Capítulo 13

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Hola mis chicxs

Ante todo, muchisimas gracias por todos vuestros comentarios. El apoyo y los consejos que me dais... Me ayudáis un montón. Cada día os siento más cerquita mía. Gracias y gracias. 

Nuevo capítulo. Espero que os guste un poquitín. Os digo que el próximo va a ser duro... Pero bueno así es esta historia, una montaña rusa que cada vez se complica y da mil giros. 

Gracias por tanto. Un besazo enorme y nos leemos el miércoles. 

MUACKKK


Capítulo 13

Como cada día, el señor Rojas llegaba tarde a su sesión de rehabilitación. Ni tan siquiera llevaban una semana con las sesiones que el cantante de cuarta no sentía vergüenza alguna en llegar tarde. Atrasar todas mis sesiones del día por su tardanza, no le importaba nada. Si la primera vez que lo vi me sentí tan apenada por lo que le pasó, ahora no me quedaba ni una pizca de lastima. Ser famoso no significa que pudiera hacer lo que se le cante. Había tenido muchos pacientes en todo lo que llevaba laburando en el centro, pero este chico realmente me ponía nerviosa. Y hoy lo estaba y mucho, además de impaciente. También debería ser resultado de la resaca que llevaba encima.

Lo de anoche fue surrealista. Pasé toda la noche sentada en el sillón de la zona reservada de "Latinos" mirando bailar a todos y pasarla bien. Aburrí de tal manera al amigo de Coco que, en una de las ocasiones que fue a la barra a pedir otra copa, se topó con una rubia despampanante y yo me fui a la mierda. No le culpo. Si me lo merecía por tarada. Sola me quedé. Bueno no tanto. Con mi copa. Bueno... Copas. Y la compañía del guarda de seguridad que me miraba de soslayo. Si. Daba pena. A la cuarta copa perdí la cuenta de cuantas había tomado y perdí la dignidad que me quedaba. Perdí el norte, el sur, el este y el oeste. Mi realidad se esfumó.

Recuerdo amanecer en el sofá de la casa de Micaela, con la ropa de ayer, la baba caída, el rímel corrido por toda mi cara y los pelos alborotados. "Qué penita das Camilita", me dije al ver mi reflejo en el espejo. Pregunté a Micaela si debería saber algo ya que tenía algunas lagunas mentales que me impedían recordar con claridad, pero ella soltó, sin darle importancia, que me quedé sobando en el sillón de aquel reservado. "Caray, podía anotar esto también en mi lista de las cosas más vergonzosas que he hecho en mi vida", pensé.

Me dolía la cabeza mucho. Muy mucho. Todo me daba vueltas y tenía unas nauseas horrorosas. Me dirigí al aseo exclusivo para el personal del centro de rehabilitación. Me miré en el espejo. Mis ojos estaban apagados por el malestar que tenía. Las ojeras estaban ahí a pesar del corrector que me puse para disimularlas. Mire mi uniforme, bueno el de Mica. Parecía una payasa. Me quedaba grande y si se juntaba con la palidez, las ojeras y mi mirada apagada, parecía una enferma. De nuevo, una oleada de nauseas llegaba hacía mi garganta. Corrí a unos de los cubículos del W.C. y me metí los dedos obligándome a vomitar. Tiré de la cadena y me limpié en el lavabo. Parecía que me sentía algo mejor, así que me alisé el uniforme y salí de allí. Hoy iba a esperar a mi paciente querido Benjamín Rojas en la recepción. ¡Le iba a caer unas cuantas que no iba a saber cómo esquivarlas!

Jazmín estaba ordenando papeles y clasificándolos en diferentes carpetas. Jazmín eran una de las administrativas y recepcionistas del centro. Era una chica noble, simpática y sencilla. Nunca me había percatado en ella, ni tan siquiera me acerqué a entablar una conversación, hasta que un día tuve un problema con una persona mayor a la salida del centro. Calló al piso y ella me ayudó a levantarlo. Bueno... Lo levantó ella prácticamente. Tenía una fuerza descomunal a pesar de su apariencia delgada. Desde ahí, empezamos a conversar un poco más e incluso a hacer planes juntas, sobre todo cuando Micaela comenzó a hacer planes con las chicas que me criticaban cada día.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora