Capítulo 15

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La niña agarró la mano de su tío y la mano de Any y las juntó, luego se fue a jugar con los otros niños. Any miraba a la niña mientras Poncho ya miraba a Anahí.

Poncho: Déjame hablar contigo, por favor... 

Any se levanta, lo mira a los ojos con tristeza, pero intenta disimular; "no hay nada de qué hablar". Se da la vuelta y da tres pasos cuando la voz de Poncho la detiene antes de que pudiera seguir caminando.

Poncho: Te lo ruego, Anahí, por favor...

-FlashBack-

Mireia: Anahí... Acércate, quiero hablar contigo.
Any -con lágrimas en los ojos-: Dime.
Mireia: Mi niña... Mi hermanita pequeña, sabes que pronto yo no estaré aquí.
Any: ¡No digas eso! Tienes que estar, hermana, tienes que estar mucho tiempo más. Tú me ayudas a ser feliz –llorando-.
Mireia: Sí estaré, pero en tu corazón, en las fotos que veas de nosotras, en tu cabeza, en tus sentimientos y pensamientos, pero sobre todo, entre las palabras de las personas.
Any: Mireia, ¡por favor! ¡Tú eres fuerte! Tienes que salir de esta, ya saliste de muchas. No puedes irte... No ahora.
Mireia: Anahí... Debo irme, las operaciones se complican y siempre tengo que quedarme más tiempo en el hospital por culpa de las infecciones nosocomiales, y no tenemos dinero para podernos permitir que me traten en la casa. Escúchame muy bien, ¿ok? -Comienza a llorar-. Anahí, te ruego... Te ruego por favor que me prometas algo.
Any -seguía llorando en un mar sin fin-. ¿Qué quieres que te prometa?
Mireia: Te ruego que me prometas que vas a escuchar a toda persona que quiera hablar contigo en buena onda, no hagas como cuando nosotras nos enojábamos. Quiero que por favor, dejes de ser tan orgullosa.
Any: Sí, Mire, te lo prometo, pero por favor, sigue luchando...
Mireia: Anahí, te ruego también que me prometas que vas a buscar tu felicidad.
Any: No puedo ser feliz si te vas.
Mireia: A mí ya me queda poco, pero por favor... Te ruego que sigas a tu corazón, que es lo que siempre te dije que hicieras, y siempre todo te salió bien. Prométeme que vas a ser feliz.
Any -asintió con la cabeza-: Te prometo que haré lo que pueda.
Mireia: Quiero... Quiero que creas con todo tu corazón en mí el día que yo no esté, y quiero que con tus amigas seas la más feliz del mundo, que me encuentres en ellas, que me encuentres en un hombre, en un niño, en una persona que no conoces de nada. Quiero que no me olvides nunca, pero sobre todo te ruego que seas feliz. Desde el cielo te voy a ayudar, pero yo sola no puedo si no pones de tu parte...
Any: Te lo prometo, Mire... Te prometo que no te olvidaré, que vas a vivir en cada persona que encuentre, y sobre todo, te prometo que buscaré la felicidad.

Anahí sabía perfectamente a la felicidad que se estaba dirigiendo su hermana, a la felicidad de crear una familia, de terminar con Julián y proponerse conocer a otros hombres, pues en su familia nadie soportaba a Julián, ya que conocían toda la vida de su familia.

-Fin FlashBack-

Any se quedó de espaldas a Poncho recordando la última conversación que tuvo con su hermana antes de fallecer. Poncho se le acercó por la espalda y le puso la mano en el hombro.

"¿Estás bien?" le preguntó, pero Any seguía inmóvil, con lágrimas en los ojos.

Poncho: Any, me estás asustando, ¿qué tienes?

Poncho se puso enfrente de Any y la miró a los ojos, dándose cuenta que tenía sus mejillas empapadas. No pudo hacer otra cosa que abrazarla fuerte, puesto que ella aún no decía una palabra.

Poncho –consolándola-: Shh... Ya, por favor... No llores que me parte el alma verte así -se separa, la mira a los ojos y le seca las lágrimas-.
Any: Vamos a hablar, pero por favor... Vamos a un lugar más tranquilo, te lo suplico.
Poncho: Claro que sí, a donde quieras, pero ¿estás bien?
Any: No te preocupes...
Poncho: Bueno, espérame aquí, voy a por mi sobrina, ¿sí?

Any se quedó allí, quieta, mirando cómo Silvia no quería irse, y aún así, Poncho no se enojaba con ella. Vio que la niña seguía queriéndose quedar allí, así que se acercó para intentar ayudar a Poncho. Al final de cuentas, le debía mucho a su "amigo".

