Capítulo 17

294 21 0
                                    

Any: No es eso, chiquita... Pero, tengo que regresarme a mi casa, llevo todo el día fuera.
Silvia: Porfas, quédate... Quiero hablar contigo...

Silvia consiguió que Anahí se quedara más tiempo, tanto, que no sólo cenó allí, sino que la niña la convenció de que se quedara hasta que ella se durmiera. Any la acompañó al cuarto.

Silvia -viendo la cama llena de ropa-: Esta abuela mía...
Any: ¿Qué pasó con tu abuela?
Silvia: Me deja la ropa aquí para que yo la guarde. Ella la lava y todo, y yo me guardo la mía para ayudarla.
Any: ¿Es que tus abuelitos viven aquí?
Silvia: Sí. Bueno, en realidad sólo pasan aquí casi todas las noches. Dicen que cuando mi tío se case dejarán de vivir aquí. Pero ellos tienen otra casa.
Any: Y... ¿No lo hace nadie? Lo de la ropa, digo.
Silvia: No, nadie -mientras recogía la ropa-.
Any –pensando-: ¿Así que Poncho no tiene a una mucama que se encargue de la casa...?
Any: Bueno –le dice a Silvia-, ¿y de qué me querías hablar?

En ese momento Poncho pasaba por ahí para ir al baño y se paró a escucharlas otra vez.

Silvia: De mi tío.
Any: ¿De tu tío?
Silvia: Sí, porque hay algo que no entiendo...
Any -deshaciendo la cama para que Silvia se acostara-: ¿Qué cosa?
Silvia -se acuesta y Any la tapa con su sábana-: ¿Por qué tú y él no son novios?
Any: Mi amor, eso está difícil de entender, pero, no podemos estar juntos. Para ser novios se necesita que ambos se amen, y tu tío y yo no nos amamos. Además, yo tengo novio y...
Silvia: ¿Y tu novio no te deja que andes con mi tío?
Any -se ríe ante tal pregunta-: No, no me deja. Pero yo estoy enamorada de él. ¿Sabes? Cuando estés grande, así como yo, me vas a entender.
Silvia: Pero yo quería que tú fueras mi tía... Porque así serías mi mamá de mentiras –se puso triste-... Domínica no me quería... Y yo no tengo mamá. Quiero una, aunque sea de mentiras.
Any –tratando de alegrar a la niña-: Mira, si quieres podemos hacer una cosa. Se me ocurre que yo puedo ser tu mamá de mentiras, ¿no? Cuando te pase algo feo me dices a mí, ¿ok? Y ahí estaré yo para ayudarte.
Silvia: Pero entonces, ¿serás la novia de mi tío?
Any: No mi amor, no hay obligación de ser novia de tu tío para jugar a que eres mi hija.
Silvia: Bueno... Acepto si me das un hermanito con tu novio.
Any -suspira y mientras acaricia con una mano el pelo de Silvia, con la otra se toca la barriga-: Haré lo que pueda por ti. Ahora duérmete, princesa.
Silvia: Quédate hasta que me duerma, por favor -quedándose ya dormidita-.
Poncho –entrando-: Any... 
Any -se voltea-: ¿Si?
Poncho -sentándose en el otro lado de la cama-: Gracias por lo que hiciste hoy con mi sobrina. 
Any –hablando muy bajito para no molestar a Silvia-: No hay nada que agradecerme. Es una niña muy linda.
Poncho: Hacía tiempo que no la veía tan feliz con una mujer.
Any –mirando a la niña-: ¿Y tú? –Mira a Poncho-. Hace mucho que no eres feliz, ¿verdad?
Poncho –pensando-: Ojalá yo pudiera estarlo contigo.
Poncho: ¿Por qué me preguntas eso?
Any: Los ojos son el reflejo del alma –se levanta de la cama-. ¿Puedo platicar contigo?
Poncho: Claro, vamos.

Poncho le da un beso a su sobrina y espera fuera a Any.

Any -hablándole a la niña que estaba casi dormida-: Que descanses, princesa.
Silvia: ¿Vas a venir a verme seguido?
Any: Vendré a verte siempre que pueda, te lo prometo.

Any le da un beso en la frente a la pequeña y sale del cuarto. En el pasillo la esperaba Poncho, que desde que salió, no le quitó la mirada de encima.

