Capítulo 23 {2º Parte}

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Decidí pasarme por la casa de mi hermano.

Tras lo ocurrido esta mañana con Mariano, la casa de mi hermano se había convertido en uno de los lugares más seguros para mis hijas y para mí. Además, las niñas habían conectado muy bien con su tío y no había día que preguntaran por él. Deseaban volver a verlo.

Si no hubiera aparecido Felipe, no sabría qué habría pasado con mis hijas ni conmigo. Gracias a él, pude deshacerme de la bestia, pero no sabía por cuanto tiempo. Y esa angustia me carcomía desde ese momento.

Felipe no preguntó nada de lo que había sucedido en lo que quedó de mañana. Tan solo nos invitó almorzar en una pizzería cerca del parque. Hablaba con mis hijas y conversaba conmigo como si no hubiese ocurrido nada. Intentaba descifrar lo que pasaba por su mente, pero Felipe era hermético en ese aspecto. A pesar de conocerlo desde hace mucho tiempo, no sabía con exactitud cómo era realmente.

Se ofreció llevarnos a casa, pero negué la oferta. Así que una vez solas, decidí visitar a mi hermano. 

Mis niñas corrieron hacia su tío enloquecidas al verlo en la terraza del jardín. Mi hermano se deshizo de emoción ante tanto cariño por mis hijas. Estaba irreconocible. Parece que el accidente había convertido a mi hermano en otra persona diferente.

- Hola Benjamín

- Hola Lu – me sonrió. Yo permanecía de pie. – Siéntate – palmeó una silla de mimbre próximo a su lado. Yo le hice caso y me senté para hacerle compañía. – No las esperaba sino hubiera pedido a Rosana que preparara algo para merendar.

- No te preocupes – dije quitándole importancia. – Venimos por un ratito. Las niñas querían verte.

Del interior, apareció Octavio con una gran caja de cartón.

- Gracias Octavio – le agradeció Benjamín. Yo le miraba sin creer tanta simpatía por parte de mi hermano. – Mirad, Mia y Allegra, lo que he comprado.

Como un niño más, Benjamín abrió la caja y sacó de ella multitud de material para manualidades: moldeadores, plastilina, cuadernos de dibujo, ceras de colores, pinceles, pinturas, brillos... Las niñas gritaron ilusionadas y comenzaban a utilizar aquellos materiales que más les llamaba la atención.

- Benja, ¿por qué les has comprado todo eso? – me pasé una mano por el pelo. Mis hijas podrían ser un peligro con tanto material.

- Porque quise. – se encogió de hombros divertido. – Quiero recuperar todo el tiempo perdido con ellas. ¿Qué hacemos chicas? – les preguntó.

- Yo quiero pintar con acuarela – dijo sonriente Mía

- Pues a por ello – le dijo ofreciéndole los utensilios necesarios. - ¿Y vos, Allegra?

- Yo también, quiero el color negro – dio palmaditas emocionada. – Adoro el negro – sonrió.

Benjamín me miró horrorizado y yo le respondí con una sonrisa. Así era Allegra, diferente.

- Esta bien, tomá – respondió Benjamín. – Mami, ¿nos ayudas? – me ofreció un pincel.

Sin duda, mi hermano estaba irreconocible y, a pesar de todo lo que habíamos pasado y mi promesa en no perdonarlo jamás, algo en mí se debilitó. Puede ser por todo lo que estaba pasando o el simple hecho de echar de menos al que un día fui mi compañero de vida: Benjamín.

Mi hermano esperaba ansioso mi contestación y yo sonreí tomando el pincel que me ofrecía.

Disfruté con mis hijas y con mi hermano de una tarde fantástica. De nuevo, éramos una familia y pensar en ello hizo emocionarme.

♡ VIVIR O MORIR ♡ 《Benjamila》   ☆ ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora