Capítulo 9

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Any: Ay, Poncho... ¿Qué hacemos? Yo no puedo estar mucho tiempo aquí encerrada...
Poncho: ¿Por qué? ¿Eres claustrofóbica?
Any: Un poco... Aparte, ve... ¡Estamos en medio de la nada!
Poncho: Bueno, espérame, intento llamar a una grúa, ¿sí? -saca su celular y lo ve-. ¡Maldita sea!
Any: ¿Qué?
Poncho: No tengo señal -la mira-.
Any: Ten mi celular... Marca desde ahí.
Poncho -viendo el celular de Any-: Eh... Tampoco tienes señal...
Any: ¿Qué? -poniendo el grito en el cielo-: ¿Estamos incomunicados?
Poncho: Me temo que si...
Any: No, no, ¡¡no!! ¡Maldito! ¡¡Todo esto es culpa de Julián!! ¡¡Me las va a pagar!! ¡¡Te juro que me las pagas!!
Poncho –calmándola-: Ya, ven -apoya la cabeza de Any en su pecho-. Tranquilízate. Ya vas a ver que pronto pasa algún auto y nos ayuda...
Any –nerviosa-: No... No puedo... No... No me abraces... No me toques -con la respiración agitada-.
Poncho: Ya, bueno, perdón... Intentaba tranquilizarte...
Any: Es que no puedo... Mira, Poncho... No soy claustrofóbica...
Poncho: ¿Entonces por qué estás así?

Any se pasó a la parte trasera del coche rápidamente, agitada sólo de pensar que iba a cometer el pecado de nuevo.

Any: Por esto estoy así...

Lo agarra del cuello de su camisa y tira de él hacia la parte trasera... Comienza a besarlo con gran pasión, desabrochándose la blusa lo más bruscamente que pudo.

Poncho: Ey, ey... Cuidado, muñeca...
Any: ¿Qué? ¿Demasiado para ti?

Poncho se acercó para besarla, pero ella lo empujó y comenzó a pasarle la lengua por su oreja derecha, bajando por su cuello mientras le iba quitando la camisa con gran pasión. Él la observaba con detenimiento, dándose cuenta de la manera en que Anahí se sentía excitada tan sólo con su presencia. Y así, permitiéndose el lujo de disfrutar de ella, comenzó a acariciarle su espalda desnuda, tan sólo con el sostén. Poncho se sentó con ella encima de él y comenzó a besarle el cuello, dejándola con más ganas de él... Luego, fue saboreándola con su lengua, bajando hasta sus pechos, los cuales saboreó lo poco que dejaba el sostén de Any... Mientras besaba uno, y el otro lo masajeaba con su mano, dio paso a quitarle el sostén para poder jugar con sus pezones.

Any se limitaba a dejar que él hiciera todo lo que quisiera con su cuerpo, hasta el momento en que lo empujó y se quedo sentada en él, acariciándole con sus uñitas el torso ya desnudo. Mirándolo a los ojos con cierta cara pícara, le desabrochó el botón de su pantalón y se lo quitó, luego le quitó los calzones y comenzó a masajear con gran pasión el miembro de Poncho. Él se estaba excitando demasiado, pero no quería llegar antes que ella, así que volteó toda la situación y rápidamente dejó desnuda a Anahí al completo. Comenzó a penetrarla con sus dedos, mientras ella cada vez se agitaba más y más. Pidiéndole a gritos con su cuerpo y sus gestos que le introdujera su miembro.

Any: Poncho -dijo como pudo-. Poncho, para...
Poncho: ¿Qué?

Any saca los dedos de Poncho de su interior y se los lleva a su boca para limpiarlos con su lengua de una forma muy sensual que hacía que a Poncho le entraran ganas de estallar dentro de ella una y otra vez.

Any: Ya está bien, Poncho...
Poncho: Qué... ¿Qué quieres decir?
Any: Deja de hacer estos jueguitos con tus manos y hazlo como un hombre...

Any se puso encima de Poncho e hizo que el miembro de él estuviera dentro de ella de un solo movimiento. Y así comenzó a moverse como nunca lo había hecho, de nuevo como si no existiera un mañana. Tan buenos, tan rápidos, tan brutales eran los movimientos de Anahí, que hizo que Poncho llegara al clímax dentro de ella, al mismo tiempo que ella también alcanzó el orgasmo. Se quedaron así... Él dentro de ella, ella encima de él... y se quedaron dormidos...

A la mañana siguiente, Poncho despertó antes que Any y miró su celular, que ya tenía señal, así que decidió avisar a una grúa.

Any despertó y se vio desnuda, tan sólo tapada con una americana de Poncho. Sin hacer movimientos bruscos buscó a Poncho, que estaba fuera del coche hablando por teléfono. Sonrió al ver que no la dejó sola en toda la noche, que la estuvo cuidando y protegiendo.

Poncho entró en el coche y se sentó en el asiento del conductor muy enojado. Any se incorporó, le dio un beso en la mejilla y le sonrió.

Poncho: Perdón, no quise despertarte.
Any -enredando sus dedos en el cabello de Poncho-: No lo hiciste...

Any se puso la ropa muy deprisa, bajó del coche y se volvió al lugar del copiloto. Deseaba volverlo a tener dentro de ella.

Era extraño lo que estaba sintiendo, pues nunca lo sintió ni por su propio novio. ¿Por qué ese hombre la excitaba tanto? ¿Qué tenía, aparte de ofrecerle buen sexo? El mejor sexo. Los mejores momentos sexuales que jamás hubiera podido imaginar.

Any: ¿A qué se debe ese enojo? –Preguntó sin tocarlo, aunque lo deseara-.
Poncho: Avisé a una grúa. Aún no logro hacer que el motor funcione.
Any: Y... ¿Qué pasó?
Poncho: Me dijeron que en dos horas teníamos la grúa aquí...
Any: ¿Qué? ¡¡Poncho!! Tengo que trabajar en tres horas.
Poncho: No te preocupes, les diré que nos lleven a mi casa y yo te llevo a la tuya. Por suerte mi papá hoy no se va a la oficina. 
Any: Ese no es el problema, Poncho... Julián va a ir a mi casa. A por mí.

En ese momento paró un coche justo detrás de ellos y Any miró por el espejo retrovisor, ya que le sonaba mucho ese coche.

Any: Poncho... ¡No! –Se llevó las manos a la boca- ¡¡No puede ser!!
Poncho: ¿Qué, Any?
Any:Es... Poncho, ese coche es de... ¡¡No!! Por Dios, es...

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora