CAPITULO # 42

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En Campo Real, discutían Helen y su hijo.

Helen corría atrás de Abraxas, que iba bajando las escaleras a toda prisa.

- Hijo - escúchame por favor - pedía la castaña mayor - tu actitud es de completo egoísmo - solo piensas en ti y yo ¿qué? - no cuento para nada.

- Si - me lo hubieras dicho desde un principio - dijo el castaño.

- ¡Está bien! - no te lo dije y me arrepiento - confesó su madre - pero lo hice por ti para evitarte una enorme pena.

- Si - me enviaste una enorme pena y me convertiste en la burla de todo el mundo - reclamo el castaño.

- ¿Cuál burla? - si sólo lo sabíamos nosotros - preguntó Helen.

- ¡Mejor no sigas, mamá! - pidió el castaño - te ruego, te suplicó que te mantengas al margen de esto.

Helen terminó de bajar las escaleras, encontrándose con Blaize.

- ¿Oíste? - preguntó Helen

- Si - contestó el moreno - de mala manera.

- ¿Qué podemos hacer? - preguntó Helen.

- ¿Estas segura que Hermione acepto casarse con Draco únicamente para alejarlo de Astoria? - preguntó el moreno.

- Por supuesto - dijo la castaña mayor.

- ¿Crees que siga enamorada de Abraxas? - preguntó Blaise.

- ¡No sé! - dijo Helen - según Andrómeda quiere al otro - pero ve tú a saber si sea cierto - ¿Por qué?

- Bueno, tal vez podríamos evitar escándalo y divorcio - dijo el moreno.

- ¿Cómo? - preguntó Helen.

- Mejor no preguntes - dijo el moreno.

- Si - lo logró - te lo explicaré - dijo Blaise.

- Pero yo quiero saber - insistía la castaña mayor.

- Prefiero darte la sorpresa - dijo el moreno - tomándola de los brazos - ese será mi regalo de bodas.

Tocaron el timbre en la casa de Draco. Meche salió a abrir la puerta.

- ¿Esta la señora? - preguntó Abraxas.

- Si - contestó la criada.

- Llámala por favor - pidió el castaño.

- Si - Señor - contestó la criada y fue a buscar a Hermione a su recámara para avisarle de la visita de él.

- ¡Buenas tardes! - saludó la castaña.

- ¿Cómo estás? - preguntó el castaño.

- Muy asustada - respondió Hermione.

- ¿Nos podemos sentar? - preguntó el castaño.

Ambos tomaron asiento en el salón de la casa. Uno enfrente del otro.

- Abraxas por favor, no quiero que se derrame la sangre entre uds - pedía Hermione - muy preocupada.

- Prefieres entonces, que me muestre como un cobarde - dijo Abraxas.

- No, no se trata de eso - contestó la castaña - no se trata de ser cobarde o valiente - se trata de tener sensatez - no hay nada que justifique perder la vida.

- Hay cosas Hermione, que un hombre no puede perdonar - dijo el castaño - con la mirada ensombrecida.

- Jesús murió en una cruz y perdono a los que lo juzgaron - explicó la castaña.

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