•SESENTA•

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Molly

Me detuve a unos metros de la pastelería. Habían colocado un lindo letrero que decía "Pastelería Wendy". Automáticamente recordé a mi abuelo, la primera vez que me trajo aquí nos detuvimos en el mismo lugar en el que estaba ahora. Me dijo que me mostraría el mejor lugar de la ciudad, donde podía venir en cualquier momento, si me sentía triste o feliz. Este era el lugar ideal.

La verdad es que nunca le pregunté por qué le encantaba venir aquí, pero siempre tenía una excusa para traerme, sentarnos en la mesa del fondo, pedir pastel, galletas y un chocolate caliente.

Cerré los ojos por un momento, era imposible que no se me humedecieran al recordarlo. Deseaba tanto que estuviera aquí y poder sentarme junto a él para escuchar sus historias y consejos.

Respiré profundo, abrí los ojos y caminé hacia la entrada de la pastelería. La puerta estaba abierta y la chica que me entrevistó estaba a un lado hablando por teléfono.

—Bienvenida, pasa, en unos momentos estoy contigo —dijo indicándome que pasara

—Gracias —respondí nerviosa, entrando y caminando automáticamente hacia tres personas que estaban apoyadas en el muro

Habían dos chicas, una de mi edad aproximadamente, y otra que parecía tener unos treinta años. A unos metros estaba un chico que tenía fija su mirada en su celular. Si mi radar no me fallaba, debería tener entre 25 y 30 años.

Todos estaban centrados en sus celulares, así que aproveché para observar el lugar. Sonreí al ver que lo habían pintado casi igual que cuando mi abuelo me traía. Estaba todo muy limpio, las mesas estaban todas juntas a un costado, pero los mostradores de los pasteles estaban en el mismo lugar que antes. Miré la pared del fondo y me acerqué al ver el cuadro que estaba colgado.

Era una pintura de una mujer cocinando galletas. La recordaba muy bien, mi abuelo siempre la miraba e inventaba cuentos con esa pintura. Realmente me sorprendí al ver que estaba en el mismo lugar que antes, aunque se notaba un poco desgastada por el paso de los años. Pero ¿por qué estaba aquí?

—Muy bien —me giré cuando la chica que nos recibió habló, cerrando la puerta — Ya estamos listos —dijo feliz— Acérquense por favor

Caminé hacia los demás mientras ella tomaba una carpeta.

— En la entrevista yo los conocí a cada uno de ustedes, pero ustedes no tanto a mí. Soy Trinidad, la encargada de la parte administrativa del local. No estaré mucho por aquí porque mi lugar de trabajo es arriba, en la oficina donde los entrevisté — se detuvo cuando abrieron la puerta y apareció el chico de la motocicleta — Justo a tiempo —le habló con una sonrisa

— Me disculpo por el retraso — el chico se acercó a Trinidad y nos miró a todos— Me presento, soy Travis. No solo seré su jefe, sino que también seré uno de los pasteleros

— El otro pastelero es el señor Tomás Rider —miré al chico que estaba a unos metros de mí y él sonrió algo nervioso— Las meseras son la señorita Abigail Daster y la señorita Molly Johnson —ambas sonreímos y sentí cómo la chica que sería la otra mesera me miró algo extraña— Y la cajera es la señora Diana Scott — miró a la chica de unos treinta años y, al igual que los demás, solo sonrió

—Estoy muy feliz de que sean parte de este sueño — habló Travis mirándonos a todos— Desde pequeño soñaba con trabajar aquí. Originalmente este lugar era de mi abuela, ella tenía una pastelería y, después de unos años, tuvo que venderla. Por fin pude recuperarla 

Me quedé un poco sorprendida. Ahora tenía sentido por qué se parecía tanto a como estaba antes

— No queremos que esto sea solo una pastelería más. Queremos que sea un lugar donde las personas puedan venir a relajarse, a comer un trozo de pastel, de tarta o unas simples galletas. Claramente, el centro de este lugar será lo que creamos en la cocina. Por eso, Tomás —miró al chico — Espero que hagamos un increíble trabajo, que lo que creamos tenga un sabor tan delicioso que obligue a las personas a volver

Novia Del Chico MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora