•SETENTAISIETE•

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Molly

Abrí los ojos y contemplé la habitación de Axel. Me giré lentamente y lo encontré dormido. Sonreí acercándome un poco más a él. Cerré los ojos por un momento, recordando el pequeño instante de anoche. Inconscientemente, sentí cómo empezó a hacer calor. Abrí los ojos, respirando profundamente, y mis nervios se activaron como si hubiera gritado lo que estaba pensando. Me volteé hacia el techo y sonreí levemente.

Parte de mí agradecía que Keith hubiera interrumpido, porque realmente no estaba totalmente consciente. Por un momento, había olvidado que estaba bajo el mismo techo que el padre de Axel, su abuela y Keith, creyendo que solo estábamos Axel y yo. Pero otra parte de mí se había activado, mis hormonas habían despertado por primera vez. 

Aún no entiendo cómo es que con Derek nunca sentí atracción física, a pesar de los cinco años que llevábamos juntos y de que nunca dimos un segundo paso.

Me volví a girar para ver a Axel. ¿Cómo era posible que me hiciera sentir tantas cosas?

—¿Siempre te mueves así los domingos al despertar? —me sorprendí cuando murmuró sin abrir los ojos.

—Lo siento, no quise despertarte —susurré cuando abrió los ojos.

—¿Cómo dormiste? —preguntó, llevando una de sus manos hacia mi rostro.

—A tu lado siempre duermo bien —respondí y me miró confundido.

—¿Copiando mis palabras, señorita Molly? — sonreí fijándome en sus hermosos ojos.

—Eres hermosa —afirmó acariciando mi rostro con la yema de sus dedos— Incluso recién despertada eres hermosa —agaché la mirada sonriendo y se acercó más a mí— ¿Te cuento un secreto? —susurró dejando de acariciarme.

—¿Cuál? —pregunté, levantando la mirada mientras desviaba la suya por unos segundos.

— Yo también me siento inseguro a veces —lo miré sorprendida y confundida ante su confesión — A veces pienso que puedes estar con el chico que quieras. No lo sé, puede llegar un chico a tu trabajo que llame tu atención, y tú a la de él, o con tu mismo jefe. Hay miles de hombres que morirían por estar con alguien como tú, y estoy seguro de que no tienen los problemas que yo tengo. Literalmente, puedes cambiarme cuando quieras.

—Esas sí son estupideces.

—Lo sé —afirmó— Por eso, cuando pienso en eso, inmediatamente recuerdo tu sonrisa y tu mirada. Con eso me confirmas lo que sientes por mí, y confío en eso —se acomodó para apoyarse sobre su brazo — Molly, solo confía en lo que siento por ti y no dudes nunca de eso.

—Está bien —susurré mirando sus labios— Pero, si alguna vez eso se acaba, ¿prometes decírmelo? —sonrió mirando hacia arriba.

—No —lo miré confundida y con sus dedos movió el cabello de mi rostro— Te prometo que eso nunca se acabará —sonreí y se acercó a mis labios.

En esos momentos me sentía más segura. Axel me hacía sentir más segura. Sus palabras, su mirada, sus besos y caricias hacían que olvidara las estupideces y confiara en lo que él me demostraba, haciéndome sentir la mujer más afortunada del mundo.

—Ven —habló separándose— Vamos, te daré un tour por la casa —bajó de la cama y me miró esperando que me levantara — Vamos, de pie.

—Pero está tu padre y...

—Molly, son las 7 de la mañana, debe estar durmiendo y de todos modos no me interesa.

—¿Las 7? —pregunté sorprendida  — ¿Te levantas tan temprano los domingos?

—Olvida que seguirás durmiendo, ya me despertaste, vamos —buscó mi mano haciendo que me levantara y sonreí poniéndome de pie.

Salimos de la habitación y el silencio de la casa era impresionante, pero al parecer a Axel no le importó, porque caminaba con total tranquilidad.

— Bueno señorita Molly, en este piso solo se encuentra mi habitación y mi oficina — me indicó la puerta de al fondo — No es muy interesante, así que bajemos — asentí con la cabeza y caminamos hacia las escaleras— La sala principal, la cocina, el comedor ya los conoces —afirmó— Las tres habitaciones del fondo también, vamos por aquí —tomó mi mano y me guió por un pasillo que estaba después del comedor— Aquí está un pequeño lugar de ejercicio

Abrió una de las puertas dejando ver un gran gimnasio con grandes ventanales que daban hacia el jardín 

—¿Pequeño? —pregunté mirando el gran lugar— Prácticamente es un gimnasio —hizo un leve gesto y lo miré por unos segundos— En la casa de tu padre corrías por la playa, pero aquí no te he visto hacer ejercicio, ¿Lo usas?

—¿Cómo crees que tengo este cuerpo? —preguntó— Antes aquí hacía ejercicio todas las mañanas, pero últimamente me he vuelto más sedentario. De todos modos, no es un lugar muy genial. Vamos —nos dimos la vuelta y caminamos hacia la segunda puerta— Este lugar también lo tengo abandonado —afirmó apenas abrió la puerta.

Era una sala de juegos con una gran ventana que daba al jardín. A un costado había una mesa de pool, y más allá, un mete-gol, un Air Hockey y otros juegos cuyos nombres no conocía.

—Generalmente juego cuando viene Neitan con Petter, porque jugar solo no tiene sentido.

—Ahora no estás solo —susurré, haciendo que sonriera.

—¿Por qué crees que vine a enseñártelo? Luego jugaremos, señorita Molly —afirmó retrocediendo— Ahora vamos al jardín —asentí con la cabeza y salimos hacia la tercera y gran puerta.

Miré el jardín y era completamente hermoso. El césped era perfecto, los arbustos bien podados y las flores hermosas.

—Marta se divierte cuidándolo —afirmó caminando por la orilla.

—Está hermoso y muy bien cuidado 

—Este es mi lugar favorito — se detuvo en la esquina de la casa y miró hacia la gran piscina que estaba a unos metros— ¿Te bañaste? — preguntó  con una sonrisa y lo miré confundida.

—Ni lo pienses — di un paso hacia atrás cuando entendí su plan, pero fue más rápido que yo y no dudó en tomarme en brazos— Axel, estamos en invierno, hace frío — me quejé mientras avanzaba a la piscina.

—No te preocupes, tiene calentador, no está helada —me aferré a su cuello mientras miraba hacia la piscina.

—¿Es muy profunda? —pregunté, y sonrió— Axel, sé nadar, pero de todos modos...

—Solo relájate —me interrumpió acelerando sus pasos.

Cuando sentí que iba a saltar, me aferré a su cuello y el agua no tardó en hacer contacto conmigo, pero en ningún momento me solté de él.

—Axel —me quejé cuando salimos a la superficie — Dijiste que tenía calentador.

—Joder, no sabía que estaba desactivado.

Novia Del Chico MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora