•OCHENTA•

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Axel

Llegamos a la cocina y me sorprendí al ver a mi abuela ya levantada y arreglada.

- Buenos días - habló feliz - ¿Qué tal estuvo su clase de natación? - soltó una pequeña risa y la miré confundida - ¿Qué? Axel, ¿olvidaste que la habitación en la que estoy tiene una ventana que da al jardín?

- ¿Te despertamos? - pregunté y negó con la cabeza.

- Yo me despierto temprano, ahora vine a preparar algo para desayunar, pero me tendrás que ayudar, porque no sé dónde tienes todas las cosas.

- No te preocupes, yo...

- No me digas que me vaya a sentar, porque no lo haré - me interrumpió - Entre todos no nos demoraremos nada en hacer un buen desayuno.

- Esta bien – busqué mi celular cuando empezó a sonar y miré el nombre de Neitan en la pantalla.

– Contesta, ¿o lo tendrás sonando toda la mañana? – preguntó mi abuela y reí.

– No me tardo – hablé alejándome de la cocina y contestando la llamada.

¿Qué tal, Axel? ¿Cómo amaneciste? ¿Cómo va tu mañana? ¿Ya desayunaste? – preguntó feliz apenas contesté.

– Ve al grano, ¿Qué necesitas? – pregunté.

Ok – respondió riendo – ¿Estás muy ocupado? Porque, como sabes, el próximo domingo es el cumpleaños de Petter, quería ir a comprarle un regalo, pero no tengo con quién dejarlo, y recordé a mi buen amigo Axel, ¿te podrías quedar con él unas horas? Solo serán un par de horas, no tardaré.

– Está bien, no te preocupes – respondí – Pero no lo traigas a mi casa, está mi padre y ya sabes cómo es él.

Claro que no lo iba a llevar a tu casa – respondió riendo – ¿Podrías venir a cuidarlo acá?

– Esta bien, en una hora estoy allá.

Perfecto, muchas gracias . ¿Vendrás con tu novia? – preguntó.

– No lo sé, quizás.

Por mí no hay problema, ven con ella si quieres, aún no he tenido la oportunidad de conocer a la novia oficial del señor Axel Cavalli, solo conocí a la falsa.

– Es la misma – soltó una risa.

Bien, aquí te espero, ahora iré a despertar al dormilón.

– Bien, nos vemos – corté la llamada y volví a la cocina.

Me detuve por unos segundos en la puerta para ver cómo Molly junto con mi abuela hablaban mientras ya habían comenzado a preparar las cosas.

– Así es, Axel desde pequeño me ayudaba a hacer las cosas, pero luego se puso muy flojo – mi abuela me miró y Molly volteó hacia mí.

– Claro que no – afirmé acercándome a ellas – Mi abuela no tenía empleadas, por lo que yo la ayudaba, pero luego, cuando volví a vivir con mis padres, ellos tenían varias empleadas y no me dejaban hacer nada – me defendí.

– Buen punto – aseguró mi abuela – Nicolás solo dejaba que las empleadas hicieran las cosas – suspiró.

– Y aún es así – afirmé – ¿Ayudo en algo? – pregunté mirándolas, Molly negó con la cabeza, pero mi abuela asintió firmemente.

– Claro que sí, pon la mesa, lleva las tazas, el jugo, vasos, todo eso, no te quedes ahí parado.

– Esta bien – contesté.

Novia Del Chico MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora