•CIENTO CUARENTA Y CUATRO•

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Molly

Abrí los ojos al sentir un leve roce en mi rostro. Axel tenía la mirada fija en mi con una sonrisa mientras sus dedos hacían a un lado el cabello que tapa mi cara.

Sonreí cerrando los ojos por unos momentos para recordar lo increíble que fue ayer, todo fue perfecto y solamente éramos Axel y yo.

Abrí los ojos cuando sus dedos acariciaron suavemente mi mejilla y me acerque más a él llevando mi mano a su rostro.

¿Axel era real?

Porque tenerlo aquí junto a mi, parecía realmente un sueño del cual no quiero despertar nunca.

Acercó su rostro más al mío terminando con la distancia que quedaba y su nariz rozó la mía haciendo que sonriera aún más.

Bajé mi mirada a sus labios y en unos segundos terminé con los centímetros de distancia para besarlo.

- Buenos días - susurré separándome unos centímetros.

- Buenos días - respondió - ¿Cómo te sientes?

- Como si estuviera en el mejor sueño - respondí haciendo que volviera a besarme.

Respiré profundo sin abrir los ojos cuando sus labios dejaron los míos, la felicidad que sentía era increíble.

- ¿Y tú? - pregunté abriendo los ojos - ¿Cómo te sientes?

- Como el chico más afortunado - respondió tomando mi mano para depositar un beso en ella.

- ¿Podemos quedarnos para siempre aquí? - pregunté suavemente.

- Tus deseos son órdenes - respondió - Compremos una cabaña

- ¿Y de qué viviríamos?

- De ti - respondió seguro - No vi ninguna pastelería por aquí, tu puedes poner una

- ¿Y tu empresa?

- La manejo desde aquí - respondió - Buena idea, ¿No? - preguntó besando la comisura de mis labios.

- Sí, ¿Cuándo nos mudamos? - pregunté mientras me daba pequeños besos por mi rostro.

- Ahora - respondió - Nos quedamos aquí y no regresamos

- Me parece una excelente idea - aseguré pasando mis manos por su cuello cuando sus labios se unieron con los míos.

Poco a poco fue acomodándose hasta que mi espalda tocara la cama y él quedara levemente sobre mi, desasiéndose de las sábanas.

- Tienes mucha ropa - susurré cuando mis piernas tocaron su pantalón.

- Señorita - dejó de besarme y me miró con una sonrisa - ¿Dónde ha quedado la Molly tímida? - preguntó haciendo que desviara la mirada.

- ¿Te estás quejando?

- Claro que no, al contrario, me encanta que seas así - respondió acercándose a mi cuello para besarlo - Me encanta ser el único que conoce este lado tuyo - murmuró alejándose de mi cuello - Pero lamento informarle que primero debemos desayunar.

- No...

- El doctor dijo que no debes saltarte las comidas - me interrumpió pasando sus brazos por mi espalda para levantarme.

- Aún es temprano - afirmé mientras me cargaba en sus brazos.

- Son las 12 - respondió mirando el reloj de la pared - Ya te has pasado la hora del desayuno - indicó caminando hacia la cocina.

- ¿Realmente quieres desayunar? - pregunté levemente - Hay otros tipos de desayuno, Axel - solté sin pensar haciendo que sonriera.

- Señorita, me alegra que esté empezando a sacar a la luz esos pensamientos - afirmó - Pero desayunaremos y luego nos daremos una buena ducha, cariño.

Novia Del Chico MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora