•SESENTAISEIS•

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Molly 

Por fin había terminado la tarta de fresa. Eran las 7:30 de la tarde y tenía menos de 30 minutos para arreglarme, mejor dicho ya no tenía tiempo. De mi casa hasta la de Axel eran aproximadamente 30 minutos y claramente no alcanzaría. Tomé mi celular y le marqué a Axel mientras caminaba a mi habitación.

- Molly... - contestó 

- Axel - sonreí nerviosa interrumpiéndolo - ¿Cómo estás? - pregunté

- Esperándote. ¿Ya estás lista? Freddy no tarda nada en...

- Eso es - lo interrumpí nuevamente - Es que me retrasé unos minutos 

- ¿De cuántos minutos estamos hablando? - preguntó suspirando

- De una hora - murmuré

- ¿Una hora, Molly? - preguntó sorprendido.

- Lo siento, es que los minutos se pasaron volando, pero en una hora estoy lista o incluso menos.

- Está bien, Freddy estará a las 8:30 fuera de tu casa.

- Gracias 

- No me agradezcas nada, nos vemos aquí.

- Nos vemos - susurré cortando la llamada y tirando el celular a mi cama para buscar la ropa.

Hacía frío, pero de todos modos tomé un vestido que usé en una ocasión para el cumpleaños de Sophie. Era rojo, no era apretado ni tan corto, ni mostraba mucho. Me gustaba bastante, así que lo dejé sobre la cama y me agaché buscando un par de tacos que tenía debajo de la cama.

Los sacudí un poco y los dejé a un lado. Rápidamente me puse de pie, tomé una toalla y abrí el cajón de mi ropa interior. Por alguna extraña razón me puse nerviosa, pero no lo pensé demasiado y tomé la lencería blanca de dos partes que había comprado junto con Dakota.

Entré al baño rápidamente, me quité la ropa y me metí a la ducha. Comencé a bañarme, lavando mi cabello y fue inevitable no mirar mi cuerpo y pensar en Axel. Me ponía nerviosa tan solo con mis pensamientos. Traté de tranquilizarme y respiré profundo.

Luego de terminar de bañarme completamente, cerré la llave y tomé la toalla para secar mi cuerpo. Luego me apliqué un poco de crema corporal.

Cepillé mis dientes y tomé la lencería. Me la puse lentamente, mirándome al espejo y sonreí. Me sentía linda y perfecta, sabía que esos pensamientos se cambiarían por inseguridades, así que rápidamente tomé la toalla, me envolví y salí hacia mi habitación.

Vi la hora en mi celular y me sorprendí al ver que eran las 20:15. Lo dejé a un lado y comencé a vestirme rápidamente. Me sequé el cabello con la toalla para no perder más tiempo, lo cepillé rápidamente y tomé un mechón de cada lado uniéndolos atrás con un pequeño sujetador. Me eché un poco de mi perfume y solamente me encrespé las pestañas.

- Molly, llegó un auto - habló mi madre golpeando la puerta.

- Sí, ya voy - me puse un abrigo negro y guardé mi celular en el bolso.

- ¿No te ibas a las 8? - preguntó abriendo la puerta - Ni para mi cumpleaños te arreglas tanto - se quejó mirándome de pies a cabeza.

- Ay, mamá - reí y besé su mejilla - ¿Sophie ya se durmió? - pregunté caminando hacia la cocina por la tarta

- Sí, recién logré hacerla dormir. ¿A qué hora llegarás? - preguntó cuando tomé la tarta y me di la vuelta para caminar hacia la salida.

- Te aviso - caminé rápidamente 

- De acuerdo - me abrió la puerta y salí de la casa para que no me preguntara nada más.

- Buenas noches, señorita Molly - me saludó Freddy con una sonrisa.

- Buenas noches y disculpe por la demora - subí al auto con cuidado, cerró la puerta, se dio la vuelta para subirse y comenzamos a alejarnos de mi casa.

En el camino no dije ninguna palabra, no sé si por lo nerviosa o porque no sabía qué decir. Solo me dediqué a mirar por la ventana, escuchando la suave música de fondo.

El viaje fue más corto de lo que pensé. Llegamos a la casa de Axel, detuvo el auto en la entrada y bajó rápidamente para abrirme la puerta.

- Gracias - me bajé y miré la puerta de la casa cuando se abrió por la mujer que trabaja para Axel.

Caminé nerviosa hasta ella y se hizo a un lado para que pasara.

- Buenas noches - saludé nerviosa

- Buenas noches, señorita Molly, un gusto tenerla aquí - sonrió mirándome feliz - Adelante, el señor Axel la está esperando - me indicó amablemente y entré sintiendo cómo el interior de la casa estaba más cálido que afuera - Por aquí - la seguí caminando hacia el gran comedor.

Axel estaba sentado y apenas me vio, se puso de pie con una sonrisa en su rostro.

- No podía venir con las manos vacías, espero que te guste la tarta de fresa - hablé ofreciéndole lo que traía en mis manos.

- Marta, ya puede traer la comida - le habló a la mujer

- Permiso - se fue de la sala y Axel se acercó a mí.

- No tenías que molestarte - recibió la tarta - Aunque me encanta lo que cocinas - caminó hasta la mesa para dejarla ahí y luego regresó hasta mí - Estás preciosa.

- Tú también y disculpa por la tardanza, sé que no te gusta la impuntualidad - hizo un leve gesto negando levemente

- Supongo que contigo debo hacer excepciones - sonrió acercándose a mi para unir sus labios con los míos en un suave beso.

Era increíble cómo había pasado un día sin besar sus labios y lo extrañaba como si hubieran pasado semanas.

Me sorprendí por la agilidad de sus manos para mover levemente mi abrigo y colocarlas sobre mi cintura. De repente olvidé los 13° de temperatura que había afuera y sentía cómo el calor iba aumentando. Mis hormonas se despertaron y por mi cabeza aparecieron pensamientos que jamás había tenido. Respiré profundo cuando sentí que se alejó de mí y me miró con una sonrisa.

- Pero debido a su tardanza, señorita, lamento informarle que el horario de trabajo de Freddy ya terminó y yo no podré manejar, porque beberé una copa de vino, por lo cual usted no podrá irse y deberá dormir aquí - sonreí al escuchar las excusas que me decía 

- De todas formas, no tenía pensado irme - susurré conectando sus ojos con los míos y su sonrisa se iluminó completamente.

- Por tu pijama no te preocupes, toda la ropa que usabas ya está en mi habitación, aunque no creo que la necesites... - se detuvo cuando su celular comenzó a sonar - Siempre hay alguien que nos tiene que interrumpir - respiró profundo alejándose de mí para tomar su celular.

- No te preocupes, puede ser importante 

- Es Freddy - me miró confundido y contestó la llamada - ¿Qué pasa? - preguntó y su rostro cambió totalmente - ¿Ahora? ¿Aquí? ¿Estás seguro? Joder, bien - cortó la llamada y me miró sorprendido.

- ¿Ocurre algo? - pregunté nerviosa

- Mi padre está aquí - caminó hacia la puerta y lo seguí confundida - Acaba de llegar con mi abuela y Keith.

- ¿Aquí? - pregunté y abrió la puerta asintiendo con la cabeza.

- ¿A qué vinieron? - murmuró un poco molesto viendo el auto que estaba frente a la puerta y cómo su padre, su abuela y Keith bajaban de él.

Claramente esto no era una buena noticia y mis nervios se activaron completamente. Jamás me imaginé que ellos interrumpirían esta noche y tenía la sensación de que nada bueno sucedería.


Novia Del Chico MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora