CAPÍTULO # 4

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- Andaba por el puerto, por los barcos - dijo el joven rubio.

- ¿Sabes navegar? - pregunto Abraxas.

- si - claro - mintió Draco.

- ¿Tu que sabes hacer? - pregunto el joven rubio.

- Estudio con el maestro Escobar, monto a caballo, toco la mandolina y se volar el papalote - contesto el castaño.

- ¡Sabes volar el papalote! - dijo el rubio - rodando los ojos - con un tono burlón.

Abraxas miraba sorprendido a su hermano.

- ¿Sabes pelear, robar sin que se den cuenta? - preguntaba Draco - golpeándole en el brazo.

- ¡Apuesto que nunca has visto una mujer desnuda! - dijo el rubio.

- ¡Una mujer desnuda, sin ropa! - dijo el castaño - tapándose los ojos - pero si eso es pecado.

- Pecado es tener hambre - que no haya nada de comer - dijo el joven rubio.
- Siempre hay que comer - contestó Abraxas - como lo más normal del mundo - pero si te quedas nunca te faltara la comida.

- No me voy a quedar - no me gusta que me digan lo que tengo que hacer, además tu mamá, casi se muere del asco cuando me vio - Yo no tengo porque aguantar lo - dijo el joven rubio - cuando alguien me ve feo, me voy.

Ahí estaban los dos hermanos tan distintos, criados de diferentes maneras, el uno sobre protegido, cómodo sin sufrir, sin luchar, débil, mimado por una madre exigente, mientras el otro fue criado por su padrastro como un animal, sin remordimientos, rodeado de la escoria de la humanidad, vivía con lo que había, pasaba hambre, y debía sobrevivir.

El rubio sintiendo que no encajaba ahí en ese mundo tan perfecto - decidió no quedarse.

Si el rubio se hubiera quedado en Villa del Rey - le hubiera enseñado - a su hermano a ser un verdadero hombre. No el pelele que su madre terminó creando.

Mientras tanto en el despacho, Theodore le entregaba la carta de Cardona a Lucius. Este la tomó sin leerla y la rompió, ya no tenía dudas de que el muchacho fuera suyo.

Lo que ellos no sabían es que Helen oía la conversación desde la escalera que daba a la entrada del despacho, con los ojos inyectados de odio y de rencor al confirmar sus sospechas de que Draco, era hijo de él y una de sus queridas.

Lucios, enojado pero muy decidido dijo - a pesar que Cardona lo crió para delincuente - yo haré de Draco, un hombre de bien, ya que ningún hijo mío jamás será carne de presidio.

Ambos hombres conversaban mientras salían del despacho. Helen presurosa bajó de las escaleras y se escondió.

- A mi - ¿Quien me preocupa es Helen? - no creo que acepte la presencia de Draco - dijo Theodore.

- Helen hará lo que yo diga - dijo Lucius.

Al salir de la casa, los hombres se encontraron con los dos jóvenes.

Abraxas muy triste se acercó a su padre y le dijo - Draco no quiere quedarse - porque le gusta más el mar - me parece muy bien le inquirió Lucius.

- Pero sabes leer y escribir - inquirió el rubio mayor.

- Para navegar no hace falta - contestó Draco.

- Para ser un marino de verdad - se necesita instrucción - dijo Lucius.

- Te propongo lo siguiente - te quedas en Villa del Rey, hasta que el maestro Escobar te haya enseñado las letras y los números. Luego ingresaras a la Academia Naval para que salgas de ahí, hecho un verdadero capitán- dijo Lucius.

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