Any: ¿Qué me ves?
Poncho: Mejor no te digo, porque si no te enojas.
Any –sonríe-: Está bien... Te prometo que no me enojo, y ahora, ¿por qué me miras así?
Poncho: No he dejado de mirar lo hermosa que eres en todo el día...

Ambos se quedan mirándose a los ojos, en silencio, hasta romper éste con una risa llena de alegría. Dieron unos pequeños pasos hasta estar uno muy cerca del otro.

Poncho: Any -agarrándole con suavidad la carita con ambas manos-.
Any: Poncho -agarrándole con suavidad sus manos-.

Estaban ya muy cerca, ambos deseando que pasara lo que tenía que pasar en ese momento, pero el celular de ella los separó.

Any: Perdón, debo responder...
Poncho: Claro.
Any: ¿Bueno?
Julián: ¿Dónde estás? Voy a por ti ahora -muy enojado-.
Any: ¿Qué pasó? ¿Por qué me hablas así?
Julián: ¿Como que por qué? Llevo todo el día sin saber de ti, así que dime ya en donde estás.
Poncho -que estaba oyendo los gritos de Julián-: Dile la verdad, Any. Dile que aquí estás.
Any: Julián... 
Julián: No me vayas a salir con que sigues en la casa de Alejandra, porque ¡no es verdad! ¡Aquí estoy y no están ninguna de las dos!
Any: Pues no, no te iba a decir eso. Pero, si estoy con Alejandra -mirando a Poncho con tristeza-.
Poncho: ¡¡Maldita sea!! -Se enojó, gritó y se encerró en su cuarto-.
Julián: ¿Con Alejandra? ¿Y esa voz de hombre quién es?
Any: Este... Es... es que estamos en la casa del primo de Alejandra, y están discutiendo sus tíos.
Julián: ¿Piensas que me chupo el dedo, estúpida? ¿Dónde vive el primo de Alejandra?
Any: Julián –suspira-. Qué más da donde esté... Enseguida voy al club.
Julián: ¿Sabes qué? Ni se te ocurra venir, ¡tarada! Ni se te ocurra venir, porque ¡te juro que te mato! Estoy harto de tus mentiras, niña, ¿me oyes? ¡¡Harto!!
Any: Pero Julián...
Julián: ¿Sabes otra cosa? Mejor ni vengas en toda la semana, Anahí... No quiero saber nada de ti en toda la semana, y por supuesto, te lo descuento de tu sueldo de putita.
Any: Julián, ¡no puedes hacerme eso! –Le dijo llorando-.
Julián: ¿No? Si quieres te despido, ¿eh? A mí no me importa, serías un problema menos.

Dicho eso, Julián colgó y Anahí se quedó llorando...
Se acercó casi sin hacer ruido a la habitación de Poncho, dio un par de golpes y preguntó si podía pasar.

Poncho: ¡No!
Any: Poncho, déjame pasar, por favor, necesito hablar contigo...
Poncho -enojado le abre la puerta-: ¿Que no puedes ir a hablar con tu novio? ¡Estoy harto de que no le digas que te ves conmigo! ¿Por qué no le dices, eh? ¿Por qué no tienes el valor de enfrentarte a él de una maldita vez? ¡Es que me cansas con tus escenas de niña caprichosa! ¡Ni mi sobrina se comporta así!
Any: Ok... Ya entiendo... No te preocupes, pronto me iré de la ciudad, si es que no puedo irme del país. Y no tendrás noticias mías... Con permiso.

Any comienza a caminar por el pasillo, sin poder detener sus lágrimas, pero si detuvo sus pasos cuando Poncho hizo que se volteara.

Poncho: Anahí, perdóname... No quise hablarte así, de verdad, perdóname –a punto de llorar también-
Any -se voltea y lo mira a los ojos-: No importa, Poncho... Ya estoy acostumbrada... Julián tiene razón.
Poncho: ¿Por qué haces esto? No lo entiendo.
Any –acercándose-: ¿Hacer qué?
Poncho: Esto que estás haciendo. No sé por qué pasaste todo el día conmigo y mi sobrina, un día sin mentiras ninguna, un día feliz, lleno de sonrisas... Y te habla tu novio y... No sé. Nada más le ocultas toda la verdad, te hace daño, te deja llorando y luego vienes a mí a que yo te consuele.

Poncho agarra a Any de su mano, la adentra en su dormitorio y se sientan en la cama.

Poncho:¿Por qué no terminas con esa relación, Anahí? ¿Que no ves que lo único que te hace ese hombre es dañarte?

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora