CAPÍTULO # 10

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Hermione fue a buscar a Astoria a su cuarto, pero no estaba.

Así que reviso los cajones de su coqueta y se encontró con 3 objetos.

Un pañuelo, la cadena de perlas que Draco, le regaló y el anillo de compromiso de Abraxas.

Hermione tomó el anillo y se lo puso, besándolo con tristeza.

Luego tomó la cadena, comprobando que eran perlas reales.

¿Qué haces aquí? - preguntaba la pelinegra - a su hermana.

- ya que al entrar a su cuarto, la encontró allí.

- Dónde conseguíste este collar? - preguntó la castaña.

- ¡Eso es una chuchería¡ - dijo la pelinegra.

-¡No - No es una chucheria!, son perlas de verdad
- contestó la castaña
- ¿Quien te lo dio?.

- Abraxas - mintio Astoria.

- ¡Esta bien!, la próxima vez que lo vea, le preguntaré - dijo la castaña y lo guardo nuevamente en el cajón.

Se regresó y miró con ironía a su hermana. Mientra salia del cuarto.

- Tú me pones muy nerviosa. Y me haces sentir como si yo fuera la sinvergüenza más grande del mundo - dijo Astoria.

El collar es un regalo de un primo de Daphne, me lo dio cuando cumpli los 18 años.

- ¡Mirá la verdad! se lo dio un enamorado, lo acepto y luego se arrepintió, tuvo miedo que mi tía lo viera y me lo dio a mi - dijo la pelinegra.

- ¡Fijate que no te creo nada! - gritó la castaña.

- Es qué tu nunca me crees - dijo Astoria.

Además no tengo porque darte explicaciones, no tienes porqué meterte en mis cosas.

- Tengo que meterme porque...porque eres mi hermana - contesto la castaña.

- Lo que pasa, es que eres una hipócrita, quieres fastidiar me, porque te mueres de celos, y no soportas que el me haya preferido a mi - refutó Astoria.

- Me estuvo pretendiendo desde la primera vez que me vio, por eso rompió el compromiso contigo.

Hermione bajó la cabeza, mientras luchaba para que sus lágrimas no salieran.

- ¿Aceptaste qué te pretendiera, sabiendo que era mi prometido? - preguntó la castaña.

- ¡Yo no hice nada! - dijo la pelinegra - lo juro - de verdad, me porte de lo más mona.

Hermione movía su cabeza de un lado a otro, burlándose, no lo dudo
- decía sarcásticamente.

- Me alegro que me hayas aclarado las cosas y como conquistas te a Abraxas, aparentando lo que no eres y quieres conservarlo.

De ahora en adelante, tendrás que hacer, exactamente lo que yo te diga.

- Se te acabaron las mentiras, los regalitos de quien sabe de quien, y los paseos por la playa.

- ¿Qué tiene que ver eso?
- preguntó la pelinegra - ni siquiera puedo salir a tomar el fresco.

- ¡Es que tú no sales precisamente a tomar el fresco¡ - dijo la castaña.

- ¡Crees que soy tonta!, que no he visto a ese hombre, rondando por aquí, que se te ha metido en el cuerpo
- ¡El demonio!

Astoria - dijo - ¡por favor no seas mojigata!

- Tú tan indecente, - ¿Tanto necesitas coquetear? que tienes que hacerlo con ese individuo, tan descarado
- preguntó la castaña.

Astoria, cerró sus ojos y dijo - ¡ya basta!

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