CAPÍTULO # 3

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Abraxas entró al despacho de su padre.

- El Sr. Theodore viene a verte y trae un muchacho con el
- dijo el castaño.

- Me alegro que hayas venido - dice Lucius - dándole la mano a Draco.

- Saluda al Sr. Malfoy, Draco
- pidió Nott.

- ¡Dejalo!. ¡Dejalo!, ya aprenderá. - dijo Lucius.

- Este es mi hijo Abraxas, me gustaría que sean amigos.

- Mamá, el Sr. Theodore a venido a casa a traerme un amigo - dijo Abraxas - muy contento a su madre - que entraba en ese momento al despacho.

- Ja, un amigo, un amigo, que broma es esta Lcdo. Nott
- dijo la castaña - muy molesta

- Helen, luego hablamos - dijo Lucius.

- Abraxas, llevate a Draco
- ordenó su padre - que se bañe y busca le ropa.

- Yo tengo un traje que me queda grande - es de color azul - dijo el castaño - que mi tío me envió de España.

- Un traje nuevo, que barbaridad estas diciendo
- refutó Helen - muy molesta.

- No le cortes a tu hijo sus impulsos de generosidad
- dijo Lucius - muy decepcionado.

- ¡Pero Lucius! - se quejó la castaña.

- Abraxas tiene ropa de sobra - recalcó Lucius

Lucius le ordenó a Draco que se vaya con Abraxas.

- Nott, por favor acomodate en tu habitación de siempre
- sugirió Lucius.

- Éste agradeció y se retiro.

- ¿Quién es ese muchacho y de dónde lo sacaste?
- preguntó Helen.

- Un huérfano - contesto el rubio.

- ¿De dónde lo sacaste y porque lo has traído? - preguntó Helen - nuevamente - ya que quería saber la verdad.

- Alabó tu generosidad para este pordiosero - dijo la castaña - pero - ¿Por qué no se lo entregaste a Hagrig?

- Pero le dijiste a Abraxas, que lo llevara a su cuarto - dijo Helen.

- Y ¿por qué se viste con su ropa? - ¿Qué no puede usar este niño la ropa de los jornaleros - preguntó Helen.

Lucius perdiendo la paciencia le encaró por su falta de caridad cristiana.

- No me falta la caridad para los desgraciados, pero este caso es diferente - aseveró la castaña.

- Hay cientos de muchachos huérfanos, miserables y nunca te tocaste el corazón para traer alguno o será que tienes algún interés en especial con este muchacho
- dijo Helen

- ¡Esta bien! - contesto Lucius - mirándola fríamente - te voy
a decir la verdad.

- Draco, es el hijo de un hombre, con el que me porte mal - contesto Lucius - se arruinó por culpa mía - crei un deber de mi conciencia,
- amparar a su hijo.

- ¿Me crees? - preguntó su esposo.

- Has arruinado a muchos pero no por eso has traído a sus hijos - dijo Helen

- Mejor cabría pensar la historia de otra manera - meditó la castaña.

- No será que esté muchacho - es hijo de alguna de tus queridas - un bastado tuyo - inquirió Helen - muy molesta.

- ¡Ya basta, Helen! - gritó Lucius.

- Draco llegó a esta casa porque yo así lo quise y aquí se va a quedar - gritó el rubio - te guste o no te guste
- dicho esto abandono el despacho.

- De verdad que pareces otro, y te ves mejor - dijo Abraxas.
- Eso sí - confirmó Draco.

- Lastima que no te queden mis zapatos - dijo el castaño
- con tristeza.

- No importa, me gusta mas andar descalzo - refutó el joven rubio.

Nott y Malfoy conversaban en la estancia.

Nott le contaba lo difícil y extraño que tiene el carácter Draco, a la par de inteligente y con cierta dignidad natural, se le nota la casta.

- ¿Cuál casta? - preguntó Lucius - levantando las cejas
- sorprendido.

- No me va a decir que le creyó las patrañas a Cardona, recuerde Theodore - solo lo ayude porque conocí a su madre. - ¡Nada más!
- confirmó el rubio.

Los muchachos entraron al salón.

Abraxas quiso darle la sorpresa a su padre, por la nueva apariencia de Draco.

- Lo malo es que no hubo zapatos para el - dijo el castaño.

Draco se paro en frente de Lucius, quien se sorprendió mucho y se quedó sin voz, contemplando lo fijamente noto al fin su gran parecido.

Nott sonrío al ver su cara.

- ¿Estas molesto? - preguntó el castaño - a su padre - notando su seriedad.

- No - contestó Lucius.

- Muéstrale tu potro - dijo Nott - al joven castaño.

- Vayan sé, háganle caso a Nott - ordenó el rubio - a los muchachos.

- ¿El sabe qué soy su padre?
- preguntó Lucius.

- No - me ha comentado nada - contestó Nott - pero creo que si.

- ¿Qué puedo hacer Nott?
- preguntó Lucius
- preocupado.

- Helen no permitirá que lo reconozca, pero tampoco puedo dejarlo así - aseveró el rubio - como el hijo de nadie, cuando es mio.

Nott se quedó en blanco, razonando sus palabras.

Los jóvenes caminaban hacia los potreros.

Abraxas con su semblante ingenuo tan distinto a su hermano Draco.

- ¿Por qué estas enojado Draco? - preguntó Abraxas.

- Porque no me gusta estar aquí - contestó el joven rubio.

- ¿Dónde vivías antes era mejor? - preguntó su hermano.

- Si - Porque podía hacer lo que me diera la gana - dijo el joven rubio - me gustaba pasear por la playa.

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