Capitulo # 53

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- Señor Malfoy qué milagro - dijo Slugorn.

- Quiero ver a Draco Corazón de Dragón - aseveró Abraxas.

- ¡Por supuesto! - en este momento lo acompañó - contestó el capitán.

- No es necesario - Abraxas dijo.

- Entonces.... - acotó el capitán - déjeme decirle al cabo que le indique por donde es.

- ¡Gracias! - dijo el castaño. Siguiendo al Capitán hacia las mazmorras.

Baldomero le estaba dando de beber agua a Draco.

- ¿Y el otro? - preguntó el anciano.

- Salió libre - respondió el rubio.

- ¿Y ud? - preguntó el anciano.

- Yo solo saldré si alguien me ayuda - respondió el rubio.

- ¡Eso va a estar difícil! - respondió el anciano.

Aquí todos tenemos miedo.

- Y si te garantizó que nada te va a pasar - aseveró el rubio.

Te doy dinero suficiente para que te vayas lejos.

¿Tienes familia?

- Nada más un nieto - respondió el anciano.

Baldomero miraba a todos lados para que nadie pudiera escuchar su conversación.

- Ve a la cantina del tuerto - pidió el rubio - tan siquiera escúchalo.

El anciano terminó su trabajo y se retiró de la celda del rubio.

De repente Draco notó la presencia de alguien más.

- ¡Abraxas! - dijo el rubio.

- Al fin nos vemos cara a cara - acotó el castaño muy serio.

- Si, pero con una reja de por medio - respondió el rubio.

- Yo también hubiera preferido que nos encontramos en otro lugar - Abraxas respondió.

- ¿De verás? - preguntó el rubio.

¿No estoy aquí porque tú me rendiste una trampa?

- ¡No! - dijo el castaño.

- ¿Fue tu madre entonces? - Draco preguntó

Abraxas lo miraba con odio, así que su tono de voz cambio repentinamente.

- Dale gracias a Dios que aún tienes vida - refutó el castaño.

- ¿Que viniste a hacer? - preguntó el rubio molesto.

- A decirte que eres un infeliz - contestó el castaño.

¡Un perro que muerde la mano que le da de comer!

- Tú nunca me has dado de comer - el rubio enfatizó.

Es más todavía no me pagas el tiempo que trabaje para ti.

- No te cobraste de sobra - el castaño aseveró.

- ¿Si te refieres a Astoria? - preguntó el rubio - yo no sabía que era tu prometida.

El engañado, el traicionado fui yo.

¿Porque crees que fui a Villa del Rey?

- Ya me lo dijeron - aseveró el castaño y suponiendo que fuera cierto debiste comportarte como un hombre y decírmelo.

- ¿Decirte que? - preguntó el rubio.

¡Que toda mi vida he pagado por el pecado de tu padre!

¡Que gracias a él soy un desgraciado!

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