Capítulo 27

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Cuando se fue a la mesa donde estaban sus amigos, se sentó al lado de Alejandra, en la esquina donde perfectamente, podría ver a Poncho cuantas veces quisiera. Y lo mismo le pasó a Poncho, quien se sentó al lado de su padre. Jugaban a las miradas, pero no eran muy buenas.

A la hora de despedirse, Silvia le dio un abrazo enorme a Any, quien se lo respondió llena de amor.

Esa noche, Any se quedó en la casa de Alejandra a dormir, ya que decidieron que a la mañana siguiente, ninguna iría a su facultad.

Alejandra: De verdad que estás loca, Anahí... ¿Y Julián?
Any: Alejandra, no estoy loca, ¿y qué tiene que ver Julián con que le cuente a Aarón?
Alejandra: ¿Hello? Any, Aarón también es amigo de Julián, ¿te recuerdo hace años lo que pasó cuando le contaste algo a Aarón y Julián te armó un pancho increíble?
Any: No. No hace falta que me lo recuerdes, ¿pero y qué? Alejandra, cuando tropecé con él sentí que podía confiar de nuevo, que no es el Aarón de siempre, sino el Aarón que encontró su verdadera personalidad, el Aarón que...
Alejandra -la cortó-: ¡Ay por Dios! ¡Escúchate! Parece que estés enamorada de él.
Any: ¡¡Claro que no!! Alejandra, sabes de quién estoy...

Se quedó en silencio, pues ni ella misma lo sabía. Alejandra nada más le levantó una ceja, cruzándose de brazos enfrente de Any, quien estaba sentada a los pies de la cama.

Alejandra: ¿Lo sé? -Se sienta al lado de ella y le pone la mano en la pierna-. No puedo saberlo si no te aclaras tú... Any, ahora que llevas tiempo sin saber nada de Julián... ¿No lo extrañas?
Any -tras dudar unos segundos-: No sé... Alejandra... Eso le deberías preguntar a él, no a mí.
Alejandra: No te entiendo...
Any -levantándose de la cama, dando vueltas de un lado a otro de la habitación-: Siempre que nos vemos me jura mil veces que me extrañó, que me extraña y no sé cuantas cosas más, pero, ¿ves? Ni una llamada, ni un mensaje de texto, ni... Nada, Alejandra. Nada. Y es lo que me confunde de él. Que cuando estamos juntos es un lindo, un hermoso, está muy atento, me entiende, me protege, me cuida... Me abraza más que me besa, y sabe que eso es algo que adoro.
Alejandra: ¿Y Poncho?
Any -se para a los pies de la cama, dejándose caer en esta de espaldas y suspira, mirando el techo-: Más de lo mismo.
Alejandra: ¿Qué?
Any: Poncho tampoco me habla, pero cuando lo tengo cerca, como hoy, siento ganas de besarlo, tenerlo entre mis brazos, de sentirlo mío, de escaparnos juntos a algún lugar del mundo. Siento la necesidad de escuchar lo que tanto quiere decirme...
Alejandra: ¿Y por qué no lo haces? ¿Por qué no lo escuchas en vez de tratarlo tan mal?
Any: Alejandra, porque no soy capaz. No soy capaz de esperar que me diga que me ama y... No sé... Demasiado tengo con que sepa mi verdad. Además, no sé lo que quiero, Ale... No sé si quiero estar sola, si quiero estar con Julián o con Alfonso...
Alejandra: ¿Y Aarón?
Any -se incorpora-: Aarón nada más es un amigo. ¿Qué te pasa?
Alejandra: Entonces Aarón descartado, ¿no?
Any: No te entiendo nada con él, pero equis...

El celular de Any comenzó a sonar, y al ver quién era, decidió no responder y dejó el celular sobre el escritorio.

Alejandra: ¿Quién es?
Any: Julián...
Alejandra: ¿Te tiene un micrófono o algo?
Any: A veces pienso que me espía...
Alejandra: ¿Y te estás quejando de que no te llama y ahora no le respondes? De verdad que no te entiendo...
Any: Es que justo hoy no quiero saber nada de él.
Alejandra: ¿Quién te entiende?

El celular sonó de nuevo, pero tampoco quiso responder... Y volvieron a llamar, pero como a la tercera va la vencida, respondió pensando que era Julián de nuevo.

Any: ¿Bueno? -Respondió como si no se hubiera enterado de las llamadas anteriores, y nadie respondía-. ¿Bueno? ¿Quién habla? ¿Julián, eres tú?
Poncho: No... No soy Julián.

