Any: Sí, de verdad. Aarón vino a despedirse. Mañana se regresa a Nueva York. Y con Julián pues... Igual.
Enrique: Bueno, pues entonces... Me voy yo también. Aún no cené –rio-.
Any: No, bueno... Tanto trabajo con Ponchito, ¿verdad? –Trató de reír-.
Enrique: Sí, hija –rio-. Descansa, ¿sí? Que tengas suerte mañana –le da un beso en la frente a su hija y antes de cerrar la puerta, Any lo detiene-.
Any: ¿Supiste qué le pasaba a Poncho?
Enrique: El trabajo, mi amor –le dijo-. Ve la hora que es y yo acabo de llegar.
Any: Bueno... Oye –dijo deteniéndolo de nuevo-... Te extraño.
Enrique –volvió para sentarse de nuevo en la cama-: ¿Por qué dices eso, mi amor? ¿Qué tienes? ¿Estás bien?
Any –dejando escapar un par de lágrimas-: Sí, papá. Estoy bien. Deben ser las hormonas de este bebé –dijo tocándose la panza-, que me está volviendo loca –trató de reír y Enrique la abrazó-. Te prometo que en cuanto termine mi último examen, te platico de todo, ¿sí?
Enrique: Mi amor –se separa y le acaricia sus mejillas-, me conformo con saber que estás bien. No quiero que me cuentes todo porque te sientas obligada. Ahora descansa. Sea lo que sea que te pase, verás como pronto se soluciona todo. Te amo, eso que te quede claro.
Any: Lo sé. Yo también te amo, papá. Buenas noches.Cuando Enrique cerró la puerta, Any abrió la cajita que Poncho le había mandado con su padre, no sin antes leer una notita que le dejó:
Any: Deja de tomar celulares que no son tuyos cuando no puedes dormir. Te amo. Poncho –sonrió-. ¿Qué es esto?
Dentro de la cajita, Poncho había dejado una carta, que Any leyó en voz alta.
"Mi amor;
No soporto más la idea de no poder estar en contacto contigo, de no poderte escuchar. Tengo demasiado con saber que no puedo regalarte todos los besos que me gustaría y que además, te mereces.
No soporto más la idea de tener que saber cómo están mi hijo y tú porque tu papá o mi mamá me cuenten algo.
Sé que todo esto ha de parecerte una locura, pero es nuestra locura; una vez más.
En la memoria de este teléfono nada más vas a encontrar un contacto. Soy yo. Con una línea que nadie más conoce y que además, por curarnos en salud, no está a mi nombre. Julián nunca podrá sospechar.
Si me extrañas tanto como te extraño a ti no dudes en hacérmelo saber.
Te amo,
Poncho."
Any se limpió las lágrimas que comenzaron a resbalar por sus mejillas (casi de manera inconsciente) mientras leía la carta. No era la carta más romántica del mundo, de hecho hasta dudaba de si se podía llamar carta; pero posiblemente fuera la más sincera que jamás había recibido.
Tomó el celular que había dentro de la cajita, lo desbloqueó y se fue a los contactos. "Tu loco". Picó en editar mientras sonreía y le cambió el nombre.
Any: Mejor así, ¿no? –Se dijo a sí misma tras haber escrito "Mi Amor".
Se fue a la aplicación de mensajería instantánea que ya Poncho se había encargado de instalar durante el día, y no dudó en escribir.
Any: Hola.
Poncho no se había dado cuenta de que Any le había escrito. Cuando llegó a casa tras dejar a Enrique en la suya, pasó a la habitación de Silvia, quien ya estaba dormida, para darle un beso; se despidió de su madre y se puso a cenar. Después fue a darse una ducha, se puso el pantalón de su pijama y se metió en la cama con el celular que le había encargado a Adrián. En cuanto vio que Any le había escrito hacía 45 minutos, se atrevió a llamarla, teniendo la esperanza de que aún estuviera despierta.
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Pasión y Amor van Unidos
RomanceNunca es fácil terminar con una pareja, mucho menos después de llevar muchos años juntos y saber que esa persona es tan peligrosa, que es capaz de hacer cualquier cosa. ¿Podrá Anahí dejar a su novio para vivir su vida al lado de Poncho, el hombre q...