Capitulo # 96

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Hermione desinfectaba la herida cuidadosamente, pero no pudo evitar que Draco sintiera dolor.

—¿Mi mamá ya se acostó? — preguntó a la mucama.

— Sí, señora — respondió Meche. Trae algo de la cocina — ordenó su ama.

Meche preguntó — ¿Caldito, señora? — Pará luego salir a cumplir el encargo.

Neville y Megara regresaban de las compras y mientras acomodaban las latas en la alacena discutían el mismo tema de siempre

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Neville y Megara regresaban de las compras y mientras acomodaban las latas en la alacena discutían el mismo tema de siempre.

— ¿Para averiguar qué? — cuestionó Neville

— Algo que pueda ayudar a Draco — refutó la muchacha.

— Dime la verdad, Megara — exigió el mozo — se murió o...

— Cuántas veces tengo que decirte que sí — refutó Megara molesta.

— Pues fijate que no te creo — dijo Neville — y tampoco creo en lo que dijo el licenciado — quiere limpiar su memoria, para mi que está vivo — no me mires así no voy a decir nada.

— ¿Y por qué debería creerte? — preguntó la muchacha — cuando viniste aquí la otra vez fue para perjudicarlo.

Neville rodó los ojos exasperado para recordarle — pero no lo hice — dijo.

— Porque no encontraste nada — refutó Megara.

— Tal Vez — respondió el criado — pero si hubiera encontrado algo tampoco se lo hubiera dicho a Slugorn — No soy mala gente de verás, Megara — soy pobre como tú y a veces nos vemos obligados a hacer cosas que no nos gustan.

— Yo nunca he hecho cosas a la fuerza — aseveró la muchacha.

— ¡Ah no! — exclamó Neville — no trabajaste en el burdel

Megara se apartó bruscamente del criado, para luego preguntarle — ¿Quién te dijo eso?

— Don Marcus Flint — dijo Neville.

— Pues es mentira — contestó Megara altanera.

— Tal vez sea mentira, pero yo no pensaría mal de ti o de Meche — contestó el mozo — yo sé que hay momentos en que a uno no le queda de otra — se porta de una manera por necesidad o por miedo.

Megara comía un mendrugo de pan mientras analizaba las palabras de Neville.

— Pero para mí — susurró el mozo muy cerca de Megara — tú y Meche serán siempre unas muchachas muy honradas.

— ¿A ti te gusta Meche, verdad? — preguntó Megara curiosa.

Neville preparaba jugo de frutas para ellos y respondió — uhmmm, la quiero, pero nada más como amiga.

Megara miró al mozo con aires de esperanza.

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