Any se quedó de piedra, no sabía qué decir y hubo unos momentos en que Poncho tampoco sabía. Los dos pronunciaron el nombre del otro al mismo tiempo, cosa que hizo que ambos rieran, pero pronto volvieron al silencio.

Poncho: Dime.
Any: No, dime tú. Yo sólo te iba a preguntarte qué querías.
Poncho: An -no sabía si llamarla Any o Anahí-... ¿Es muy tarde?
Any: ¿Qué?
Poncho: Digo, para que puedas salir de tu casa.
Any: No. Quiero decir, que... No estoy en mi casa.
Poncho: ¿Estás con Julián?
Any: No.
Poncho: Entiendo... Estás con Aarón entonces...
Any: ¿Qué? ¡¡No!! Claro que no, ¿qué les pasa a todos con Aarón? ¿Me hablas para eso? ¿Qué te crees que soy?
Poncho: No.
Any: ¿No?
Poncho: No.
Any: ¿Y entonces para qué? ¿Qué quieres?
Poncho: Quería... Bueno, pues sólo quería...
Any: Si, ya sé que querías... Y no, Alfonso. Ni estoy en la cama de un hombre, ni estoy con un hombre, ni nada, y mucho menos con Aarón.
Poncho: Any, te estás confundiendo, no era nada de eso.
Any: Si, claro, como no... Siempre soy yo la confundida, ¿no? Mira, Alfonso, será mejor que zanjemos esto ya, ¿ok?
Poncho: Anahí, ¡¡no puedo!! Tengo que hablar contigo algo muy importante, por favor, no me cuelgues.
Any -suspiró tras guardar segundos de silencio-: Está bien, Alfonso, ¿qué quieres?
Poncho: Quería saber nada más si podías salir de tu casa, y bueno, ya que no estás en tu casa, si podías salir de donde estés.
Alejandra: ¿Qué pasa?
Any: Un segundo, Alfonso. Espérame.

Any se retiró el teléfono de su oreja y le dijo a Alejandra qué quería Poncho, y esta la convenció de que fuera.

Any: ¿En dónde nos vemos?
Poncho: ¿Dónde estás? Te paso a buscar.
Any: ¿Es necesario?
Poncho: Bueno, como quieras. Si lo prefieres nos vemos en algún otro lugar, lo decía por la tormenta que está cayendo.
Any: Estoy con Alejandra, en su casa.
Poncho: Ok, pues... Espérame, ¿sí? En diez minutos llego.

Colgaron al mismo tiempo y tal como lo dijo, en diez minutos llegó y llamó al timbre.

Alejandra –abriendo-: Órale... Menos mal que estamos solas, sino hubieras despertado al mundo entero. Pásale.
Poncho: Qué exagerada, Ale... ¿No está Any?
Alejandra: Si, ya viene. ¿De qué van a hablar? Digo... Si no es mucho molestar el querer saber...
Poncho: Tengo que pedirle un favor. Nadie mejor que ella podría hacerlo.
Any –llegando-: ¿Nos vamos?
Poncho: Cuando quieras.
Alejandra: Chicos, si quieren pueden quedarse aquí, yo me voy a mi cuarto y se quedan en la sala o al contrario...
Poncho -miró a Any-: Como ella prefiera, yo nada más quiero que me escuche.
Any: Prefiero salir, Alejandra. Luego vengo, ¿va?
Alejandra: Bueno, aquí te voy a esperar. No se tarden.
Poncho: No te preocupes que estará en casa a buena hora –riendo-. Bye.

Poncho le abrió la puerta a Any para ir detrás de ella, y al llegar al coche le abrió la puerta y la ayudó a subir. 

Poncho comenzó a manejar, en el camino ninguno de los dos hablaban. Any iba con su codo en la puerta del coche, apoyando su mejilla en su mano, mirando por la ventana, y Poncho aprovechaba cada vez que podía para mirarla sin que se diera cuenta. 

Tenía pensado ir a algún lugar tranquilo para hablar con ella, y la llevó a una cafetería de noche.

 Se portó como lo que era, todo un caballero, la cuidaba de más, por su embarazo, siempre caminaba después de que ella empezara, aunque lo hiciera a su lado. Al entrar, un mesero los recibió y los llevó a una mesa para dos.

Any: Alfonso, ¿eres consciente de que yo no encajo aquí?
Poncho: ¿No por qué? Y no te permitiré que nombres la palabra dinero o toda aquella que tenga que ver con ese tema. ¿Por qué no encajas aquí?

Aunque se moría de ganas de sonreír, el orgullo era más fuerte que ella.

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora