•CIENTO CUARENTA Y TRES•

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Berenice

Me siento en mi sillón de cuero y no puedo evitar recordar todo lo que he vivido. Con 78 años, he visto mucho, pero lo que se avecina me pesa como una losa sobre el pecho.

Frente a mí, Beltrán, mi abogado de confianza, repasa el testamento que he decidido modificar. La luz del sol entra a raudales por las ventanas del estudio, iluminando esos documentos que son tanto un legado como un reflejo de mis decisiones.

-¿Estás seguras de que deseas proceder con esto, Berenice? -me pregunta Beltrán, con esa preocupación que siempre me ha mostrado.

Cierro los ojos un momento, dejando que la claridad de mi mente prevalezca.

La última vez que modifiqué mi testamento, pensé que nunca más lo volvería hacer, pero ya no había vuelta atrás.

-Sí, Beltrán. Estoy más que segura. Ya no confío en Nicolás -le digo, sintiendo cómo el nombre de mi hijo me causa una punzada en el corazón.

Él ajusta sus gafas, observándome con atención. Sabe que esta decisión no es sencilla, pero me ha visto lidiar con mucho a lo largo de los años.

-Entiendo. Pero, ¿qué te ha llevado a tomar esta decisión ahora? La entrevista que dio Nicolás sobre la situación de Molly ha causado revuelo, pero no parece suficiente para modificar su legado.

Miro por la ventana, hacia el jardín que he cuidado con tanto amor. Cada flor que florece es un recuerdo de mi difunto esposo, de los momentos felices que pasamos juntos. Esa belleza contrasta con la sombra que ahora se cierne sobre mi familia.

Recuerdo a mi esposo y siempre me dijo que tuviera el testamento listo, por muy sana que estuviera, era mejor dejar todo claro.

-Porque esa entrevista fue la gota que colmó el vaso -respondo finalmente- Nicolás se comportó como si no le importara nada más que su imagen - Beltrán asiente, y puedo ver la comprensión en su mirada.

No es solamente por la entrevista que dió sobre Molly, también es por cómo ha tratado a Axel durante toda su vida.

Cuando Beltrán se marcha, me siento un poco más ligera, pero también más preocupada. El aire fresco del jardín me llama, así que decido dar un paseo.

Le agradezco a la sirvienta el vaso de agua de hierbas que me trajo hasta el jardín y apenas lo pruebo, el sabor suave me recuerda a tiempos más sencillos.

Mientras saboreo el agua, tomo mi teléfono y decido llamar a Nicolás.

El tono de llamada resuena en mis oídos. Al principio, espero que conteste, pero pronto se convierte en un eco de mis propios pensamientos. Finalmente, escucho su voz al otro lado de la línea.

-¿Qué quieres, madre? -pregunta, y en su tono percibo la frustración que se ha vuelto habitual entre nosotros.

-Nicolás, necesitamos hablar sobre la entrevista que diste. No me gustó cómo te referiste a Molly -le digo, tratando de mantener la calma, aunque la irritación crece dentro de mí.

-No es asunto tuyo cómo hablo, estoy protegiendo mi imagen, y tú deberías entenderlo -responde con desdén.

-Molly es la novia de Axel y merece respeto. ¿Te has puesto a pensar en cómo tus palabras pueden afectarla? -insisto, sintiendo que el tono de la conversación se está volviendo peligroso.

-Ella no es parte de nuestra familia -replica, y eso me hiere, porque yo si la consideraba parte de la familia.

-¿Y Axel? ¿Qué pasa con él? -le pregunto, mi voz elevándose- Él es tu hijo, y te estás comportando como si no te importara en absoluto.

Novia Del Chico MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora