Capítulo # 105

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— ¡Abraxas! — llamó su madre ¡por favor!

— ¡Ya basta, madre! — gritó Abraxas — todo lo que ha sucedido ha sido por culpa tuya y de este entrometido que es capaz de hacer cualquier cosa con tal de complacerte.

— Yo creo que estás exagerando — dijo Blaise.

— ¿Exagerando? — preguntó el castaño — te parece exageración... ¡El asesinato!

— ¿De qué estás hablando? — grito su madre esta vez.

— ¡De qué le pagaste al jefe de la cárcel para que mate a Draco y a Astoria! — gritó su hijo.

Helen confundida preguntó —¿Yo?

— ¡Quién te dijo eso, miente! — exclamó Blaise

— ¡Los únicos mentirosos son ustedes! — gritó el castaño enfurecido.

— ¡Basta, Abraxas! — ordenó su madre — estoy indignada por tantos insultos.

— ¡Tu me has insultado más a mí, engañandome! — gritó el castaño — ocultandome las cosas, pero esto se acabó — quieres casarte con él, cásate — porque son tal para cual — los quiero lejos de mi — ¡Fuera de mi presencia!

Terminó de hablar y se fue a encerrar a su despacho, para ahogar sus penas en brandy.

— ¡Abraxas! ¡Abraxas! ¡Espera, por favor! — rogó su madre tratando de ir atrás de él, pero fue detenida por Blaise — ¿Y dejar que piense de mí, lo que se le antoje? ¡No, de ninguna manera!. Así que corrió al despacho para hablar con su hijo.

Al entrar al despacho su hijo le dijo — ¡No quiero hablar contigo!

— Pero yo sí — dijo su madre decidida — yo no necesito de tu permiso para hacerlo — soy tu madre y me debes respeto.

— El respeto uno se lo gana — refutó Abraxas dolido.

— Desde el día que supe que estaba esperando un hijo — relató Helen — lo más importante siempre fuiste tú — te eduque, te cuide — me quede sola para que tú tuvieras lo mejor.

— Eso me lo has hecha o en cara, toda la vida — refutó el castaño — ¡y si muchas gracias!

— No te lo estoy diciendo para que me lo agradezcas — gritó Helen — si lo hice fue por mi gusto, no por obligación.

— Bueno, pero ya no soy un niño, soy un hombre — exclamó Ahrax — ¡y tengo derecho a tomar mis propias decisiones!

— ¡Yo también! — exclamó Helen.

— ¡Pero no sobre mí! — gritó Abrax.

— ¿Crees que todo se refiere a ti? — preguntó su madre — que yo no existo — que yo no tengo sentimientos — si a ti no te afecta el escándalo, a mí sí — siglos tiene esta familia de cuidar su reputación para que vengas tú en un arrebato lo enlodes todo.

Abraxas que estaba sentado se levantó rápidamente y acercándose a su madre le dijo — no voy a vivir cuidando oropeles casados ni abolengos podridos.

— Tendrás que hacerlo — susurró su madre — no eres el único Malfoy — antes que tú existieron tu padre y tu abuelo y yo — yo que llegué a firmar parte de esta familia — a tus hijos debes heredar les un apellido tan limpio como el qye tu recibiste.

— ¿Y como cuidas tu nuestro apellido, planeando asesinatos? — gritó Abraxas.

— ¡Yo nunca hice eso! — exclamó su madre.

— ¡Marcus Flint, me lo dijo! — respondió el castaño.

— ¿Y le crees más a ese rufián que a mí? — preguntó Helen haciéndose la inocente.

— ¡Madre, aveces creo que eres capaz de cualquier cosa! — refutó el castaño fastidiado.

— ¿Qué vas a hacer con Astoria? ¿Qué tal qué la criatura fuera tuya? — preguntó Helen.

— Madre... Así fuera mío, nadie va a creerlo — dijo Abraxas irónicamente. — ¿Quieres que se burlen más de mí?

— Eso se puede arreglar — dijo Helen — podemos correr la voz que Draco se la llevó a la fuerza y tu tendrás todo el derecho de matarlo para borrar la afrenda...

— ¡He dicho que no! — gritó Abraxas — ¡no quiero que esa mujer vuelva a mi casa!

— Tampoco quisiera — aseveró Helen, pero si la criatura es tuya no podremos abandonarlo — un hijo tuyo, Abraxas... Mi nieto.

Abraxas se volvió a sentar. Estaba tan cansado que se quedó en silencio.

— ¡Mi amor! — susurró su madre mientras le acariciaba el cabello — es demasiado lo que se nos viene encima, hay que tratar de arreglarlo para que vuelva la calma y la tranquilidad — debemos defendernos y si estamos juntos lo vamos a lograr.

Helen salió del despacho más tranquila, afuera la esperaba Blaise, quien al verla se acercó a ella.

— ¡Hay que buscar la forma de limpiar el honor de Astoria — aseveró Helen — diciendo que Draco se la llevó a la fuerza.

— No, no — dijo Blaise — Hermione lo va a desmentir.

Helen enteecerro los ojos y con voz venenosa dijo — ¡Vamos a ver si se atreve!

Blaise rodó los ojos para responderle — de todos modos si decimos que Draco se la llevó — la gente va a pensar que no la tocó, o abuso de ella.

— ¿Estonces? — preguntó Helen curiosa — ¿Qué sería?

— Vamos a inventar algo más coherente con todo lo que sucedió — refutó Blaise — que como estaba gravemente herido, su gente se la llevó a la casa de la señora Andromeda — y cuando se fueron de ahí se llevaron a Astoria para que no dijera nada — y la soltaron en cuanto él estaba en condiciones de abandonar el pueblo — ¿Es más o menos lo que sucedió, o no?

— Pues sí — refutó Helen pensativa.

— Así que si no culpamos a Draco — aseveró Blaise — Hermione no se va a oponer.

Charlie fue a casa de Andromeda, algo tarde en la noche, para hablar con Hermione

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Charlie fue a casa de Andromeda, algo tarde en la noche, para hablar con Hermione.

— Perdón por la hora — aseveró el pelirrojo — pero es que tuve que despachar algunos pendientes.

— No se preocupe — dijo Herms — más bien discúlpeme a mi por hacerlo venir — sabe que tenemos vigilancia — ¿El hombre que está afuera espiando, no lo puso usted?

Charlie la miraba serio y en silencio — lo hice para protegerlas de visitas indeseables — le dijo.

— ¡Se refiere a mi esposo! — exclamó la castaña.

— ¿No a muerto, no? — cuestionó el pelirrojo.

— No — susurró Herms — fue un engaño de Blaise Zabini.

— ¿Así? — preguntó Charlie en tono de burla.

— Cómo fue una trampa de él mismo y de mi tía Helen el motivo por el que lo detuvieron — refutó Hermione — Pansy me dijo que usted es un hombre que persigue la justicia — y me gustaría contarle la historia de mi esposo, para que usted mismo juzgue.

— ¿Quiere sentarse? — preguntó Herms, para sentarse en la silla continua a la del juez. 

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