Pasión y Amor van Unidos

Capítulo 58

Poncho: Any, por Dios, ¿cómo van a decir esas cosas? Son niñas de cinco y seis años.
Any: Lo dicen, Poncho. Y lo dicen porque escucharán muchísimas barbaridades en sus casas sobre Silvia.
Poncho: Any, la gente que trae a sus hijas aquí son gente de bien, seguro Silvia te contó eso por exagerar.
Any: ¿Exagerar? –Se levantó de la silla, se dio la vuelta y, tras suspirar fuertemente, se agachó frente a Poncho, agarrándole las manos-. Mi amor, Silvia no exagera. ¿Sabes cómo me hicieron sentir incluso a mí misma las mamás de esas niñas ayer? Te juro que fue horrible, Poncho. Y todos los comentarios los lanzaban a boca llena, sin importarles que las niñas pudieran oírlos. Silvia me contó muchas cosas de la escuela, y yo sí la creo; porque en una mañana me sentí como ella se siente todos los días.
Poncho: ¿Y si no es por exagerar, por qué crees que a ti te cuenta las cosas y no a mí, Any?
Any: Tal vez porque piensa que la vas a regañar por andar peleándose.
Poncho: ¿Y qué quiere entonces? ¿Que le aplauda ese comportamiento? Any, no estoy tratando de educar a un camionero.
Any: Por supuesto que no tienes que aplaudirle nada, mi amor; pero Silvia, lo único que necesita es que la escuches.

Poncho estaba comenzando a sentirse triste. Any parecía muy sincera y muy segura de sus palabras y, con la última frase recordó la conversación que había tenido con su madre.

Any se levantó, puso sus manos en la cara de Poncho e hizo que la mirase a los ojos.

Any: Poncho, tu sobrina lo único que necesita es que tú entiendas el por qué ella actúa así. Necesita saber que siempre te va a tener ahí para confiarte sus cosas. Esas cosas que para ti pueden ser alguna tontería; pero recuerda que para ella son problemas y tú también tuviste problemas a su edad que para tus papás serían cosas muy tontas. Por supuesto que necesita castigos algunas veces, o que la regañes; pero en este tema, Poncho, te aseguro que nada más necesita un poquito de atención y de escucha. Mira; sé que tienes mucho trabajo en la empresa porque mi papá nos cuenta cosas, pero... Silvia también necesita pasar mucho más tiempo contigo.

A Poncho se le saltaron un par de lágrimas, pues entre la conversación con su madre, y ahora con la de Any, se estaba dando cuenta de que se había alejado de Silvia. Ya casi nunca pasaba tiempo con ella. Poncho siempre había disfrutado del tiempo en compañía de su sobrina, jugando con ella; llevándola al cine, llevándola a comprarse ropa; incluso alguna vez la había llevado a la empresa; pero últimamente Silvia pasaba mucho tiempo en la escuela, con sus abuelos o incluso con Any. Pero no con él.

Any: Ey –secándole las lágrimas-, vamos... No te pongas así. No puedo verte así, Poncho. Todo esto tiene solución, mi amor... Por favor –lo abraza-.
Poncho: Perdóname, Any.
Any: ¿Qué te perdone por qué? –Se separa y lo mira con sus manos en la carita de él-.
Poncho: Perdóname porque siento que no estoy siendo un buen ejemplo para Silvia. Mucho menos siento que esté siendo un buen padre para ella.
Any: Poncho, estás haciendo todo lo que puedes. Nadie te dijo cómo ser padre y además, es algo que tampoco planeaste.
Poncho: Lo sé, pero es que... Al escucharte a ti y al escuchar a mi mamá esta mañana, parece que no estoy haciendo las cosas nada bien. Lo único que hago últimamente es trabajar para darle lo mejor a Silvia.
Any –le acaricia la carita-: Claro que estás haciendo las cosas bien, Poncho; pero todos nos equivocamos alguna vez, no somos perfectos.
Poncho: No sé en qué momento la descuidé tanto, Any... Te juro que no lo sé. Seguro que mi sobrina ya no quiere ni pasar tiempo conmigo por estar enojada.
Any: ¿Por qué dices eso? Poncho, Silvia te adora y te ama con todo su corazón –le dice apretándole sus brazos en gesto tranquilizador-.
Poncho -abrazándose a Any-: Ayúdame, por favor.
Any: Mi amor –poniendo sus manos en la cabeza de él-, eso no me lo tienes ni que pedir. Sabes que siempre voy a estar con ella.