Capítulo 100

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Any: Poncho -dijo con dulzura mientras ponía sus manos en las mejillas de él-... Yo estoy bien, de verdad. Llámalo, escúchalo como hiciste con Domínica, y recupera lo que tenías con él. Mi amor, ese tipo de amistades sólo se consiguen una vez en la vida.

Poncho le sonrió, besó las manos de ella y le comentó que había hablado con Domínica y de qué.

Any: Cariño... No te voy a decir nada de mi baja, porque sabes perfecto que voy a ir a trabajar –dijo sonriendo-, pero Leo te necesita. Necesita tu apoyo -le extiende la mano con el celular de él-. Márcale y... No sé... Invítalo a tomar un café o a comer.
Poncho: ¿Y tú?
Any: ¿Yo qué?
Poncho: No te quiero dejar sola. Yo quería almorzar contigo.
Any: Yo voy a estar bien, mi amor. Pero... Si te quedas más tranquilo, puedes invitarlo aquí a la casa. Ustedes pueden hablar mientras yo cocino.
Poncho: ¿No te importa que lo invite a la casa para hablar con él?
Any: Pero claro que no, Poncho. Esta es tu casa y puedes hacer lo que quieras en ella -dijo sonriéndole-.
Poncho: Es nuestra casa. No quiero que vuelvas a decir que es mi casa -dijo dejando un beso sobre la nariz de ella-. ¿Te dije hoy que te amo? -Preguntó sonriendo-.
Any: Hum... Creo que no –dijo bromeando y entrecerrando sus ojos-.
Poncho -rio-: Te amo. Te amo. Te amo -dijo abrazándola-.
Any: Ya, Poncho -dijo riendo mientras se separaba de él-. Llámalo. Yo voy a llamar a mi mamá para que me traiga algo de ropa en cuanto pueda. Te amo también -dijo dándole un beso muy tierno antes de levantarse del suelo-.

Poncho dudó unos minutos mirando la pantalla de su teléfono y después llamó a Leo para invitarlo a casa y hablar con él. Cuando Leo llegó, fue Any quien abrió la puerta, mientras Poncho esperaba a Leo en el despacho. Any saludó a Leo y le dijo que lo estaba esperando en el despacho.

Any: Espero que no salgas de aquí si no es abrazado a Leo -le dijo cuando lo avisó de que había llegado-. Voy a estar en la cocina. Te amo.

Any salió del despacho e invitó a Leo a entrar, habitando un silencio en esa habitación durante unos segundos.

Leo: Poncho... No sé muy bien por dónde empezar, pero... Necesito pedirte perdón. Sé que Domínica te contó todo. Y sé que estuvimos mal. Sobre todo yo. Te traicioné siendo tu mejor amigo.
Poncho: Estaba a dos semanas de casarme cuando los vi.
Leo: Lo sé -dijo sin poder mirar a Poncho-. No sé qué me pasó. Supongo que me cegué creyendo que cada vez que veía a Domínica, mi matrimonio mejoraba.
Poncho: Tengo que darte las gracias.
Leo: ¿Por qué? -Preguntó sin entender nada, mirando a Poncho-.
Poncho: Si no hubiera sido por ustedes, no hubiera conocido nunca a Anahí -dijo sonriendo-. Estuve a punto de casarme con una mujer con la que se perdió todo poco a poco.
Leo: ¿Qué estás diciendo? La amabas, Poncho. Y yo como un imbécil me dejaba enredar.
Poncho: Creía que la amaba. Pero cuando me enamoré de Anahí supe lo que era estar enamorado. Creía estar enamorado de Domínica, pero no. Tal vez al principio sí, no te voy a mentir. Pero... yo veía en ella algo que nunca vi en otras mujeres. Domínica era diferente, nunca estuvo conmigo por interés. Y eso fue lo que me gustó de ella. Pero ahora que estoy enamorado de verdad entiendo que lo de Domínica y yo llevaba roto mucho tiempo. No te voy a mentir; me dolió saber que ella buscó consuelo y refugio en ti para decirte que no puede ser mamá. Claro que me dolió. Me dolió verlos y descubrir que mis sospechas eran ciertas, pero nunca imaginé que fuera contigo. Pero de no haber sido por eso, hoy en día mi vida estaría vacía. Estaría casado con una mujer que no amo. Mientras ella y tú se hubieran seguido acostando.
Leo: No te estoy entendiendo.

Poncho: Leo, me dolió verte con mi prometida. Eras mi mejor amigo. De toda la vida. Compartíamos todo, pero es que hay cosas que no se comparten. Tú eso no lo respetaste. Pero en el fondo, cuando conocí a la mujer a la que amo, te agradecí. Les agradecí a los dos lo que hicieron. Y si te llamé para hablar contigo no fue precisamente para que me explicaras todo lo que me explicó Domínica. Es algo del pasado y ya no quiero escuchar más sobre eso. Es para nada seguir abriendo ese cajón.
Leo: Y entonces... ¿Para qué querías hablar conmigo si no era por eso?
Poncho: Porque lo que quiero que me expliques es qué está pasando con Keila.
Leo: Nos vamos a divorciar.
Poncho: ¿Le contaste la verdad? -Leo asintió-.
Leo: Le dije que la engañé alguna vez. Le expliqué el por qué cancelaste la boda. Le dije que... Que por querer recuperarla a ella me enamoré de otra persona. Se lo dije cuando ustedes se fueron a Valle de Bravo. Me dejó dos semanas sin entrar a la casa. Cuando por fin me respondió el teléfono, me hizo ir a la casa para hablar. Y ya tenía una demanda de divorcio sobre la mesa.
Poncho: ¿De verdad te enamoraste de Domínica? -Leo asintió-. ¿Lo hablaste con ella?
Leo: No. No creo que sea lo más conveniente.
Poncho: Domínica se enamoró de ti.
Leo: Lo sé. Pero por respeto a ti y a Keila, necesito un tiempo antes de hablar con ella.
Poncho: Leo, el respeto nos lo perdieron desde la primera vez que se acostaron juntos. Ya es tarde para pensar en el respeto, ¿no te parece? Mira... Yo sufrí mucho para poder ser feliz con Anahí. No te imaginas cuánto. Domínica y tú tienen todo para ser felices. No pierdas el tiempo, porque es algo que no regresa.
Leo: ¿Me estás diciendo que...? -Poncho lo interrumpió-.
Poncho: Estamos cerca de los 30 años Leo, ya tenemos una edad para vivir las cosas de frente. Sin rencores, con madurez. Así que -Any los interrumpió llamando a la puerta y preguntando si querían tomar algo-. ¿Me disculpas un momento, Leo? -Leo asintió sin entender nada-.

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora