achinados debido al sueño. – Seguramente habría escuchado vuestra discusión. Por fin que ayer prefirió pasar la noche en casa de mamá.

- ¿Cómo? – alzó la voz Benjamín dando un salto de la cama.

Miré con reproche a Luisana. Ésta se tapó la boca cuando se dio cuenta de lo que había dicho y las posibles consecuencias a sus palabras.

- No vamos a sorprendernos ahora, - lo callé - Es su pareja y tiene todo el derecho de pasar la noche y que se yó... - intenté arreglar el desaguisado.

- Camila no termines la frase – Benjamín me tapó la boca con su dedo índice.

- Benja... No seas idiota que mamá tiene un brillo especial en la cara y no creo que sea porque haya cambiado de crema hidratante – vaticinó Lu. Cada vez que hablaba, la cosa iba a peor. No sabía quién de los dos acabaría antes con mi paciencia, si Benjamín o Luisana.

- ¡No hables así de mamá! – le regañó el hermano. Me tumbé abatida en la cama, esto se me había ido de las manos y ya no lo podía remediar.

"Que salga el sol por donde quiera", me dije a mí misma.

- Sal de la cueva hermanito – rió Luisana.

Benjamín bufó cansado tras ver desaparecer a Luisana de la habitación. Dejó caer su peso en la cama y se tapó el rostro con ambas manos. Emitía un sonido lejos de ser un sollozo que hizo mucha gracia.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora