CAPITULO # 25

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Hermione llevaba un sencillo vestido blanco, de larga cola, con su cabello recogido y un ramo de rosas blancas.

Se veía radiante, tal como una reina.

Draco usaba un terno plomo oscuro, con corbatin blanco, chaleco blanco y pantalón a juego, y en su solapa llevaba una rosa blanca

Su cabello rubio platinado suelto y peinado para atrás.

Estaba acompañado de sus hombres de confianza.

Megara iba del brazo de Harry.

Hermione entraba a la iglesia del brazo de Abraxas.

Astoria, Andrómeda y Blaize iban adelante.

Fray Domingo, como cura de San Pedro - dijo:

- ¡Queridos amigos!

"Ustedes han venido a esta Iglesia para que el Señor selle y fortalezca su amor en presencia del ministro de la Iglesia y de esta comunidad"

Draco y Hermione - ¿Han venido aquí libremente sin reservas para darse uno al otro en matrimonio?

- ¡Se amarán y se honrarán uno al otro como marido y mujer por el resto de sus vidas!

Como es su intención entrar en el matrimonio, unan sus manos derechas, y declaren su consentimiento ante Dios y ante la Iglesia.

Ellos unen sus manos

- Draco dice:

Yo, Draco, te tomo a ti, Hermione como mi esposa.

Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida.

Hermione dice:

Yo, Hermione te tomo a ti - Draco, como mi esposo.

Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida.

Ustedes han declarado su consentimiento ante la Iglesia.

Que el Señor en su bondad fortalezca su consentimiento para llenarlos a ambos de bendiciones.

Lo que Dios ha unido, el hombre no debe separarlo.

- ¡Amén!

- ¡Señor!

- Bendice estos anillos y consagra a Draco y a Hermione

- En su amor entre sí.

- Que estos anillos sean un símbolo

de fe verdadera entre ellos,

- y recuérdales siempre de su amor.

- Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor

- ¡Amén.!

- Una vez concluida la boda, sellaron su unión con un casto beso.

- Mechita arreglaba la cama de Hermione.

Hermione estaba lista para recibirlo en el lecho nupcial pero estaba muy nerviosa.

Draco entró a la habitación y se coloco detrás de ella

- Me quedé hablando con Goyle.

- Quieres saber que voy a hacer ahora. Pienso dedicarme al comercio.

Hermione estaba muy nerviosa y apenas si hablaba.

- ¿Qué opinas? - Preguntó el rubio.

- ¡No se! - respondió la castaña.

- ¿Qué te pareció la fiesta? - Preguntó el rubio.

- ¡Bien! - dijo la castaña.

- ¿Hubieras preferido algo más llamativo? - Preguntó el rubio.

- No - acotó Hermione - a punto de llorar.

- ¿Pareces asustada? ¿Tienes miedo? - preguntó Draco - preocupado.

- Si - contestó Hermione.

- ¿De qué? - Preguntó el rubio.

- ¡Es qué no se nada de esto! - acotó la castaña - muy nerviosa.

- ¡Yo tampoco! - dijo el rubio - burlándose - para romper el hielo.

Hermione miró al rubio entre sorprendida y enojada por el sarcástico comentario.

- Es que es la primera vez que me caso - aseveró Draco - No tengas miedo - O es que te molesta, que me acerque

- No - confirmó Hermione

Draco se acercaba a ella muy delicadamente, le besaba las mejillas, el cuello.

- ¿Te gusta!?

Hermione cerro sus ojos, y con un movimiento de cabeza asentía.

Draco tocaba sus labios con sus dedos e iba besándola poco a poco, suaves y cándido besos.

- No importa que tanto sepas, o te hayan dicho pero esto puede ser tan hermoso, como uno quiera.

- Mientras la besaba, bajaba su pijama y la acariciaba - susurrandole - ¡eres tan suave, tierna! - yo quisiera que olvidaramos todo lo que pasó. Y en este momento empezáramos una nueva vida para nosotros.

- Los besos subían de tono, mientras la acostaba en el lecho, besando su cuerpo desnudo, blanco y perfecto.

- Dando paso a un camino de besos, que recorría desde su cuello hasta llegar a sus senos, los cuales empezó a succionar y lamer cuál si fueren el platillo más exquisito, haciendo la gemir una y otra vez.

Hermione sintió como empezó a quitarle su interior y jugueteaba con su clitoris, metiendo dos dedos dentro de su intimidad, que de manera inconsciente mordió su labio, lo que hizo que Draco, se excitara aún más.

- El rubio se despojó de su pantalón, y de su boxer dejando a la vista toda su virilidad - todo su deseo.

Hermione jamás había visto un hombre desnudo, en pláticas de amigas pero nunca imagino ver uno así , de enormes proporciones y grueso.

- Draco se sintió pleno, nunca había estado con una chica tan pura, tan limpia que ahora solo sería para el y para nadie más.

- Ahora solo el conocía el sabor de esos labios, de ese cuerpo, podía ver a través de sus ojos un alma pura y sincera y tal vez no la merecía.

- Ya llegado el momento y sintiendo que estaba lista - dijo mientras mordisqueaba su lóbulo - quiero que te relajes - ya estas lista pero te va a doler un poco, solo será al principio, pero cuando te tranquilices, lo empezarás a disfrutar.

- Con sumo cuidado y sin romper el contacto de sus labios.

Draco bajo las manos hasta la cadera de la chica tomándola con delicadeza, la levantó con sumo cuidado para colocarla en la posición, que mejor acceso le representase - para de un solo golpe penetrarla, lo que hizo que ella soltara un fuerte grito, como si le hubieran clavado un hierro caliente.

- Empezó a realizar movimientos circulares con la cadera, estaba sumamente apretada lo que le daba una sensación increíble a él también.

La castaña lo sentia completamente adentro, realmente era una sensación que jamás pensó vivir.

El rubio detuvo sus movimientos y empezó a entrar y salir mientras la besaba en la boca, bajando por su cuello y concluyendo en los pechos.

- Se enderezó un poco y le dijo abrázame, se aferro al cuello del rubio - no podía evitarlo.

- Las embestidas a las que estaba siendo sometida la hacía jadear y gemir, aunque tratara de morderse los labios para evitarlo, esos sonidos eran la gloria para el.

Hermione sintió como se ensanchaba dentro de ella - sintió expanderse y llenarla totalmente - fue ahora ella quien buscaba la boca del rubio besándolo con frenesí y pasión

- ¡Ya! ¡ya! comenzó a decir Hermione.

- No sabía cuántas veces había sentido su vientre arder, mientras sus fluidos internos se derramaban, una y otra vez desde el centro de su ser y entre sus piernas - bañando el miembro de su marido.

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