Any: Silvia, ¿qué te pasa?
Silvia: No me quiero ir del parque, pero mi tío ya me quiere llevar a la casa –enojándose y haciendo pucheros-.
Any: ¿Por qué, Poncho?
Poncho: Le dije que teníamos que hablar nosotros, pero aún así no quiere.
Any -se puso de cuclillas delante de la niña-: ¿Quieres que tu tío y yo hablemos en tu casa?
Silvia: ¿Tú vendrías a la casa conmigo? -preguntó ilusionada-.
Any: Solo si tú quieres -le da una sonrisa-.
Silvia: Si quiero, ¡¡si quiero!! Tío, ¿puede venir Anahí a la casa?
Poncho -mirando a Any-: Claro que puede venir.
Silvia: Bueno, ¿entonces a qué esperan? ¡Vámonos! Pero por favor, no llores –secándole las lagrimas con sus manitas-.

Silvia salió corriendo mientras Poncho y Any se reían.

Poncho: ¡Silvia! No vayas a cruzar la calle sola, ¿eh?
Silvia: ¡No, tío! Allí los espero.

Silvia iba cantando las canciones que salían en la radio, mientras Poncho y Any estaban callados, puesto que él no quería presionar a Any ni hablar con ella con Silvia ahí. Mientras tanto ella, iba con la mirada perdida, haciendo un esfuerzo por no romper a llorar delante de Silvia. Cuando llegaron a la casa, Anahí se quedó impresionada con ésta. Era enorme. Seguro que Poncho tenía a más de una señora contratada para que se encargaran de la limpieza. Cuando les pasó lo del coche, no pasó a la casa, sólo lo esperó fuera.

Silvia se sentó en el sofá a ver la tele, llevando a Anahí con ella y sentándola a su lado, sin soltarle la mano.

Poncho: Silvia, ¿por qué no te vas a jugar al jardín?
Silvia: Ok, tío –sonríe-. Anahí, ¿vienes a jugar conmigo?
Any: Claro, mi amor. Cuando termine de hablar con tu tío voy contigo, ¿sí?
Silvia: Te espero –le da un beso a Any y se marcha al jardín-.
Any -miraba la alegría con la que Silvia se iba a jugar-: Es una niña encantadora y muy bien portada.
Poncho: Gracias, hago lo que puedo...
Any: ¿Cómo que haces lo que puedes?
Poncho: Sí, bueno... Llevo 3 años cuidándola, educándola y criándola –suspiró algo triste-... Mi hermano y mi cuñada murieron en un accidente aeronáutico, y tuvo que quedarse conmigo. Su hermano se quedó con el hermano de mi cuñada en Europa.
Any: Lo siento, yo...
Poncho: Sí, vas a decirme que no sabías, pero no te preocupes, nunca te dije, así que, no tendrías por qué saberlo. Quería contarte, pero nunca encontré el momento.
Any: No te preocupes –se quedaron en silencio unos segundos-: Mi hermana también murió, hace dos meses –comenzó a llorar-... Tenía un dolor demasiado fuerte en el estómago y los doctores siempre decían –hizo una pausa, sus lágrimas hicieron que se le hiciera un nudo en la garganta-.
Poncho -agarró las manos de Any con una mano y con la otra le acariciaba la espalda, sentándose a su lado-: Any, no importa, si no te hace bien hablar de ella, mejor no lo hagas, no quiero que te sientas mal por mi culpa.
Any: No, déjame terminar, por fa... Los doctores siempre decían que no era grave, hasta que le detectaron una apendicitis ya muy avanzada, y a raíz de que la operaron, todo fue empeorando–seguía llorando-... Hasta que ya no pudieron hacer más por ella. Por eso es que decidí platicar contigo, por tus palabras.
Poncho: ¿Mis palabras? ¿Cuáles, si nada más te rogué que me dejaras hablar contigo?
Any: Eso. La última persona que me rogó algo fue ella –llorando-.
Poncho: Lo siento... No quise hacerte daño recordándola.
Silvia -llegando al salón-: Anahí, ¡te estoy esperando! ¿Qué pasa que no llegas? 
Any -secándose las lágrimas-: Tu tío y yo no terminamos de hablar aún.
Silvia: ¿Estás llorando otra vez? -Se pone triste y le seca las mejillas-. ¿Qué le hiciste, tío?
Any: No, no, princesa, no estoy llorando. ¿Sabes qué pasa? Que se me metió algo en el ojo, pero ya está, ya está fuera.
Silvia: No te creo nada... Mira, hoy en la noche te voy a mostrar mi estrella en la que viven mis papás, y yo les voy a pedir que te cuiden mucho para que ya no tengas que llorar, ¿sí? Y también le voy a pedir a mi hada madrina que también te ayude.
Any: ¿Tienes un hada?
Silvia: Sí, ¿tú no tienes?

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora